
El simposio denominado «La Academia Ecuatoriana y el Estado nacional», organizado por la Academia Ecuatoriana de la Lengua y el Colegio de América, Sede Latinoamericana, de la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Ecuador, se llevó a cabo los días 15 y 16 de abril de 2025. Compartimos con ustedes la ponencia que don Carlo Landázuri Camacho preparó para la ocasión.
«La coyuntura política en el Ecuador a mediados del siglo XIX», por don Carlos Landázuri Camacho
INTRODUCCCIÓN
Al planificar esta pequeña ponencia sobre el tema propuesto, caí en cuenta de que la situación política del Ecuador a mediados del siglo XIX tiene sus raíces en el entonces reciente proceso independentista (1808-1830) que había dado origen al país. Por ello, parece indispensable plantear el tema comenzando por señalar ciertos rasgos de la Independencia ecuatoriana e hispanoamericana.
LA INDEPENDENCIA
Solía asumirse que la Independencia hispanoamericana se produjo porque las antiguas colonias españolas en el Nuevo Mundo se habían convertido en “naciones” y ya no querían seguir formando parte del Imperio Español. Se produjo, entonces, un largo conflicto internacional, entre esas naciones y España, que culminó con la victoria de las primeras y la creación de los actuales Estados hispanoamericanos independientes.
Los recientes estudios históricos sobre el tema, que se han producido a propósito del bicentenario de la Independencia, han cuestionado esas suposiciones en varios sentidos. En primer lugar, hoy se plantea que las naciones no fueron la “causa”, sino la “consecuencia” del proceso independentista, es decir, que la formación de las nuevas naciones se dio como resultado de las largas guerras que produjo ese proceso, y no al revés. Y eso sucedió no solamente en Hispanoamérica, sino también en la propia España, que en esos mismos años estaba peleando la difícil y costosa “Guerra de la Independencia Española” (1808-1814) contra la invasión de Napoleón a la Península[1].
En segundo lugar, esas posiciones “revisionistas” plantean que las guerras por la Independencia en Hispanoamérica no fueron, propiamente, guerras “internacionales”, es decir, entre España y los nuevos países hispanoamericanos, sino, más bien, “guerras civiles”, en las que la inmensa mayoría de los combatientes, de los recursos y de los costos de la guerra, tanto en el lado “patriota”, como en el “realista”, fueron puestos por los americanos.
El caso ecuatoriano parece concordar plenamente con ambos planteamientos. Como, para mostrarlo, no podemos analizar aquí todas las guerras de la Independencia, mencionaremos solo dos ejemplos, tomados del comienzo y del final del proceso independentista en el Ecuador actual.
En el Ecuador, la guerra comenzó después del 10 de agosto de 1809, cuando los patriotas quiteños internaron formar un nuevo Estado independiente, no tanto de la monarquía española, cuanto de las capitales virreinales vecinas, Bogotá y Lima. Su movimiento fue derrotado por las tropas enviadas desde el Perú por el virrey José Fernando de Abascal y Sousa: los “pardos de Lima”. Tanto Abascal, como el comandante de esas tropas, el teniente coronel Manuel Arredondo, eran, por supuesto, españoles, pero la inmensa mayoría de los soldados, eran americanos: tanto los “peruanos”, como los refuerzos que se les sumaron en Guayaquil y en Cuenca. Como era natural, España, enfrascada en su propia Guerra de la Independencia, no podía enviar ningún ejército para someter a los americanos.
Lo mismo pasó en la última batalla por la Independencia librada en suelo ecuatoriano: la Batalla de Ibarra del 17 de julio de 1823. En ella se enfrentaron el ejército patriota, comandado por Simón Bolívar (esa fue la única batalla que dirigió personalmente el Libertador en territorio ecuatoriano) y el ejército que luchaba por el Rey, bajo el mando del coronel Agustín Agualongo, mestizo de Pasto, después ascendido a general por Fernando VII. En la Batalla de Ibarra, que tantas muertes causó al ejército realista, prácticamente todos los combatientes eran americanos.
Pero, como es sabido, el triunfo del Pichincha y el de Ibarra no produjeron la independencia del antiguo Reino de Quito, como lo pretendieron los patriotas quiteños de 1809, sino la ratificación del sueño de Bolívar: el establecimiento de la República de Colombia, integrada por los Departamentos del Norte (Venezuela), del Centro (Colombia y Panamá) y del Sur (Ecuador). También es sabido que la República de Colombia (llamada después la “Gran Colombia”, para distinguirla de la Colombia actual) no duró mucho y se deshizo en 1830, tras el fracaso del centralismo bogotano, que tomaba muy poco en cuenta las aspiraciones del Norte y, especialmente, del Sur.[2]
Así, la República del Ecuador, el nuevo Estado que se decidió formar el 13 de mayo de 1830 y se concretó mediante la Constitución de Riobamba en septiembre de ese mismo año, era uno que nacía muy débil. Lo mostraremos mencionando tres ejemplos ilustrativos: (1) El nombre de “Ecuador” era un nombre “neutral” que poco significaba, pero que resultaba aceptable para todos, especialmente para los notables de Guayaquil y Cuenca y de los demás pueblos del país. (2) El congreso constituyente se reunió en Riobamba, una ciudad también “neutral”, aceptable para los notables de Quito, Guayaquil y Cuenca. (3) Se nombró como primer presidente al general Juan José Flores, venezolano, uno de cuyos méritos era, precisamente, el no ser ni quiteño, ni guayaquileño, ni cuencano.
