Texto de don Gonzalo Ortiz Crespo sobre «Luz y silencio. Montañismo y exploración en las cordilleras del mundo», de don Gustavo Fierro Carrión

El pasado 20 de noviembre de 2025, en la presentación del libro «Luz y silencio. Montañismo y exploración en las cordilleras del mundo», de don Gustavo Fierro Carrión, don Gonzalo Ortiz Crespo leyó el texto que reproducimos ahora para ustedes.

El pasado 20 de noviembre de 2025, en la presentación del libro Luz y silencio. Montañismo y exploración en las cordilleras del mundo, de don Gustavo Fierro Carrión, don Gonzalo Ortiz Crespo, subdirector de la corporación, leyó el texto que reproducimos ahora para ustedes.

Señoras y señores:

Estoy muy honrado de presentar esta noche el libro “Luz y silencio. Montañismo y exploración en las cordilleras del mundo” del doctor Gustavo Fierro Carrión.

Antes de adentrarme en lo que escrito, permítanme saludar de manera especial al Dr. Gustavo Fierro, querido y admirado amigo desde hace muchas décadas, padre del autor del libro que presentamos esta noche.

Esos aplausos que resuenan espontáneos son una muestra del afecto que todos tenemos para Gustavo Fierro, padre, y toda su familia.

Vuelvo a mis líneas.

Este es un libro extraordinario por las maravillosas fotografías que contiene y por las emocionantes narraciones que el autor hace de sus exploraciones por el mundo. Dividido en 17 capítulos, el autor nos lleva por

  • las montañas del secreto y misterioso reino de Bután;
  • las del Himalaya Central en Uttarkhand, y
  • las del Himalaya Lahul, en Thirot Nala, Himachal Pradesh, ambas en el norte de la India
  • las del Himalaya Oriental, al este del Kachenjunga;
  • las de Cachemira, el circuito más difícil del mundo;
  • las del este del Tibet;
  • las islas y el continente de la Antártida;
  • las de Mongolia occidental;
  • el Circo de los Altares y el glaciar Viedma, en la Patagonia Argentina;
  • el extremo oriental de la Siberia, la península de Kamchatka en la Federación Rusa;
  • el archipiélago de Tierra del Fuego en Chile y luego, de nuevo,
  • el Nepal.

Tan lejanas y extrañas tierras son las que desfilan por este libro.

Además, el autor hace un homenaje final, con fotos y en texto a los habitantes de las montañas y de las regiones altas del planeta.

Gustavo es un gran fotógrafo y un gran narrador. Porque nos lleva de la mano a sus extensas excursiones, a los desafíos y bellezas que encierran las montañas. Lo hace con un estilo claro, atrayente, sin pretensiones, pero que transmite, por su ritmo y por las palabras que escoge, la verdad de su experiencia en la montaña.

Uno de los méritos que tiene el estilo de Gustavo Carrión es el uso muy apropiado de los adjetivos. Eso me llamó la atención desde la primera lectura, Es sabido que los adjetivos enriquecen el estilo porque permiten precisar, matizar, incluso colorear la información que transmitimos.

Precisión, porque el lector sabe con mucha más claridad qué tipo de paisaje, templo, camino, roca o montaña está describiéndonos el narrador. Los adjetivos añaden detalles que acotan la imagen mental. Pero, además, los adjetivos crean atmósferas y sensaciones, y son herramientas esenciales para dar tono y clima al texto. Estos sirven para describir rasgos físicos, pero también rasgos psicológicos o sociales. Así, Gustavo modela su voz narrativa y construye personajes o escenarios creíbles, y, en consecuencia, nos transmiten su actitud, la valoración de lo que el ve y experimenta, su postura frente a los hechos.

El libro está lleno de ellos, per centrándome solamente en el primer capítulo, fíjense que recogí más de 150 adjetivos, una muestra muy rica y variada. Y aquí van a tener ustedes una experiencia. Permítanme que les lea, los que encontré. Los dicté a la computadora mientras los iba encontrando al releer el capítulo. Y luego le pedí a la inteligencia artificial que me los pusiera en orden alfabético. Estos son los adjetivos que aportan, como digo, aportan precisión, ritmo y belleza al texto.

