«El sueño de Nicolás Espinosa Cordero: auto traducción universal / el incumplimiento de un anhelo», discurso de incorporación de don Álvaro Alemán en calidad de miembro de número

Discurso pronunciado por don Álvaro Alemán Salvador en sesión solemne de carácter virtual, celebrada el 27 de enero de 2022 con motivo de su incorporación en calidad de miembro numerario.

Discurso pronunciado por don Álvaro Alemán Salvador en sesión solemne de carácter virtual, celebrada el 27 de enero de 2022 con motivo de su incorporación en calidad de miembro numerario.

Buenas tardes. Quiero iniciar mi intervención agradeciendo a la AEL, que, por medio de su directora, Susana Cordero, puso en mis manos las páginas que constituyen la ambiciosa obra de Nicolás Espinosa Cordero. Confieso que no tenía noticia alguna sobre su existencia y que la lectura de ella ha producido en mi, asombro, reflexión, duda, sorpresa y nuevamente asombro. El proyecto de Nicolás Espinosa Cordero es un monumento al trabajo intelectual silencioso, un ejemplo de rigor académico y un testimonio a la constancia y fe de un espíritu ecuatoriano extraordinario.

En lo que sigue voy a abordar varios asuntos. Comenzaré presentando al personaje, luego el sueño; luego haré un breve recorrido por la historia de las lenguas artificiales, la historia de la filosofía, un relato de Jorge Luis Borges, la temática de la auto traducción y la obra novelística de Víctor Manuel Rendón. Mi propósito esta tarde, en la que aspiro en convertirme en miembro de número de la AEL, es rendir homenaje a un hombre que buscó durante buena parte de su vida una alianza entre la lengua y la numeración y que, como pocos ecuatorianos, pensó y vivió profundamente la traducción.

1. El personaje.

Nicolás Espinosa Cordero, nace en Cuenca, en 1901.

Su padre, Roberto Espinosa Albán, quiteño, doctorado en la Universidad de San Marcos de Lima, autor de obras de carácter científico, traducidas del alemán e inglés; Ministro de Estado, Canciller del Ecuador en Colombia, profesor universitario, miembro de la Academia de la Lengua, Su madre, doña Clementina Cordero, cuencana, hija del Presidente del Ecuador Luis Cordero entre 1892 y1895, lingüista, literato, autor del Diccionario quichua–español, Miembro correspondiente de la Real Academia Española de la Lengua, poeta coronado y autor también de obras científicas, entre las que se destacan su Enumeración Botánica.

Nicolás Espinosa Cordero cursa sus estudios primarios, secundarios y universitarios en su ciudad natal, demostrando desde muy joven interés por el estudio de lenguas. En 1922, hace cien años, recibe el nombramiento de secretario de la Embajada del Ecuador en Bruselas, más tarde se traslada con iguales funciones a París. En 1927, de regreso en Cuenca, funda la revista literaria “La Ruta Azul”. En 1930 el diario ABC de Madrid, promueve un concurso internacional para premiar a la mejor obra que relate la actividad de España en América. Concurren a este certamen 74 historiadores españoles e hispanoamericanos, el jurado resuelve conceder el único premio a Nicolás Espinosa Cordero con su obra Historia de España en América. El renombrado escritor ibérico José Martínez Ruiz, mejor conocido por su pseudónimo, Azorín, elogia esta obra en sus crónicas periodísticas.

Su obra visible, parafraseando al escritor argentino Jorge Luis Borges en su célebre relato “Pierre Menard, autor del Quijote”, es de fácil enumeración: Historia de España en América, 1931, Don Luis Cordero: ensayo bibliográfico, que se publica con el motivo del primer centenario de su nacimiento, 1933; Estudios literarios y bibliográficos, 1934; Bibliografía ecuatoriana: noticia de las obras literarias y científicas que forman el caudal bibliográfico de la Real Audiencia de Quito, hoy República del Ecuador, con breves datos biográficos de sus autores (1534-1809), 1934; Breve Relación de un Viaje por el Amazonas, escrito por Monsieur Carlos María de La Condamine, Miembro de la Misión Geodésica Francesa que vino al Ecuador en 1735, y traducido del francés con notas históricas y geográficas del traductor, 1936; Pedro Vicente Maldonado y la misión geodésica del siglo XVIII, 1936; Un varón de elevado espíritu, 1938; Fuentes para la historia del Ecuador, en especial, y de la América Latina, en general, 1952;, Ortografía para todos, 1955; Cálculo para todos 1958 ; El consejero ortográfico, 1973;

