«Mera y Montalvo, duelo a bastonazos», por don Diego Araujo Sánchez

Las dos mayores personalidades literarias del siglo XIX ecuatoriano se enfrentaron un día en un sorpresivo duelo a bastonazos. Los dos Juanes nacieron el mismo año de 1832, en Ambato. Ambos gozaron de la privilegiada naturaleza de la zona y de las propiedades familiares aledañas de Ficoa...

Las dos mayores personalidades literarias del siglo XIX ecuatoriano se enfrentaron un día en un sorpresivo duelo a bastonazos. Los dos Juanes nacieron el mismo año de 1832, en Ambato. Ambos gozaron de la privilegiada naturaleza de la zona y de las propiedades familiares aledañas de Ficoa, la Liria y Atocha.

El padre de Juan León Mera Martínez abandonó la casa antes de que naciera su primogénito; este, en uno de sus cantos juveniles, lamenta no haber hallado las caricias de su progenitor al abrir los ojos a la vida y agradece al río Ambato que lo arrulló con sus sosegados murmullos. A Juan León le enseñó las primeras letras y le indujo a la lectura su madre; corroboró en su educación su tío Nicolás Martínez y se formó como ejemplar autodidacta. Juan Montalvo Fiallos aprendió a leer en su ciudad natal y completó su enseñanza en la capital en el colegio de San Fernando y en el seminario de San Luis e inició sus estudios en la Universidad quiteña. Amigo común de los dos escritores fue Julio Zaldumbide. A la edad de veinte años, Mera viajó a Quito a adiestrarse en la pintura en el taller de los Salas; desde entonces, además, cultivó con Zaldumbide una permanente amistad. Los signos ideológicos opuestos no cortaron jamás esa relación, aunque García Moreno llamó “infame coplero” al mayor poeta romántico y hasta atribuyó el terremoto de Ibarra a un castigo divino por haber dado los católicos el voto a Zaldumbide para representante de Imbabura en el Congreso. Pero, en el caso de Montalvo y Mera, se rompió para siempre la inicial amistad juvenil al situarse este último como admirador y colaborador de García Moreno y aquel como su opositor y virulento enemigo político.

Un conflicto en el que estuvieron de por medio afectos familiares agravó la enemistad: el tío de Mera, Nicolás Martínez, había sido designado por García Moreno gobernador de Tungurahua; los gobiernos posteriores de Carrión y Espinosa pastoreados por García Moreno le mantuvieron en esas funciones. Sin embargo, una disputa entre jóvenes colombianos y un pariente del gobernador llevó a Nicolás Martínez a separase del cargo. Como reemplazo fue designado un hermano de Montalvo. Este incidente provocó recíprocas acusaciones y ofensas en hojas sueltas y panfletos.

Durante el primer periodo presidencial garciano, Montalvo regresó enfermo del viaje a Europa y se recluyó en su ciudad natal; desde 1866, entregó en intermitentes publicaciones periódicas El Cosmopolita, en cuyas páginas, entre múltiples temas misceláneos, dirige sus críticas contra el gobierno tiránico de García Moreno. Desde entonces los dos escritores acrecentarán sus irreconciliables diferencias: Mera fue cercano colaborador de García Moreno en la segunda presidencia; Montalvo permaneció en el exilio. Este extremó su anticlericalismo; aquel hizo una vigorosa defensa de la Iglesia y los principios católicos; las páginas de la Dictadura perpetua movieron a los jóvenes liberales a participar en el asesinato a García Moreno; Mera apoyó su tercera reelección… Tras el magnicidio, el gobierno de Borrero, que tuvo el apoyo inicial de los radicales y luego su oposición, fue interrumpido por la dictadura de Ignacio de Veintemilla que, designado presidente por la Asamblea de 1878, siguió gobernando con facultades extraordinarias como dictador. Montalvo escribió la más violenta caricatura contra Veintimilla en su virulentas Catilinarias. Mera describió también sus abusos bárbaros en su historia de La dictadura y la restauración.

El encontrón entre los dos escritores se produjo en julio de 1868. Dos versiones de la pelea narran los biógrafos de uno y otro. En una de ellas, cuando Juan Montalvo cruzaba en un paseo solitario el puente de Atocha sobre el río Ambato, “balanceándose suavemente sobre su bastón gordo con nervio de estoque acerado”, salía al mismo tiempo Juan León Mera de su quinta a la ciudad, “apoyándose en un bastón de caña brava y cubierto la cabeza con un sombrero alón jipijapa” para atravesar ese puente. Allí “se dieron el cordial saludo a garrotazos”. Según Óscar Efrén Reyes:

fuese porque su contrincante actuase más poderoso; o fuese porque no tuviese suficiente práctica en esa clase de batallas, Montalvo muy pronto tuvo que batirse en retirada, habiendo perdido su bastón y su sombrero en la refriega. A la tarde, un labriego de Atocha iba, de parte de Mera, a entregarle atentamente, en su casa, el sombrero ya acepilladito, aunque inevitablemente estrujado y magullado.

Según la otra versión que recoge Darío Guevara, Montalvo agredió primero a bastonazos a Mera y le quebró el ala del jipijapa. “Pero el garroteado devolvió los garrotazos blandiendo su bastón caña brava sobre la cabeza y el cuerpo de su contendor que, en furor de la batalla, de un momento a otro, se vio sin bastón y sin sombrero”. Cuando un sirviente de la quinta de Atocha quiso salir en defensa de Mera, este se lo impidió: “Aquí peleamos como hombres y terminaremos como caballeros”, gritó. “Pocos instantes después, mutuamente se tomaron del brazo y entraron en la ciudad haciendo promesa de guardar el secreto del incidente”.

El sombrero fue entregado al día siguiente por el sirviente a Montalvo, pero el bastón lo dejó en la casa del otro Juan, “como arma ganada en buena guerra; y Mera conservó la reliquia hasta el último día de su vida”.

Pedro Fermín Cevallos en carta a Juan León cuenta que en Quito se difundió la noticia de que Montalvo había ido a la quinta de Mera, le había dado algunos palos y regresado para su casa. Pero resume otra versión que conoció por el propio Mera: los dos escritores “se encontraron, se insultaron y se dieron algunos palazos. Parece también que en la lucha que tuvieron, Mera se mostró más forzudo que el otro, pues sé que Montalvo fue echado al suelo”, escribe Cevallos y, en otra carta, recomienda a su amigo y compadre Juan León algunos remedios caseros para aliviarse de los golpes y el nombre de algún médico para aliviar sus dolores, lo cual es una evidencia de que le llegaron también a Mera los bastonazos de su rival.

*Una versión editada de este artículo apareció en la Revista Mundo Diners, de mayo de 2025.