«Mis muertos queridos», por don Simón Espinosa Cordero
El primero, mar, que bate incansable los farallones, descansa y vuelve a golpearlos; el segundo: oasis, palmera y manantial; el tercero: montaña, que defiende del viento el valle…
El primero, mar, que bate incansable los farallones, descansa y vuelve a golpearlos; el segundo: oasis, palmera y manantial; el tercero: montaña, que defiende del viento el valle…
José Ortega y Gasset escribió en 1914, aquello de que “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Esta breve y profunda sentencia hizo historia, y persiste, clara y categórica…
Vamos, más que a palabras mal usadas, a palabras olvidadas; su abandono y omisión testimonian nuestro carácter social nulo, pobrísimo; nuestra existencia medida por ventajas materiales…
Los pasos iniciales de Viracocha están impregnados de los griegos Policleto el viejo y Mirón, el genio que instauró el movimiento en la escultura. Pero pronto volvió a su comarca indígena…
Academia Ecuatoriana de la Lengua ©2017-2024