Etiquetado: Filoteo Samaniego
Niño de Palestina; niño que apenas conozco, / nacido con manos sin razones, / buscas el calor de un seno, / y apenas el seno se te ofrenda, / ya arrancan ese sabor de tu esperanza. / Muerdes, entonces, con rabia, / y tus uñas lastiman…
La amé, y sólo después de consumado el beso, me interrogué sobre el significado de la entrega. / Era el primer día y aún no conocía el color de sus ojos. Me equivoqué al alabarlos, porque fui directo al fondo de la mirada.
Lunáticas manos acarician la monotonía / ¿Hongos gigantes o palmeras enanas? / Oro de manos anhelantes. / Bosque y mar de caricias. / Horizontes y horizontes desde el inmenso cenagal hasta / la cima aterida / Fugaron el verano y la ternura…
Vagaron por el río, muerte y vida, / como hermanas o amantes, / unidas al cuerpo de la orilla; / avanzaron hacia el fondo del mar, / dominio del olvido. / Se abrieron los ojos prendidos del cocuyo / y aquéllos, del incrédulo y su asombro.