Hasta aquí (con pequeñas omisiones y sin hacer referencia a las distintas ediciones de algunas de las obras previamente mencionadas) la obra visible de Nicolás Espinosa Cordero (NEC, de aquí en adelante), en orden cronológico. Paso ahora, nuevamente parafraseando a Borges, a la otra: la subterránea, la interminablemente heroica, la impar. También, la inconclusa. La única referencia al proyecto “invisible” (por inédito) de Espinosa Cordero que es posible hallar en la bibliografía ecuatoriana es una breve mención, anotada en tono de chanza, en el volumen 1 de la Historia de la literatura morlaca, subtitulada “Marginales para el estudio de la literatura morlaca” del gran satírico quiteño radicado en Cuenca el siglo pasado y uno de los más célebres y creativos insultadores de nuestra historia: Gonzalo Humberto Mata, en 1957. Ahí, Mata escribe: “Y ya que de invenciones tratamos, hoy anda Nicolás Espinosa Cordero con algo así como una METAGLOTA, un diccionario rápido que dizque presta servicios igual a la maquinita del Dr. (Octavio) Cordero, que traduce de una lengua a otra… En la introducción del libro, Mata intenta definir la morlaquía. Cito: “Morlaco, etimología, del griego morokakos, de moros, tonto, fatuo, y kakos, malo, adjetivo. Que afecta tontería e ignorancia…y más adelante, “ ‘Hacerse el morlaco’, figura, se dice de aquel que afecta tontería”….

El hecho es que desde 1932, NEC emprende una investigación que tiene como objetivo elaborar un sistema que facilite la traducción de textos escritos “en lenguas desconocidas”. Es decir, Espinosa imagina un método que permita que una persona que no entiende una lengua extranjera pueda traducirla a su propia lengua, y a la inversa, que una persona que desconoce una lengua extranjera pueda codificar su propio discurso de tal manera que un destinatario que opera en otra lengua lo entienda. Más de 50 años más tarde, Espinosa Cordero culmina su trabajo mediante la encuadernación de tres volúmenes que contienen la totalidad de su trabajo filológico y que consisten en nada menos que la producción de manuales que cifran, codifican y sistematizan las gramáticas del español, el francés y el inglés y que permiten, efectivamente, para quien asuma el desafío, la auto traducción del discurso de un miembro de cualquiera de esas comunidades lingüísticas a las demás. Nicolás Espinosa Cordero muere en 1983.

2. El sueño.

Quiero aclarar que mi utilización de la palabra sueño en el presente contexto no alude a su primera acepción en el diccionario, “acto de dormir”, sino a la sexta, “Cosa que carece de realidad o fundamento, y en especial, proyecto, deseo, esperanza sin probabilidad de realizarse”. Aunque ciertamente existe una relación entre ambos usos. Todo proyecto intelectual valioso seguramente requiere dejar atrás el sueño, concebido, en términos kantianos, como letargo dogmático, al mismo tiempo, todo acto imaginativo implica poner a dormir la tiranía de lo convencional.

Empecemos con un testimonio.

Un día del año de 1932, estaba yo traduciendo una carta comercial del idioma inglés al castellano. Naturalmente, en su texto había muchas palabras que no constaban en un Diccionario bilingüe que consultaba a menudo para realizar la traducción: como, por ejemplo, etc. de los nombres y adjetivos y las de la conjugación completa de los verbos.
A cada momento, tenía que consultar una Gramática inglesa para allanar estos problemas de derivación de las palabras primitivas, las únicas que se hallaban en el Diccionario.
Entonces, pensando en ello, me hice esta pregunta: ¿Porqué el Diccionario no contiene todas las palabras de una lengua, con todas su modificaciones gramaticales, tal como aparecen en las frases, sean regulares o irregulares? ¿Por qué no se mezcla o amalgama la Gramática de una lengua con su Vocabulario? ¿Por qué el verbo, la palabra principal, se nos da sólo en infinitivo que es una forma muy vaga, y no nos enseña o proporciona las formas de la conjugación completa: formas que, mediante los modos, tiempos, números y personas, adquieren un relieve individual definido y ellas solas constituyen, a veces, ¿una frase completa? Si algo de esto se hace, -me dije- facilitará mucho la traducción a quienes tienen escasos conocimientos de un idioma extraño.

