Los hombres no reparamos
en lo bella que eres.
Yo te adoro como a una llaga.
El papel purísimo frente a ti,
como una nube de pie.
Y vienen las palabras
con tus pies de diamantes.
De pronto,
en el escaso campo de una hoja,
hay un trigal en horizonte,
un granero de perlas al viento.
Benditas tus escalas,
con piedrecillas de lágrimas,
por ellas mis dedos corren dichosos,
como serafines sonámbulos.
Imposible olvidar
el trote tierno de cabras
de tus pies marcados con estrellas.
Sobre tu palacio,
siempre están mis manos,
como una planta de hojas enormes,
y a veces, llueve dulce mi cabeza…
Tú que ordenas las ideas
en un rebaño que desciende.
Tú que callas en el punto,
como se clava la bandera
en la tierra conquistada.
Tú eres la ventana.
Por todo lo que eres,
recibe esta vez mis dedos,
sobre tus lomos azules,
como guerreros de sueño.
Fuente:
MARÍA AUGUSTA VINTIMILLA (estudio y selección), Antología de la poesía cuencana vanguardista. Cuenca : Casa editora de la Universidad del Azuay, 2023, pp. 137-138.