Los poemas se originan en el taller de la memoria.
La incoherencia entre ellos es aparente,
su relación
es el misterio del olvido,
el alborozo de la percepción
y el asedio de la insensatez.
Estos son los ingredientes del mundo.
El desfile de poemas no tiene comienzo ni fin.
Son bocetos que simulan un mural a medio
hacer, colmado de gritos y remansos,
de escombros sobre un fondo triste.
El remolino de escritos poéticos involucra culpas,
impotencias
y el horror de la realidad.
Los poemas son plantas secas que esperan la tarea del fuego.
Cada poema es guijarro que rueda en la superficie
marina y en la aridez del desierto.
Fuente: La incierta percepción del tiempo, Quito: Academia Ecuatoriana de la Lengua, 2022.