¡Pasó… como un lucero en su carrera,
alumbrando del arte el puro cielo…!
¡Pasó… regando flores en el suelo,
como pasa gentil la primavera…!
¡Pasó… abrazado a su arpa lastimera
cantando, como el ángel del consuelo,
por temperar el hondo, humano duelo,
en su ascensión a la eternal esfera…
Luz de verdad, de la belleza flores
y armonías del bien fueron su vida,
¡nido que abandonaron ruiseñores…!
¡Mas, los cándidos rayos de la Gloria,
que en su tumba se deja ver erguida,
salvan de olvido su inmortal memoria!