Comencé, pues, a ensayar y ensayar sobre estos puntos, en los idiomas inglés, francés y español, en el campo netamente filológico. Después de un tiempo, empezaba a dibujar algún proyecto que sirviese para abreviar el tiempo requerido para la búsqueda de las palabras en un Léxico que necesariamente tendría que ser abultado: aunque el sistema pudo y puede ser ofrecido aun en la forma de un libro corriente. Me puse a estudiar a fondo la Gramática Inglesa, que ya me era conocida; como así también la francesa y la española que me eran familiares. Si bien los interminables ensayos sobre este Vocabulario Integral, como le llamaba, me dieron buenos resultados, quedaba por resolverse otro problema muy complejo: ¿Cómo se arreglaría automáticamente la diferencia en la construcción de la misma frase en dos lenguas diferentes?…

Para allanar este obstáculo, se me ocurrió que las frases podrían ser tratadas, más o menos, como fórmulas algebraicas en las que puede un elemento cambiar de sitio, transformarse o desaparecer, sin que se destruya el sentido total. Por espacio de siete años, ejecuté innumerables ensayos, la mayor parte infructuosos. Pero, ya en mi mente se iba aclarando el problema.

El año de 1939, se hallaba de visita en esta ciudad mi tío, el Reverendo Padre Aurelio Espinosa Pólit, máxima autoridad en estos achaques filológicos y humanísticos. Yo le pedí que me diese su opinión sobre mis propósitos con toda franqueza para abandonarlos si eran utópicos o seguir con ellos, en caso afirmativo; le hice conocer los detalles de mi trabajo. Y él me dio un Informe brillante y muy alentador para mis labores en este terreno.

Hasta 1949, es decir diez años más, continué estudiando el problema que presentaba dificultades tremendas. Entonces fue que leí en varios periódicos del País y del Exterior, que se había inventado una máquina prodigiosa para resolver cálculos matemáticos. Las posibilidades infinitas, la versatilidad extraordinaria de esta máquina para tratar los números, en una forma inimaginable, me ofrecieron la máxima seguridad, el mejor aporte posible, en el terreno mecánico. Este nuevo “Cerebro Electrónico” me dio la respuesta a mis estudios a cerca de que el problema sintáctico de las lenguas podía ser resuelto desde un punto de vista matemático.

“Si se puede”, me dije yo, sólo con variar la materia prima que usa la máquina; no será con números sino con palabras. Eso es todo. Desde aquel momento, abandone mis ensayos y proyectos en el campo mecánico. Ya los sabios y técnicos de los EE.UU. habían inventado una herramienta apropiada para el fin que me había propuesto. Me dediqué, pues, a partir de ese momento, a continuar estudiando la parte filológica y naturalmente, a conocer los detalles del funcionamiento de estos grandes aparatos electrónicos que venían, a Dios gracias, en socorro de mis propósitos.

Me alegró el constatar que mis labores de 17 años sobre las dos fases del problema de la traducción automática, -vocabulario Integral y Construcción diferente- no habían sido en vano. El cerebro electrónico se encargaría de utilizar y en forma perfecta, este doble material idiomático, por más que el Vocabulario fuese abundantísimo y el segundo aspecto presentase serias complejidades.

Así pues, enseguida escribí al “National Bureau of Standards” que construía la máquina en cuestión, exponiéndoles mi idea y mis trabajos en una forma general. La respuesta que recibí de ese Organismo americano, cuyo jefe era el Dr. Harry D. Huskey, es de lo más interesante. El citado Técnico comprendió la idea y su valor, y sus palabras me tranquilizaron pues yo no había perdido el tiempo en estas labores intelectuales que para muchos de mis amigos y paisanos eran un signo de perturbación mental…

En 1950, aproveché de una permanencia de 3 meses en Quito y realicé el trabajo largo y pesado de extractar unas 5.000 palabras básicas del inglés, tomándolas de la famosa obra intitulada “Teacher’s Word Book of 20.000 Words” del famoso lingüista americano Thorndike y de la no menos famosa obra “Semantic Frecuency List” –en inglés, francés, alemán y español- compilada por Miss Helen S. Eaton.

En consecuencia, declaro que yo no soy inventor de ninguna máquina de traducir lenguas. Simplemente, estudiando años y años, las Gramáticas de varias lenguas, he podido formular un “METODO DE TRADUCCION”, estrictamente gramatical que facilita esta labor: sistema que fue aplaudido por el P. Espinosa Pólit y por el Técnico Huskey, autor del cerebro electrónico. Este sistema original puede ser ofrecido al público en forma de libro, como un Diccionario corriente, aunque la labor de consulta resultará lenta y un tanto difícil para personas de poca ilustración. Pero, para verificar este trabajo de una manera rápida e instantánea, en estos tiempos modernos de la velocidad en todos los terrenos, tendrá perfecta aplicación a esas máquinas o cerebros, de posibilidades infinitas para resolver los problemas más extensos y complejos, ya en el campo matemático como en el campo filológico.

