Una vez la felicidad vivió bajo mis hombros
asustó pájaros y vampiros
rompió los dientes y los sortilegios de los brujos
puso el mundo a mi lado como un saco cerrado juzgado y comprendido
sin abrir una puerta me hizo saber que había traspuesto la región del secreto
la gran verdad olía como un jardín
(Carlos Eduardo Jaramillo)
Te he amado desde el Averno. Desde antes de inaugurar mi cortejo de
mantis religiosa. Amigos fuimos antes del fuego. Juntos atravesamos el
olvido como un montón de átomos azules que no le temen a la oscuridad.
Luego nos llegaría la felicidad como llegan los vientos viejos a los
reinos de los cuentos de hadas. Por fin, los hijos, que creíamos
lejanos como personajes de alguna fábula noruega. Nos hemos amado despacio
como carrusel sin motor.
Los amigos nos visitan cada fin de semana. Por ello, y por nosotros,
pintamos las paredes de mostaza y azul hasta cambiar de sentido el
nuevo universo y ser otros, otra vez.
El olvido está jugando naipes con Alicia, porque ella no está en el país
de las maravillas.