Hélos aquí.

AbsolutoEspiritualMajestuoso
AccidentadoEsplendorosoMaravilloso
AdaptadoEsquivoMilitar
AgraciadoEstimulanteMisterioso
AisladoEstrechoMontañés
AltoEstupendoNuevo
AltísimoExigenteObsoleto
ApacibleExtraordinarioPeligroso
ApetecidoExuberantePequeño
ApartadoFácilPortentoso
ArenosoFantasmalPróspero
AusteroFértilPrivilegiado
BelloFinoProfundo
BienaventuradoFormalPúblico
BlancoFríoQuerido
CalienteFrecuenteRadiante
CimeroFrondosoReligioso
ColosalFuerteRemoto
ColoridoGiganteResplandeciente
ComplejoGigantescoRiguroso
CompuestoGrandeRocoso
ConstanteGruesoSagrado
CortoIdealSalado
CorpulentoIncesanteSeminómada
CultivadoInclementeSecreto
DensoInfértilSilencioso
DeslumbranteInmaculadoSimétrico
DiminutoInodoroSinuoso
DramáticoInesperadoSolo
EficienteImpresionanteSoberbio
ElevadoInmensoSublime
EncañonadoInmóvilSuave
EnmarañadoIrrealÚnico
EnormeIrregularVenerado
EsbeltoLlamativoVibrante
EscasoLargoVistoso
EsencialLejanoSubtropical
EspantosoMagnífico 

¿Ven la variedad y riqueza de los adjetivos que emplea Gustavo Carrión? Añadidos a los sustantivos obviamente, a los que califican o determinan, esa es la función del adjetivo, dan al texto, como decía, ritmo y precisión. El texto se vuelve más fluido, más auténtico, y evoca las sensaciones y sentimientos del montañista.

No digo que sean solo los adjetivos, al contrario: las frases bien construidas, la forma en que va construyendo su texto, narrando el progreso de su aventura, de su ascensión, de su exploración son claves. Pero los adjetivos enriquecen su estilo al ampliar el significado de lo que narra, y así las imágenes que pinta son imágenes vivas, con emociones, con matices con atmósfera.

Podría seguir analizando el estilo del libro, pero creo que he apuntado ya lo esencial.

Pero, además del estilo, encuentro que el libro tiene mensajes profundos, y quizás el primero que capto es el de la montaña como maestra.

Gustavo Fierro Carrión muestra en su obra que las montañas no solo se conquistan: se leen, se aprenden. Es un libro sobre esos otros inmensos libros que son las montañas.

En esta obra aparece constantemente el contraste entre la pequeñez humana y la grandeza natural, y el autor convierte ese contraste en sabiduría, humildad y sensibilidad.

Recuerdo, entre tantas cosas asombrosas, cuando cuenta del más profundo cañón de la Tierra, que queda junto a una de las montañas más altas de la Tierra, por lo que el desnivel entre el fondo del río encañonado y la cumbre de la montaña, es de doce mil metros, ¡doce mil metros! ¿No debe uno sentirse pequeño y humilde ante esa descomunal maravilla?

La otra cosa que uno va entendiendo, conforme avanza en los textos del libro es el título, porque “Luz y Silencio” vienen a ser metáforas de la experiencia humana.

La luz como revelación, belleza, claridad que se descubre en el ascenso. El silencio como espacio interior, como pausa vital, como comunión con el entorno.

Por eso me place destacar que el libro no solo registra rutas, sino estados del alma.

Así, la obra de Gustavo Fierro viene a ser un viaje visual, geográfico, geodésico, botánico (Gustavo se preocupa mucho de las plantas y nos da los nombres científicos de cada una) pero al mismo tiempo un viaje emocional.

