Quinientos millones de personas en el mundo hablamos español. Constituimos, ¡milagro de milagros!, un inmenso ámbito donde es posible la comunicación sin barreras idiomáticas. Toda lengua es motor social, cultural y económico, herramienta básica para la enseñanza-aprendizaje: “la competencia lectora y escritora abre la puerta a todas las demás capacidades”
Aunque en las palabras que empiezan por ps el uso culto suele preferir las formas que mantienen la p (psicología), se aconseja utilizar la variante sin p (sicología).
Juguemos con el futuro: No digas yo haceré, como dicen los niños chiquititos, sino yo haré; por tanto, tampoco digas yo satisfaceré, sino yo satisfaré.
“No sea malito”, “disculpará, no más”, “daráme viendo”, son algunas de las expresiones coloquiales —quiteñísimas, por cierto— que revelan un modo de ser y una cultura de excusas y disimulos que caracterizan a la sociedad.
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