Esta obra no es pues, producto de un genio excepcional: sino de un hombre que ha estudiado largamente y profundamente la Ciencia del Lenguaje, que siempre ha sido de su predilección intelectual. Y para esta dura y pesada labor gramatical no hacía falta haber nacido ni vivir en centros de alto nivel cultural o técnico. En Cuenca, ciudad pequeña y tranquila, con unos cuantos libros para consultarlos, se puede realizar incursiones por los dilatados campos de las Ciencias Puras. Esto es todo, y nada más.

Hasta aquí la cita.

Espinosa Cordero plantea la traducción de manera peculiar en su texto, el escenario genético que imagina para la traducción es el siguiente:

“Por ejemplo, cualquier persona vulgar podrá traducir adecuadamente al español una carta que reciba escrita en inglés, sin saber nada de esta lengua; y, al contrario, su respuesta redactada en español, podrá enviarla previamente vertida al inglés”.

Curioso punto de partida, la recepción de una carta en lengua extranjera destinada a un individuo monolingue. El escenario presenta una cierta similitud, guardando las distancias, a la de la visita de una divinidad. ¿Qué produciría la situación aquí descrita? Descartando la posibilidad de que la carta esté dirigida a un homónimo bilingue, el asunto tiene visos sobrenaturales, se trata seguramente de un cosmopolitismo proyectado, o de un parroquialismo inconforme. Recordemos que hacia la década del 40, cuando el Ecuador atravesaba su periplo fronterizo con el Perú, Espinosa Cordero se encontraba en plena efervescencia traductológica. Lo que pudo haber empezado como una fantasía diplomática, elaborada por un secretario de legación, se convertía, ostensiblemente, con la urgencia territorial, en un reclamo internacional, en un saludo a la bandera (en ambos sentidos de esta frase). El propio Benjamín Carrión, que pedía una movilización cultural magna, al servicio de la nación, recibía de regreso sus palabras transformadas por la conciencia de Espinosa Cordero. Ya no “volver a tener patria” (la consigna, primero de González Prada en Perú luego de su derrota militar ante Chile y luego de Joaquín Costa ante el desastre español de 1898) sino “volver a tener lengua”; es decir, responder al silencio lingüístico de la subordinación geopolítica mediante una estrategia de conversión de lo extranjero en propio. No se trata de un movimiento aislado ciertamente, la formación de la CCE, como brazo ideológico de una improbable expansión cultural ecuatoriana, lo atestigua. Vemos los signos de este mismo desbordamiento territorial en nuestra política internacional: las tesis de las 200 millas náuticas de soberanía territorial, de la ocupación ecuatoriana de la antártida, de la órbita geoestacionaria.

Si bien la extravagancia del escenario genético de traducción de Espinosa Cordero permite una lectura utópica, como la aquí ensayada, no podemos ocultar en ella una dimensión misteriosa. Dos posibilidades saltan a la vista, además de la mística: el amor y el espionaje. Resulta posible imaginar un hombre o una mujer extranjeros, que desconocen la lengua local, y que dejan, de manera subrepticia, una carta escrita en su trazo monolingue, bajo la puerta del objeto de su deseo. También podemos pensar en un servicio de inteligencia que decide reclutar un agente local para alcanzar sus objetivos y que apuesta a que nadie tomará nota de una persona común y corriente.

Más allá de estas consideraciones, seguramente antojadizas, Espinosa Cordero, al consultar al benemérito padre Aurelio Espinosa Pólit, se apoyó en la sabiduría y clara disposición pragmática de este último. Escribe AEP, a propósito de la empresa de Espinosa Cordero, su sobrino: “La utilidad del aparato -de manejo sencillísimo- no puede ser más evidente en oficinas del Gobierno, especialmente las Cancillerías, en Oficinas bancarias y comerciales”… Pese a este espaldarazo, AEP no prescinda de las finezas del nacionalismo para el invento, continúa: “Juzgo, en consecuencia, que este es un invento digno de universal atención y que su construcción y divulgación constituiría una altísima gloria para el Ecuador”.

