Del tiempo repartido al tiempo uniforme circula la sangre de los días, y hay concierto y consonancia en este entrevero de sistemas: el boj persiste en tierras de la orquídea; alientos góticos modelan el oro
de mis templos; y encuentro dulzura en el seno de la amada lejana o presente. Sé que es posible confundir la seda y el ardor
de los antípodas. Ambos donaron su excelencia al capricho de mi mano y de mi audacia.
Mi fuga fue de un anhelo a otro anhelo. De la encina y la lógica al ágape y al amor sin puertas.
¿De qué lado me inclinará la cuerda? Me mata el equilibrio que he perdido y quisiera segregarme en dos personas.
Una voz ajena, de ultramar, me persigue: mensaje de niebla, ángel en movimiento, saeta retardada por mi prisa, que me alcanza.