Madre mía, tú sabes que cuando uno está enfermo
todo se dificulta:
hacer. Pensar, reír. Y amar.
Tú sabes muy bien que cuando uno está enfermo
todo se hace insufrible:
el ruido de la máquina. El chirriar de la puerta. Y la voz.
Madre mía, tú sabes que cuando uno está enfermo
todo se vuelve trágico:
el color de la luna. El bramido del viento. Y yo.
Tú sabes muy bien que cuando uno está enfermo
todo se vuelve lívido:
la manzana en la mano. El eco del olvido. Y Dios.
Madre mía, tú sabes que cuando uno está enfermo
todo se hace adorable:
la sonrisa de un niño. La caricia de un ala. Y tú.
Tú lo sabes muy bien…
Y si lo sabes, di:
¿por qué te duelo tanto?
(Tomado de Antología poética ecuatoriana, 1982)