Volvamos con NEC, en un pequeño texto divulgativo de su obra titulado “Teorías sobre la posibilidad de traducir lenguas extrañas sin conocerlas previamente”. Dice ahí:

Comencemos aceptando los siguientes hechos:Hablar una lengua extraña, hablarla bien, e es cosa muy difícil; escribir una lengua ajena es trabajo más posible; y traducirla simplemente, es más fácil. Esto es verdad y se funda en que, mientras las combinaciones fonéticas o sonidos elocutivos del lenguaje hablado son numerosísimos, el lenguaje escrito, en cambio, tiene pocos signos gráficos, de cuya combinación resulta la escritura.
Por ejemplo, en la lengua inglesa la vocal O tiene seis sonidos muy diferentes y sin embargo tiene una sola manera de escribirse. Y esto ocurre casi en todas las lenguas.
Por otra parte, se tiene la ventaja de que estas letras o signos gráficos son casi los mismos y de igual número, en la mayor parte de las lenguas modernas de los pueblos civilizados.
Debe tomarse en cuenta, lo importante, lo esencial es conocer el signo gráfico. Por esto es que cualquiera de nosotros puede escribir una palabra extranjera, aunque no sepa ni lo que significa ni cómo se pronuncia. Esta última verdad constituye uno de los fundamentos en que se apoya nuestro sistema. El sistema que proponemos se refiere, pues, solamente a facilitar la escritura y traducción de una lengua extraña…

NEC parte entonces del grafismo compartido de los potenciales usuarios de su sistema. Todos ellos conocen los signos alfabéticos y númericos, munidos de esas armas, para él, pueden emprender la traducción. Lo único que falta es un sistema.

Veamos ahora en detalle en qué consiste el sistema. NEC propone que cada traductor, cuente con un “Diccionario integral” a la mano. Este consistirá “de todas las palabras de una lenguaje, con todos sus modificativos gramaticales, modismos e indicaciones sintácticas, generales y especiales, es decir un léxico en que esté incorporada la gramática de dicho idioma, servirá a cualquier persona para traducir o escribir en una lengua ajena, más o menos correctamente sin necesidad de haber hecho estudios previos de gramática”.

Con este diccionario comprensivo, “El traductor buscará y hallará en su respectivo sitio del vocabulario, una por una, todas las palabras, tal como están escritas, sin que le importe averiguar de qué palabra básica proceden ni cómo se han formado”…
Sigue NEC:

“Este Vocabulario Integral proporciona al traductor, no sólo las palabras primitivas o básicas como lo hacen los diccionarios conocidos hasta hoy; sino que le proporcionará una lista completa de palabras, con la correspondencia o traducción a la otra lengua, en que se hallen todas las palabras que se derivan gramaticalmente de ellas, en todos los casos en que puedan presentarse en un escrito. Así: los artículos, nombres, adjetivos, pronombres y participios se hallarán esperadamente en masculino, femenino, en singular y en plural, en aumentativos y diminutivos y en los casos comparativos: los verbos, regulares e irregulares, íntegramente conjugados en voz activa y pasiva, negativa e interrogativa, siempre que estos cambios de conjugación tomen otra forma en la otra lengua”

Se podría argumentar en este punto la imposibilidad de encontrar todas las expresiones de una lengua extranjera, sin conocer previamente su función gramatical, en un solo libro. Pensemos específicamente en la conjugación verbal. Si en la misiva que recibimos consta un verbo indicativo en tercera persona singular, ¿cómo saber que es un verbo, y que está conjugado de cierta manera. NEC resuelve el problema mediante la articulación, en orden alfabético y por escrito de todas las palabras posibles y por separado. En su léxico integral se incluyen todas las formas verbales, sus casos y conjugación. En teoría esto implica un diccionario enorme.

De un solo verbo, por ejemplo, se derivan hasta 200 formas diversas si se incluye su conjugación completa en voz activa, pasiva, interrogativa y negativa, de un nombre resultan 4 u 8 formas, en masculinos, femeninos, singulares y plurales; de un adjetivo, de 8 a 12 formas. NEC resuelve este problema, como señala en el fragmento que leímos con anterioridad, al tomar “unas 5000 palabras principales o básicas de cada lengua, con lo que es suficiente para todas las necesidades normales de la vida corriente, de estas se derivan, más o menos, unas 250.000 palabras en el Diccionario Integral”.

Clarifiquemos el asunto mediante el uso de un ejemplo. A continuación anoto una frase en letra negrilla en la que nos proponemos codificar nuestra propia lengua, o traducirla a los grafismos aritmoglóticos de manera que su destinatario pueda reconstruir la frase en su propio idioma. Es decir, nos encontramos aquí haciendo uso de una de las dos aplicaciones del método de NEC.