Ninguno de los tres puntos mencionados es, de suyo, muy importante, pero, en conjunto, ponen en evidencia que la unidad entre las diversas regiones del nuevo país no era suficientemente fuerte. Por el contrario, las antiguas Gobernaciones de Guayaquil y de Cuenca recelaban el centralismo quiteño y, después del fracaso de la “Revolución Quiteña” de 1809-1812, Quito –de lejos la ciudad más poblada e importante de la antigua Audiencia– sabía que lograr el apoyo de las otras capitales era una tarea delicada y difícil. En otras palabras, la construcción de una verdadera “nación ecuatoriana” era una meta todavía pendiente.
LA CRISIS NACIONAL DE 1859
Sin analizar, por falta de tiempo, muchos otros episodios de la vida ecuatoriana durante la primera mitad del siglo XIX, todo lo anterior contribuye a explicar por qué en 1959 se produce una “crisis nacional” en la que el Ecuador se divide en 4 gobiernos autónomos.
Durante el gobierno de Francisco Robles (1956-59), debido al mal manejo de la deuda externa (entrega de tierras de Esmeraldas y el Oriente a los ingleses, intervención militar peruana, intento de arrendar Galápagos a los EE. UU) se produjo un golpe de Estado en Quito. A partir de entonces, se formaron 4 Gobiernos independientes en el actual Ecuador: Uno en Quito (encabezado por un triunvirato liderado por Gabriel García Moreno); otro en Guayaquil (dirigido por el general Guillermo Franco); un tercero en Cuenca (presidido por Jerónimo Carrión) y el cuarto en Loja (que se proclamó “Distrito Federal”, bajo el mando de Manuel Carrión Pinzano). Esa crisis terminó en septiembre de 1860, cuando el Gobierno de Quito, con la conducción militar del general Juan José Flores, tomó Guayaquil y puso fin al “Período Marcista”, que había comenzado en marzo de 1845.
El enfrentamiento entre las élites regionales de 1859-60 puso en riesgo la existencia misma del Estado ecuatoriano y evidenció lo ya anotado: treinta años después de la Independencia, la nación ecuatoriana estaba todavía en proceso de creación. Y eso no debería asombrarnos, pues las naciones no son realidades físicas o naturales, independientes de la voluntad humana, como un monte o un árbol, sino, en buena medida, creaciones de los seres humanos. Más todavía, las naciones tampoco se parecen a un edificio o una carretera, que –una vez construidos– siguen existiendo en forma independiente de sus creadores, sino que se asemejan, más bien, a una idea o una actitud, cuya supervivencia depende de la aceptación y recreación constantes por parte de las sucesivas generaciones.
Para terminar esta breve ponencia, conviene plantear algunas ideas sobre García Moreno y el Período Garciano.
EL “PERÍODO GARCIANO” (1860-1875)
En todo caso, una vez superada la crisis de 1859, resultaba evidente que era necesario fortalecer la todavía endeble nación ecuatoriana. En la práctica, eso se logró durante el “Período Garciano” a través de la consolidación del Estado, mediante la centralización y la represión. En lo posterior, por supuesto, el Estado y la nación ecuatorianos han experimentado diversas dificultades y crisis, pero ya no se ha recurrido a la idea de dividir el país en varias regiones independientes.
Gabriel García Moreno (1821-1875) fue uno de los presidentes mejor preparados del Ecuador decimonónico. Estudió en el Colegio Nacional de San Fernando de Quito. Se doctoró en Jurisprudencia en la Universidad de la misma ciudad. En París, estudió química, ciencias exactas e historia de la Iglesia católica. De personalidad autoritaria y fuerte y de fuertes convicciones católicas, muchos lo consideran un líder autoritario, incluso tiránico.
En el “Período Garciano” se crearon los primeros bancos en el Ecuador. Se incrementaron las exportaciones y se diferenciaron las economías regionales. Se realizó la reconstrucción de Ibarra, destruida por el terremoto de 1868. Se fortaleció el poder latifundista tradicional. Se fortaleció el comercio internacional. Se realizó una profunda y exitosa reforma fiscal, que duplicó los ingresos del Estado.Se optimizó el uso de esos recursos, manejándolos con inteligencia y honorabilidad. Se dio un muy notable impulso a la educación: la población escolar creció a más del doble; se creó la Escuela Politécnica Nacional; se creó el Observatorio Astronómico de Quito, el mejor equipado de Sudamérica en ese momento; se fundó la Academia Ecuatoriana de la Lengua (1874). Se desarrolló un importante programa de obra pública, especialmente vial y se comenzó la construcción ferroviaria. En todo este programa, García Moreno utilizó a la Iglesia Católica de diversas maneras.
En síntesis, desde la perspectiva que aquí interesa, en este período se logró consolidar la existencia del Estado ecuatoriano. Por esa razón, algunos historiadores han llamado a Gabriel García Moreno “el segundo fundador de la República”.
[1] Véase Tomás Pérez Vejo, “Nuevos enfoques teóricos en torno a las guerras de independencia”, Procesos: Revista ecuatoriana de historia (34, 2º semestre 2011, Quito) 5-36.
[2] Véase David Bushnell, El régimen de Santander en la Gran Colombia (Bogotá: Ediciones Tercer Mundo / Facultad de Sociología de la Universidad Nacional, 1966), especialmente el capítulo XIX, “La difícil situación del Ecuador”, 341-349.