Por eso, vuelvo a resaltar la calidad de las fotografías: no solo porque ilustran, sino porque transportan, invitan a sentir altura, el frío, la calma, el vértigo, y siempre el asombro ante la escala… portentosa sería el adjetivo que usaría Gustavo, la escala portentosa de la naturaleza.

Cada imagen funciona como una ventana hacia un mundo donde la naturaleza aún impone respeto.

A su vez, las narraciones atrapan, porque mezclan la aventura, el riesgo, el asombro y la reflexión que aparece en cada relato. Asombro y reflexión sin pedanterías, sino como algo natural del explorador ante las cordilleras del mundo, a las que el autor, con su capacidad para narrar lleva al lector, como de la mano, haciéndolo partícipe de decisiones, de miedos y euforias.

Hay otro valor que quiero destacar. Y es la del libro como cartografía de cordilleras del mundo.

Porque el libro tiene un gran valor documental. Probablemente no hay montañista del Ecuador que haya explorado tal diversidad de montañas, tan distantes entre sí, y mucho menos que lo haya registrado en un libro, que viene a ser un caleidoscopio de paisajes y de culturas.

El libro conecta diferentes regiones del planeta a través de un hilo común: la pasión por ascender y descubrir.

El montañista, en este caso Gustavo Fierro, es un testigo del planeta

El explorador contemporáneo es también un observador del cambio climático, de la fragilidad de glaciares y ecosistemas.

Así, el libro registra, sin estridencias, una realidad que pide atención.

Finalmente, el libro es un homenaje al espíritu de exploración.

Es un tributo a quienes se atreven a ir más allá de lo visible, a quienes caminan hacia donde el mapa se vuelve incierto. Gustavo Fierro explícitamente lo hace al relatarnos datos y biografías de otros exploradores que, antes que él, se aventuraron por esos parajes, abrieron rutas, dejaron enseñanzas.

Y esto lo hace Gustavo Fierro Carrión con curiosidad, disciplina, valentía y respeto absoluto por la naturaleza y por los habitantes de las zonas altas del planeta. Nos describe sus vestimentas, sus costumbres, cómo se hace amigo de ellos, la relación que tiene con quienes ascienden con él y con quienes se cruza en el camino, incluso nos describe los animales que cuidan, los animales que transportan, incluso los animales que viven en esas alturas vertiginosas.

Como montañista que fui en mi juventud —desde niño, con mi padre, luego, como alumno de los jesuitas lo fui, tanto en el Colegio Loyola, donde formé parte de Alerta, el grupo de montañismo de ese Colegio, cuanto, después, del Ascensionismo del colegio San Gabriel, y más tarde en los años universitarios también—, el libro me ha llegado profundamente.

Me ha hecho vivir unas aventuras ajenas. Pero me ha hecho revivir mis propias aventuras en la montaña. Me ha traído a la memoria momentos parecidos que uno vive cuando asciende a las cumbres. En mi caso, solamente las de los Andes. Y alguna privilegiada ocasión, ya con mi mujer, a un par de cumbres en los Alpes europeos. Siempre he soñado en llegar a la Patagonia Argentina. Y mucho más. El sueño se vuelve ambicioso cuando uno piensa en el Himalaya. Pero si eso no me ha sido dado en la vida, Gustavo Fierro en este libro me ha hecho participar con él de esas aventuras en tierras lejanas, de esas conquistas de cumbres extrañas, de esas excursiones por riscos imposibles, de esos collados, canaletas, acantilados, ventisqueros, y del compañerismo que se crea en las cumbres ante el reto extremo de subir a las grandes altitudes del planeta.

El libro es, y lo digo sin ambages, una invitación a salir, a mirar con otros ojos, a encontrar nuestra propia “cumbre”, cualquiera que esta sea.

En este sentido, la experiencia del lector conecta con el sentido profundo de la obra: transformar la mirada con la que vemos el mundo y con la que nos vemos a nosotros mismos.

Muchas gracias.

Academia Ecuatoriana de la Lengua
20 de noviembre de 2025