1. Del español a los símbolos.

Y debajo de la frase anoto su forma aritmoglótica:

5) HLR  1+ 3) ECG  1+ 4) GBT  29+ 4) FUP 1+ 2) DSR  14+ 1) BGF  14+ 2) DUP  14 + 7) JDZ 1+ 1) CKQ  12+ 7) JCN   1+ 4) GKF  1+  2) DKH  12+ 1) AZV  12

Cada palabra de la oración arriba transcrita corresponde a 3 signos gráficos, que la describen de distintas maneras. Hay 13 palabras y 13 distintas agrupaciones de signos tridentes, cada uno de ellos separado por el signo +.

Los ideogramas del sistema de Espinosa usados en lugar de las palabras o grupos verbales están compuestos de tres elementos significantes:

a)b)c)
un número dígitouna combinación
de 4 letras
un juego numérico
de 1 a 3 cifras
*/ / / /* ** ***
——————–———————–————————

Este primer elemento, (un número seguido de un paréntesis) informativo señala la parte de la oración a que pertenece la palabra, de acuerdo con el esquema siguiente:

1) Sustantivo
2) Adjetivo
3) Pronombre
4) Verbo
5) Adverbio

6) Artículo
7) Preposición
8) Conjunción
9) Interjección

y, de este modo, aclara cualquier ambigüedad homográfica (“sal”).

  • El segundo elemento – semántico -, parte esencial de símbolo, representa el sentido exacto del término, locución o modismo, constituye la parte esencial del ideograma y resuelve los problemas de polisemia. (de, como proposición, como verbo, por ejemplo). AAY por ejemplo significa la idea de adversidad. DBG la idea de asiático. EAH la idea “cualquiera de los dos”.
  • El último grupo – accidental – corresponde a cada afijo que denota la función inflexional de la dicción, (género, número, casos, comparativos y todas las terminaciones de la conjugación verbal). Por ejemplo el número 25 significa verbo, en tercera persona del singular, futuro, indicativo.

Aquí la oración propuesta:

Fíjese que las palabras: “ varias Lenguas extrañas ” y “ su gramática ”, como están en femenino plural y femenino singular, terminan sus símbolos en números pares: 14. 14. 14 y 12, 12.

2. de los símbolos al Español.

—“Ud. que no sabe inglés”—, escribe NEC entre los materiales que constituyen su obra, —recibe de NewYork este conjunto de Ideogramas y va a traducirlos al español

2)  DVX 11 + 1)  CMP  11 +  1)  CMP  11 +  4)  GAC  25 + 5)  HHV  1+  2)  DQF  11 + 7)  JBJ    1   +  6)  IAB   1  +  1)  ABL  11  + 1)  ABL 11  +  3)  EBX  1 + 2)  DVX 11  +   2)  DUA 11 +  1)  APQ  11 + 4)  GDR  13

Luego de consultar el diccionario integral se llega a la siguiente expresión:

Como se observa, la traducción no es fluida, existen problemas de concordancia entre artículo y sustantivo y de ordenamiento, entre pronombre y verbo. El sistema de NEC apuesta a ello, requiere de operadores “que conozcan bien su lengua nativa”, de modo que estos “habiendo traducido los ideogramas recibidos a las palabras de su lengua, puedan arreglar y pulir las oraciones y frases, cuyos elementos pueden aparecer, en veces, un tanto dislocados, pero siempre inteligibles”.

Cada diccionario y léxico integral está compuesto por las dos partes aquí reseñadas: de la palabra al símbolo y del símbolo a la palabra. NEC puso a prueba su sistema instruyendo a personas sin antecedentes en el asunto para que puedan auto traducirse y para que puedan traducir de lenguas extrañas al castellano. Sus escritos dicen confirmar el éxito de estos experimentos.

El sistema fue pensando para ser utilizado con distintas lenguas, “Las traducciones con aritmoglosia no son bilaterales sino polivalentes, múltiples”, escribe NEC, “con un solo trabajo de cifrado, es decir, pasando las palabras de una lengua a esta matriz única, un texto puede ser entendido en dos o más idiomas que tengan ya sus léxicos (diccionarios) propios”. Y continúa:

“Un español, por ejemplo, cifra sus frases, y puede enviar este conjunto de símbolos, lo mismo a Paris, New York, Moscú, Roma, Bonn o Tokio, y en cada una de estas ciudades se traducirán los ideogramas y obtendrán el mismo sentido del pensamiento original. Y si Ud. recibe un texto cifrado, podrá trasladarlo al español, sin que le sea necesario saber de qué idioma proviene, ya que los ideogramas serán siempre los mismos”.

NEC enumera las ventajas de su sistema e insiste en que, desde la adopción de su método, “la traducción ya no necesita más de políglotas”.

