Palabras de despedida del año que se va, por doña Susana Cordero de Espinosa

Compartimos con ustedes las palabras que doña Susana Cordero de Espinosa, exdirectora de la Academia, pronunció con motivo del fin de año en el almuerzo de corporación.

Su colaboración, queridos colegas, indispensable para mí, es digna de mi gratitud. A sus nombres añado el de María Augusta Vintimilla, numeraria de nuestra Academia recién nombrada en mi querida Cuenca.

Unos años de historia, que procuro acortar:

En 1997, hace veintisiete años, durante el gobierno académico de don Galo René Pérez, fui postulada por Piedad Larrea Borja, querida maestra y amiga, al nombramiento de miembro correspondiente de nuestra AEL; a ella dediqué mi primer discurso como miembro de nuestra Academia; desde entonces me entregué a la corporación con enorme afecto e interés; en la dirección del querido Carlos Joaquín Córdova, cada lunes, luego de haber dictado mis cursos en la Católica acudía a la Academia a conversar con él y a ayudar en lo que fuese necesario. Al acabo de cuatro años, —entonces había que esperar más tiempo para la promoción— fui nombrada numeraria; años después se asignaron letras a las respectivas cátedras, y me tocó la letra O, que hubiera ocupado, si vivía, la querida Piedad Larrea, muerta en 2001.

En 2004 fui Coordinadora del Área Andina en la elaboración del Diccionario panhispánico de dudas presentado en San Millán de La Cogolla, y trabajé hasta 2011 en la redacción del Diccionario de americanismos, cuya segunda edición solicité en Sevilla y ratifiqué en una reunión de directores de todas las corporaciones. Sabemos que un equipo de filólogos está trabajando ya en esta monumental obra, en Madrid, y confiamos en que pronto se inicien los envíos de avances a cada una de las academias. Por pedido de la RAE trabajamos alrededor de un año con Simón Espinosa y Ana María Jalil, su esposa, en la revisión de capítulos de la Nueva gramática para su reciente edición. Y sin que la realización del XVII Congreso Internacional de la Asociación de Academias de la Lengua hubiera sido un propósito para el fin de mi mandato —no cabe en este sentido sino una bella coincidencia de circunstancias difíciles— entre ellas la más importante, la concesión de la Universidad Internacional de La Rioja del doctorado honoris causa a Santiago Muñoz, director de la Real Academia así como al director de la Academia Colombiana, la primera corporación fundada en América, a la directora de la Academia Ecuatoriana y al director de la Academia Mexicana; acompañó a la solemne ceremonia en el viejo Monasterio de San Millán de la Cogolla, don Andrés Vallejo Arcos, embajador en Madrid, y se me anunció la entrega de una parte de la suma indispensable para realizar dicho Congreso en Quito. Con la donación de AECID, siempre presente, vivimos con éxito inolvidable para todos, nuestro Congreso en Quito, entre el 11 y el 13 de noviembre último.

Menciono brevemente los años transcurridos entre mi vida como catedrática en la Universidad Católica de Quito, desde 1966; mi colaboración de varios años con cursos los sábados de cada dos semanas sobre corrección idiomática en la Universidad Católica de Guayaquil. A partir del 2003, la fundación y enseñanza en la Universidad de Otavalo situada en el ámbito del antiguo y bello edificio del Instituto Otavaleño de Antropología, cuya rectora fui entre 2008 y 2013.

Al fundarse el diario HOY, en 1982, comenzó mi colaboración periodística en una columna de opinión. Poco más tarde cumplí en él la antigua sugerencia del padre Miguel Sánchez Astudillo, mi querido maestro en la PUCE, y redacté semanalmente Lenguaje para todos, sobre el uso correcto del español, base de mi Diccionario del uso correcto del español en el Ecuador, que cuenta con tres ediciones.

Dejé mi larga colaboración en HOY cuando Carlos Pérez Perasso y su hija María Teresa me ofrecieron una columna semanal en la página editorial de El Universo y otra sobre nuestra lengua: Un espacio para la palabra.

Durante los últimos años mantuve un artículo en la página editorial de diario El Comercio, contribución a la que renuncié.

Seguir recordando es inagotable y por poco caigo en la tentación de redactar estas palabras usando ecuatorianismos sin miedo; queden para otra ocasión los den diciendo, acompáñemen, no sean malitos, y los diminutivos a mansalva; vaya un aurita mismo, para empezar a rendir cuentas ante el ministerio sobre este último año transcurrido. Francisco Proaño Arandi es nuestro director desde el 10 de diciembre, pero evocaré por última vez el lapso largo y claro de dirección de nuestra sesquicentenaria Academia; en marzo de 2013, a la muerte de nuestro director, don Renán Flores Jaramillo lo subrogué, dada mi calidad de subdirectora. Más tarde fui elegida para dirigir nuestra AEL los primeros cuatro años y otros cuatro, luego… A ese último año se añadió el de la preparación de nuestro Congreso y solo puedo reafirmar que seguiré ligada con afán y trabajo a nuestra Academia. Algo apabullada como la primera directora, entre diecisiete directores varones que me precedieron en ciento cuarenta años, ser mujer y directora me suena a mí misma, casi como una equivocación…: la RAE en más de trescientos trece años de vida no ha tenido una mujer al mando; en esto, como en muchas otras circunstancias, América ha sido ejemplar…

Permítanme repetirlo con honda convicción: no hay alegría mayor que dejar el gobierno de la Academia a la que pertenezco desde 1997, a la que amo y debo mi honor y gran parte de las alegrías de mi adultez, en las buenas manos de Francisco y de su directorio.

A esta altura de mi vida y de mi circunstancia familiar y académica, luego de experiencias desafiantes y ricas que la vida no me ahorró, no espero dicha mayor que la de dejar, como quiero dejar este momento en la mente y el alma de ustedes, no ya el Gobierno de esta Academia, sino el amor por la palabra, la búsqueda de su conocimiento y su dominio, la alegría de este reconocimiento y pertenencia, y para mí, el comienzo de un nuevo modo de ser, de vivir y de escribir…

Muchas gracias
Swissôtel, martes 17 de diciembre de 2024

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