
El Diccionario académico de ecuatorianismos, publicado por la Academia Ecuatoriana de la Lengua trae la siguiente entrada:
guagua (Del quichua wawa, `niño´)
m. y f.
1. Niño de pecho.
2. Niño de corta edad.
3. Hijo, especialmente cuando se halla en la infancia.
Con la autoridad de la Academia como base, podemos afirmar que en nuestro castellano ecuatoriano es correcto decir “guagua” cuando hablamos o escribimos en este idioma; otra cosa será cuando lo hagamos en quichua. Nótese, además, que la Academia escribe “quichua” y no “kichwa” porque los ecuatorianismos se usan dentro del idioma español. Esta es una de las razones por las cuales duelen los ojos al leer “Quitowawa”, un loable proyecto del Municipio capitalino, ya que nuestra entidad no usa dos idiomas sino uno, el castellano, para comunicarse con los habitantes de su jurisdicción.
Pero se da otro motivo, más profundo y trascendente: al usar “wawa” se está abandonando y traicionando toda una tradición de mestizaje cultural. Desde la conquista española se ha dado un proceso, doloroso y problemático es cierto, de mutua influencia entre los aportes hispánicos y los indígenas en varios órdenes de la vida, entre ellos el lingüístico; esta influencia es el resultado del mestizaje étnico, elemento valioso de nuestra nacionalidad. Por ello, tanto los criollos como los mestizos que hablamos castellano con ecuatorianismos, entre ellos quichuismos enriquecedores del habla, deberíamos mantener la forma española de receptar esos aportes.
El decir, y escribir, “guagua” y no “wawa”, “guambra” y no “wampra”, “cancha” y no “kancha”, nos mantiene vinculados con nuestra Historia, nos ayuda a sentirnos vinculados entre todos, sin ahondar diferencias que, a la larga, se convierten en un lastre más en el camino de la unidad del Ecuador, tan fragmentado.
Los quichuahablantes tienen todo el derecho de escribir su idioma como ellos quieren, pero nadie debe olvidar que antes de la conquista española los idiomas nativos no tenían escritura (tal vez el quichua se escribía en los quipus) y todas sus primeras gramáticas, diccionarios y vocabularios, elaborados en su totalidad por eclesiásticos católicos, se escribieron con caracteres latinos. Los castellanohablantes tenemos también el derecho de escribir los valiosos aportes de otras lenguas, que ya se han convertido en parte de nuestro idioma, en la forma más concorde con este. Aportes, y no debemos olvidarlo, se han decantado y establecido en el habla a lo largo de los siglos por un proceso natural y no impuesto por ningún poder.
Por mi parte seguiré escribiendo guagua y quichua, y no wawa ni kichwa, así como escribo francés y no française, alemán y no deutsch, inglés y no english…
Este artículo se publicó en el diario La Hora.