Voy a detenerme aquí en este ejercicio de presentación de la propuesta de NEC. Tengo en mi poder, al igual que la Academia Ecuatoriana de la Lengua tres diccionarios aritmoglóticos: uno en español, uno en francés y uno en inglés. Cada uno de ellos es voluminoso y presenta todas las características que he intentando resumir. Hay secciones que intentan dilucidar problemas particularmente complejos de la traducción palabra por palabra, en particular las formas negativas e interrogativas de la conjugación verbal, como los dobles negativos. Para este y otros problemas, NEC propone soluciones. Quienquiera consultar estos volúmenes, mediante la venia de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, puede hacerlo.

Hacia el final del volumen dedicado a la aritmoglosia hispánica, NEC señala la mayor ventaja de su sistema:

“La extensión ecuménica de cualquier manifestación cultural o benéfica, en dondequiera que se produzca, y, con ella, una mayor comprensión entre los Pueblos del Mundo, hoy alejados y extrañados por la tremenda barrera de las lenguas. Y de la comprensión vendrá la cordialidad y la Paz que todos anhelamos”.

Paso ahora a la tercera parte de mi exposición. Una vez presentado el personaje, su obra y sueño, queda por dilucidar la problemática que este sueño despierta.

3. La problemática del sueño.

Lenguas supranacionales

El proyecto de NEC parte de una constatación: la dificultad de la comunicación internacional, técnica, política, económica y cultural pasa por el reconocimiento de la necesidad de establecer una vía de contacto que pueda obviar la tendencia contemporánea general que asocia un Estado con una sola lengua. La historia del establecimiento de lenguas supranacionales nos ofrece algunas pistas para contextualizar la aritmoglosia. Sin pasar revista en detalle al Koiné griego, que se establece a lo largo del mediterráneo en la era alejandrina, el mandarín en la China, una lengua de negocios, al malayo simplificado en todo el archipiélago de Malasia, al swahili o al indostano en sus respectivos continentes, podemos señalar que todas esas lenguas, imbuidas de un enorme dinamismo cultural, con el tiempo imponen conceptos en quienes las adoptan, en esto difieren de las lenguas imperiales impuestas en cuanto al tipo de coerción que ejercen. Ya Nebrija había escrito en el prefacio de su Gramática, de 1492, “Siempre, la lengua fue compañera del imperio”.

En cuanto a la historia más cercana a nosotros podemos mencionar el impacto del latín en occidente. Se observan aquí tres fases distintas, primero el alcance de la colonización romana, que lo convirtió en la lengua de Galia y de la península ibérica, y adicionalmente afectó las lenguas de quienes sobrevivieron el colapso de Roma con autonomía lingüística: los germánicos al este del Rin y los anglosajones que conquistaron a los británicos.

Luego sigue una fase cristiana en la hegemonía latina de occidente, cubre los mismos territorios que antes, pero en su forma eclesiástica se vuelve cada vez más distinta de las lenguas vernáculas de Italia, Galia, España y otras. En esta forma, el latín se establece lejos del imperio unificado, se convierte en la lengua de la cultura a lo largo de vastas regiones donde la lengua es teutónica o eslava, aun hoy en día los límites de este territorio se observan por el alcance del alfabeto romano.

La tercera fase es la resurrección del latín de la era clásica en el renacimiento. En la edad media, el latín de la iglesia fue el vehículo de todo discurso erudito, había sido la lengua de la cultura europea en todo sentido; con el renacimiento, la situación experimenta un cambio radical. Fue paradójicamente esta vuelta al clasicismo del latín lo que garantiza su muerte natural como lengua cultural común de occidente. El latín medieval fue una lengua viva, se podía maldecir e insultar con él, el latín clásico de los humanistas, por otro lado, si bien no estaba aún muerto, era una lengua resurrecta. Se preciaba de ser exclusiva, en un momento en que la participación en asuntos culturales intentaba democratizarse.

Si durante la edad media, los centros de acopio del conocimiento habían sido centros de aprendizaje eclesiástico, ahora las clases medias en las ciudades buscaban suplantar a la clerecía en sus funciones. A esto se suma un tercer elemento que contribuye al debilitamiento de la aspiración del latín a convertirse en la lengua natural del intercambio cultural europeo en el mundo contemporáneo: la emergencia del nacionalismo y el concomitante orgullo nacional depositado en la lengua dominante. Los centros de cultura y aprendizaje que en los siglos previos al renacimiento fueron eclesiásticos en espíritu asumieron después del renacimiento una disposición secular. Podemos así hablar de una secularización progresiva de las universidades, y si consideramos la participación cultural post renacentista de las cortes reales y las academias iniciadas por las clases medias, entendemos que, para ellos, el latín nunca fue un medio de expresión de la cotidianidad.

