
La amistad de los franceses estalló por la publicación, en 1951, de El hombre rebelde, el ensayo de Albert Camus que siguió a El mito de Sísifo, en el cual había constatado el absurdo y sinsentido de la existencia, y lo había representado en Sísifo condenado a una perpetua tarea inútil.
El absurdo era una forma de poner las barbas en remojo de creencias y principios para contar con unos cimientos firmes en la construcción del pensamiento. Según Camus, solo hay un problema filosófico serio: el suicidio, o sea, decidir si vale o no la pena vivir. La constatación del absurdo lo lleva a la rebelión para imaginar a Sísifo dichoso.
En el segundo ensayo examina el curso de la rebelión histórica y desarrolla un escrutinio de las ideas de Carlos Marx “que mezcló en sus doctrinas el método crítico más valedero y el mesianismo utópico más discutible”. Tras su muerte, señala, “los marxistas que hicieron la historia se apoderaron de la profecía y de los aspectos apocalípticos de la doctrina para realizar una revolución en las circunstancias exactas en que Marx había previsto que no se podía producir una revolución”. Camus rechaza los partidos políticos que condenan y matan en nombre de su ideología.
Muchos tomaron partido
Considerado un ataque a la izquierda estalinista, este ensayo indignó a Jean Paul Sartre, que encargó a un joven colaborador de su revista Les Temps Modernes una durísima crítica a El hombre rebelde; Camus replicó con una carta dirigida a Sartre que, a su vez, contestó con menosprecio al primero, a quien reprochó inconsistencias filosóficas, lo acusó de no ser un escritor comprometido, de inautenticidad y de ser un intelectual burgués.
El choque produjo amargura en Camus e indiferencia en Sartre. También llevó a los intelectuales de medio mundo a marcar las distancias entre ambos y tomar partido. El autor de El ser y la nada considera al ser humano como una pasión inútil; para el autor de La peste, en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio. El crítico Charles Moeller señala que “el polo del universo de Camus es la búsqueda de la dicha” y que no se lo puede incluir en el existencialismo desesperado de Sartre. El sol, el mar, la desnudez de los cuerpos, la dicha sensible son el credo de Camus.
No solo las diferencias en la lucha política y en sus visiones del mundo y de la vida marcaron diferencias entre los dos, sino sus trayectorias vitales. Ambos quedaron huérfanos de padre en la infancia. Sartre se educó en París en la exclusiva École Normale Supérieure; Camus vivió su niñez en los barrios pobres de Argel y estudió en medio de grandes dificultades económicas.
Autores de ensayos filosóficos, novelas, obras de teatro, los dos fueron reconocidos con el Premio Nobel, aunque Sartre lo rechazó. Cuando Camus falleció en 1960 al estrellarse el automóvil que conducía un amigo, Sartre exaltó la gran originalidad de sus obras.
Este artículo se publicó en la revista Mundo Diners.



