
«El engreído», por don Juan Valdano
En mi ciudad, allá por los años 60, había un influyente canónigo de prominente presencia, alto como una torre y obeso como un tonel, su estentórea voz resonaba al interior de las elevadas naves de la catedral.
En mi ciudad, allá por los años 60, había un influyente canónigo de prominente presencia, alto como una torre y obeso como un tonel, su estentórea voz resonaba al interior de las elevadas naves de la catedral.
Ahora que con palabras / haces el sol en la arena, / ahora que con el agua / vas al mar de las ideas: / yo sé que tu luz empieza / a ser mágica y eterna, / yo sé que tu luz madruga / en los reinos…
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