Susana Cordero de Espinosa
Directora de la Academia Ecuatoriana de la Lengua
Si con la presentación en Madrid, en 2014, de la última edición del Diccionario de la lengua española (DLE), realizada por la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) y llamada “del tricentenario”, se cerraron los festejos de los trescientos años de fundación de la Real Academia Española (RAE), cabe preguntarse qué más puede aportar un nuevo trabajo léxico sobre el español. Pero un libro jamás es una tumba, sino promesa de vida nueva; un diccionario contiene el léxico lo más completo posible de la lengua que registra; esta, en el uso de cada hablante, es organismo vivo que incesantemente se enriquece con diversos aportes.
El léxico general del español se incluye, periódicamente enriquecido, en el gran diccionario oficial aludido, y el uso de nuestra lengua se extiende por diecinueve países hispanoamericanos y por los Estados Unidos, donde lo hablan alrededor de cincuenta millones de personas. Cada uno de estos países usa el español general o estándar, al cual, para reflejo de su mestizaje, de su propia idiosincrasia y circunstancia, se ha ido añadiendo, casi insensiblemente, el léxico de los pueblos originarios o aborígenes, sus formas de expresión, locuciones y construcciones peculiares, sus conceptos de la vida, usos y costumbres; los nombres de lugares, ríos, lagos y montañas; los términos que designan su saber botánico y zoológico, todo lo cual enriquece la lengua general con singularidades que distinguen el español local o regional de aquel universal desde el cual la inteligencia toma vuelo. Diferencias sin separación. Unión, por encima de las diferencias.
UN DICCIONARIO ACADÉMICO PARA EL ESPAÑOL HABLADO EN EL ECUADOR
El español hablado en cada uno de nuestros países cuenta con características propias, variaciones de vocabulario, de pronunciación y tono, sintácticas y de construcción, semánticas o de significado, particularidades que generan formas expresivas de singular valor, dignas y necesitadas de estudio.
Urge, pues, el reconocimiento y registro ordenado de tales particularidades, para mejorar y matizar nuestra comunicación oral y escrita y, dado que la cultura propia de cada pueblo pasa por el dominio del idioma común, gracias a su minucioso registro se enriquecerán nuestro autoconocimiento y autoestima personal y social.
Para lograrlo, hemos de registrar en léxicos y diccionarios las peculiaridades del habla local, tomando en cuenta sus expresivas diferencias respecto del español general. Algunas Academias americanas cuentan ya con su propio diccionario, y la Academia Ecuatoriana (AEL) considera indispensable la elaboración del Diccionario académico del habla del Ecuador, mediante la recopilación y fusión de investigaciones léxicas del pasado, de investigaciones lexicográficas locales y actuales, y del aporte de las bases de datos del español con que cuenta la ASALE, disponibles en red.
A este caudal se añadirá la averiguación de textos lingüísticos, científicos, literarios y periodísticos del Ecuador, antiguos y actuales, como también los resultados de investigaciones de campo con encuestas sobre los más variados temas.
Si “ejecutar planes y proyectos concretos encaminados al conocimiento, estudio y difusión de la lengua española en el Ecuador y al engrandecimiento de las letras ecuatorianas” es una de las actividades prioritarias de la AEL, nuestro diccionario cumplirá este destino en los registros léxicos que se realizarán a medida que pasa el tiempo, ya que la lengua, instrumento vivo, cambia y adquiere nuevos términos y formas de expresión y va volviéndose capaz de revelar el alma que centellea entre los intersticios de palabras, locuciones y expresiones, guardianes y hacedores de una memoria común.