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«La mala noche», por Óscar Vela Descalzo

El título es mucho más amplio de lo que parece, tan amplio que es posible abarcar con él toda una vida de sufrimientos, de besos impostados, de entregas fingidas, de pasiones reprimidas por asco o miedo.

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Afiche de la película

El título es mucho más amplio de lo que parece, tan amplio que es posible abarcar con él toda una vida de sufrimientos, de besos impostados, de entregas fingidas, de pasiones reprimidas por asco o miedo. Resulta tan amplio que envuelve además el desarraigo forzado, la esclavitud y el anonimato de miles de mujeres. Y es que esa noche no es en realidad una sola noche, son todas las noches de esas vidas escritas en clave de terror o suspenso, signadas por los golpes recibidos en los lances de apariencia amorosa que terminan en un hospital o a veces en la morgue, noches surcadas por un alarido, marcadas por las cicatrices de la piel y también las del alma, ésas que nunca, bajo ninguna circunstancia, se logran borrar.

Solo por ponerle un nombre, esa noche se llamará Dana, pero la anterior fue Silvia y la otra, Soledad, y la siguiente será, por ejemplo, Eva. Todas las noches tienen el nombre de una mujer que no volverá a casa. Pero algunas llegan a ser tan temibles y voraces que se tragan de una vez varios nombres, nombres que solo son pronunciados con diminutivos, que llevan trenzas y binchas de colores, o que en ocasiones cargan una muñeca o un peluche maltrecho en la mano. Ellas, tan pequeñas y ajenas a la oscuridad, tan temerosas de quedarse solas y desamparadas, tampoco suelen volver a casa.

La Mala Noche’ es una película estremecedora e impactante que conjuga una historia potente con enorme suspenso. No en vano fue reconocida poco antes de su estreno como Mejor Película Internacional en la edición número 25 del New York Latino Film Festival de HBO. Su directora y productora, Gabriela Calvache, que ya tiene varios galardones, visitó hace años una casa de acogida de niñas y adolescentes rescatadas de burdeles y casas privadas en las que eran recluidas con promesas falsas, engaños e imposiciones para ser convertidas en prostitutas. Allí nació esta historia.

La explotación sexual se ha convertido en la nueva forma de esclavitud del siglo XXI. Millones de mujeres, niñas y niños son víctimas de una actividad que genera ingresos por pornografía, espectáculos eróticos y, sobre todo, prostitución. Detrás de cada uno de esos cuerpos desnudos que se exhiben en revistas, redes, escenarios o espectáculos, hay una tragedia personal y familiar, hay violencia, secuestro, extorsión, drogas, esclavitud, mafias…

Si se tratara de una historia de ficción (que lo es en parte), diríamos que la trama de ‘La Mala Noche’, es angustiosa, pero cuando comprendemos que esa ficción ha sido tejida con historias reales, que Dana, la protagonista, interpretada por la actriz Noëlle Schönwald, encarna la vida real de miles de mujeres que son obligadas a permanecer en ese mundo a la fuerza, bajo chantaje y amenazas, resulta ciertamente estremecedora e impactante.

Y es que la prostitución envuelve entre sus velos de seda falsa, sus bambalinas, sombras, tacones, delineadores y carmín, lo más decadente y pérfido de la humanidad.

Este artículo se publicó originalmente en el diario El Comercio en esta dirección: https://www.elcomercio.com/opinion/oscar-vela-descalzo-mala-noche.html.

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