
El 14 de marzo de 2023, don Miguel A. Vasco se incorporó a la Academia Ecuatoriana de la Lengua en calidad de miembro correspondiente. En la ceremonia, doña Susana Cordero de Espinosa pronunció las breves palabras que ahora compartimos con ustedes.
Presentación en el ingreso como miembro correspondiente, de don Miguel Vasco
Susana Cordero de Espinosa
Permítanme iniciar esta sesión solemne, en la cual ingresa a nuestra Academia Ecuatoriana de la Lengua el diplomático y jurista don Miguel Vasco, con la mención de nuestra Historia de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, recientemente publicada.
Al hojearla, al leer nombres, títulos y trabajos de los notabilísimos individuos correspondientes y de número que la han integrado en estos 138 años de existencia, pues la Academia Ecuatoriana es la segunda fundada en América, creo que puede aplicarse a cada uno de los eminentes ecuatorianos que pertenecieron a nuestra corporación, el siguiente párrafo de un artículo titulado “Vivir de otra manera”, del filósofo iraní Ramin Jahanbegloo, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad de Toronto:
¿Cómo podemos concebir una vida ideal sin considerarla un objetivo alcanzable? Según Aristóteles, los hombres definen lo que es una vida ideal en función de la consecución de la felicidad, que puede alcanzarse explotando al máximo las posibilidades vitales, en una sociedad que mantenga un equilibrio entre excelencia moral y rectitud. Siguiendo a Aristóteles, podríamos decir que la vida será ideal cuando la persona sea capaz de vivirla de manera ideal, es decir, hallando un equilibrio entre la excelencia moral y la rectitud. De este modo, en todos los hombres podrá detectarse la búsqueda de la vida ideal, ya sea por medios placenteros o dolorosos, siempre que la vida se sitúe en un equilibrio de excelencia moral guiado por la propia virtud y sin respetar necesariamente las normas. Siguiendo la lógica aristotélica, la felicidad procedería de una vida virtuosa, definida fundamentalmente por la consecución de un equilibrio en la vida y las actividades del sujeto.
Sin ánimo moralista, quiero reiterar aquí mi convicción de que el trabajo intelectual, la voluntad de mayor comunicación mediante el uso correcto y bello de la lengua suelen tener como correlato u origen, la aspiración a esa vida ideal y noble, a la que se refiere el filósofo iraní, apelando a las antiguas y fundamentales palabras de Aristóteles.
Que Miguel me autorice la osadía de imaginar, a base de haberlo conocido durante todos estos años como Miembro del Grupo América, como articulista, como autor de sesudos textos jurídicos y como amigo, que estas precisiones aristotélicas que revelan el ansia del ser humano por llegar a ser mejor, puedo atribuirlas sin duda a su existencia, como a la de la mayoría de académicos que han pasado por nuestra corporación, en donde dejaron su huella de saber y bondad.