La revista Mundo Diners publicó este artículo de don Gonzalo Ortiz Crespo, miembro numerario de la corporación, que aborda nuestro Diccionario académico de ecuatorianismos (DAE) de reciente aparición. Lo compartimos con ustedes.
«El Diccionario de ecuatorianismos, fiesta del habla nacional», por don Gonzalo Ortiz Crespo
El Diccionario académico de ecuatorianismos (DAE), libro que recoge miles de palabras usadas en el Ecuador con su significado y ejemplos, es, a la vez, obra seria, académica y fiesta del habla nacional.
Diccionario de ecuatorianismos
Este gozoso libro, que se presenta el 12 de noviembre, aparece con motivo de los 150 años de existencia de la Academia Ecuatoriana de la Lengua (AEL). Es fruto de más de diez años de paciente trabajo académico liderado por la Comisión de Lexicografía de esta corporación y un grupo de lexicógrafos profesionales.
De dicha comisión han formado parte una decena de académicos, entre ellos el expresidente de la República Rodrigo Borja, Simón Espinosa, Julio Pazos, Diego Araujo, Fernando Miño-Garcés, Marco Antonio Rodríguez, Susana Cordero, Fabián Corral y el grande y llorado Bruno Sáenz.
La comisión se ha reunido cada semana una vez y, en años recientes, hasta dos para hacer su trabajo de recopilación e interpretación de nuestros decires. En la pandemia aparecieron las reuniones virtuales y se siguió trabajando, incluso con más ahínco.
A su vez, el equipo de lexicógrafos estuvo conformado por jóvenes becarios que obtuvieron el máster en la Escuela de Lexicografía Hispánica, que funciona en la Universidad de León (España), esfuerzo conjunto de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que estos días celebra en Quito un decimoséptimo congreso.
“Esta obra honra la riqueza y diversidad del español ecuatoriano y viene a ser un testimonio de la identidad cultural ecuatoriana y un legado para las generaciones presentes y futuras”, dijo la directora Susana Cordero de Espinosa.
Su carácter descriptivo busca reflejar el uso del español hablado y escrito en Ecuador, sin emitir juicios de valor ni recomendaciones acerca del empleo de las palabras registradas. Es decir, que no juzga si la palabra es correcta o incorrecta o si debe usarse o no, sino que testimonia su uso en el país y, además, recuerda en qué región de la patria se la emplea.
Editado por la AEL y Dinediciones, en 1.200 páginas, el DAE ofrece una visión integral de las palabras y expresiones propias. Alberga 8.138 lemas y 2.283 sublemas, cada uno de ellos cuidadosamente organizado, definido y ejemplificado.
Esta es la primera edición; la segunda será electrónica, con auspicios del Ministerio de Educación.
El DAE se enfoca en describir el uso de palabras propias del Ecuador desde 1930 hasta 2023. Este periodo incluye a la generación de narradores de los años treinta del siglo pasado, la cual marcó un hito en la literatura ecuatoriana pues aquellos escritores se propusieron incorporar en sus cuentos y novelas el habla popular, sobre todo la de los montuvios y cholos de la Costa así como la de los indígenas y cholos de la Sierra.
La fiesta del habla nacional
Palabras de nuestro día a día como “achachay”, “canguil” o “acholarse” y miles de miles más cobran vida en sus diversas acepciones y contextos de uso. Hay algunas que sí se usan en España, pero aquí lo hacemos con un significado distinto: “aceitar”, por ejemplo, por sobornar; “ético” por flaco; o “mudo” por tonto. Otras que compartimos, por ejemplo, “sánduche” que también se emplea en Colombia y Venezuela (al contrario del “sánguche” del Perú o “sándwich” de otras partes).
Lo que hace más delicioso a este diccionario es que, lejos de ser un simple listado de definiciones, cada entrada incluye ejemplos que muestran cómo se usa la palabra, con citas tomadas de los diarios, los libros, la web e incluso las redes sociales, volviendo interesante su consulta e, incluso, invitando a su lectura, pues permite apreciar las palabras en contexto y sus matices y particularidades.
Por ejemplo, el verbo “tarasquear”. El DAE lo define como “morder”, adjunta el ejemplo: “Aragundi le tarasqueó la cara y lo dejó sangrando” y de dónde lo tomó: “Enrique Gil Gilbert, Nuestro pan. XXII”.
O “chauchar”, una forma coloquial de “Trabajar en un empleo de poca importancia o temporal, generalmente para ganar una pequeña cantidad de dinero que complementa los ingresos normales” y luego el ejemplo: “No están de acuerdo con el salario o con trabajar en una obra larga. En sus términos, prefieren chauchar”, tomado de “El Comercio”, con fecha 31.10.2012
O el sustantivo “jeta” que significa, dice el DAE, “Boca”, con su ejemplo “Contumelio se lamía la jeta al hablar. Alfredo Pareja Diezcanseco, Las pequeñas estaturas”.
Como dice Valeria Guzmán, lexicógrafa que trabajó en la confección del diccionario, este recurso le confiere un “alma”, un “espíritu” al DAE que transforma cada palabra en una historia.
Este diccionario —que parecería destinado al éxito editorial—, es un testimonio de la memoria lingüística y cultural del país, un reflejo de quiénes somos como ecuatorianos, con nuestras palabras y nuestros decires; una herencia que invita a reconocernos y a celebrar la riqueza de nuestra identidad a través del idioma.