¿Tú versos me demandas, beldad pura?
¿Pídesme que, tomando el aúrea lira,
Entone yo los cánticos que inspira
Un númen misterioso al trovador?
¿Qué incienso habrá que de exhalarse digno
Sea de tu alabanza en los altares?
¿De tu ardiente belleza qué cantares
Dignos serán? y de tu sien, que flor?

¿No sabes que tu frente es mas hermosa
Que la mas bella flor de alba pura?
¿No sabes que es mas dulce tu hermosura
Que el mas dulce cantar del trovador?
¡Ah! No pidas que cante al vate humilde!
Ante tí ¿qué hará mas que contemplarte?
Y en viéndote, ¿qué hará mas que adorarte?
En un silencio de estasís y amor?

¿Qué podré, pues, decir en tu alabanza,
Cómo podré enzalzar tus gracias raras,
Si para ofrenda, de tus ricas aras
Apenas digno fuera un corazón?
Si para la corona de tus sienes
Modoras, sin lustre son las flores,
Si el vate que a entonar va tus loores
Halla ronca la lira, sordo el son?

Pinten otros tu talle cual la caña
Que de las auras tiembla al manso vuelo,
Tus ojos que son puros como el cielo,
Tus labios de suavísimo arrebol;
Y digan que sonries como el alba
Que como el vago céfiro suspiras,
Que amor, deleite ¡embeleso inspiras,
Que brillas, que deslumbras como el sol!

Yo callaré. Otra mas dulce lira
Te cantará mas digna de cantarte;
Yo solo quedaré para admirarte
En solitaria y muda adoración;
Si bien la lengua del silencio dice
Lo que quiere callar labio discreto,
Y temo que traidor venda el secreto
Que pretende ocultar mi corazón.

Nota: se ha mantenido la ortografía del texto original.

Fuente: JULIO ZALDUMBIDE, Poesías completas. Precedidas de un estudio crítico por don Luis Cordero y ensayos de Alejandro Carrión y Luis Pallares Zaldumbide. Quito : Casa de la Cultura Ecuatoriana «Benjamín Carrión» : Comisión Nacional Permanente de Conmemoraciones Cívicas, 1988, pp. 277-278.