El repliegue del latín como la lengua cultural común de occidente permitió los primeros escarceos hacia una preocupación consciente sobre el problema de una lengua universal auxiliar. Las obras más importantes en este sentido son De arte combinatoria, 1666 de Leibniz y An Essay Toward a Real Character and a Philosophical Language 1668 de John Wilkins. Décadas antes, Descartes, en 1629, en una carta al padre Mersenne, había expresado el mismo interés, a propósito de una obra sobre ideogramas chinos y su uso posible en un sistema universal de comunicación, “Me atrevería esperar pronto, escribe el francés, una lengua universal, fácil de aprender, pronunciar y escribir, y, lo principal, que sea una ayuda al pensamiento, representando de manera clara todas las cosas, de tal forma que sea casi imposible equivocarse”. En los Nouveaux Essais, que Leibniz escribe en 1704, hay un capítulo titulado “Sobre la imperfección de las palabras”, que presenta su preocupación con el asunto de la lengua. Si bien este autor conocía a la perfección el alemán, el francés y el latín como sistemas simbólicos y vehículos para el pensamiento, lo que buscaba era un sistema simbólico perfecto, que a su vez constituya una garantía hacia un sistema de pensamiento perfecto. El lenguaje ideal para el investigador parecía ser un sistema parecido a las matemáticas, que podría teóricamente generar la verdad de manera activa, dado el caso de que sus usuarios conocieran la manera correcta de manipular los símbolos de esta nueva forma comunicativa. Observamos entonces que la búsqueda de una lengua universal surge en la modernidad precisamente a partir del colapso del latín como sistema pan europeo de conocimiento, en el momento justo en que un nuevo modo de producción, de la mano de un nuevo contexto geopolítico imperial arranca.

En “Pierre Menard, autor del Quijote”, relato de Borges al que me referí con anterioridad se enumera la obra visible del autor francés que produce, de manera paradójica y asombrosa, dos capítulos de la obra de Cervantes. Cito: “la obra visible de Menard es fácilmente enumerable. Examinado con esmero su archivo particular, he verificado que consta de las piezas que siguen”. El tercer ítem de esa lista describe lo siguiente:

c) Una monografía sobre “ciertas conexiones o afinidades” del pensamiento de Descartes, de Leibniz y de John Wilkins (Nîmes, 1903).

La “afinidad” entre estos autores es sin duda, el interés de los tres por la creación de una lengua universal, desprovista de toda ambigüedad u opacidad y perfectamente capaz de ser puesta al servicio de la búsqueda de la verdad. Una lengua descontaminada de afecto, ambigüedad o prejuicio es precisamente lo que la creación de un método de comunicación “universal” presupone. Nicolás Espinosa lo formula de la siguiente manera:

Cuanta verdad encierran las palabras del inmortal San Agustín, dichas hace tantos siglos, hoy más que nunca: “La diferencia de lenguas aleja, extraña a un hombre de otro hombre y sólo a causa de esta diferencia de lenguas, en nada aprovecha a la sociedad humana tanta semejanza de su naturaleza”.
Algunos hombres antiguos y modernos, que midieron este abismo que divide en porciones a la humanidad, se han preocupado de buscar algún ingenioso medio de salvarlo, siquiera en parte, aunque sus propósitos no hayan tenido aceptación general o hayan encontrado tremendos obstáculos para su labor tan digna de alabanza.
Con la idea de poner un granito de arena en el gran movimiento universal por la paz, a pesar que sabemos los tropiezos que deben ser vencidos y de que conocemos nuestra pequeñez y flaqueza para tan gigantesca labor, hemos venido trabajando por espacio de cuarenta años en buscar un medio, algún original procedimiento que allane, aunque sea parcialmente, la maldita diversidad de los idiomas actuales.
Perdónesenos, al atrevimiento; pero, creemos haber hallado el camino. Tal vez sea una obsesión nuestra, un espejismo que los otros no admitan. En asunto de tanta profundidad el fracaso es cien veces más probable que el éxito completo.

“En asunto de tanta profundidad el fracaso es cien veces más probable que el éxito completo”. Ya encontraremos ocasión de volver sobre estas palabras hacia el final de este discurso.

Por ahora quiero llamar la atención sobre la caracterización de NEC de los obstáculos presentes ante el entendimiento universal y la peculiar manera en que articula uno de ellos: “la maldita diversidad de los idiomas actuales”.
El último tercio del siglo XIX vio una explosión en términos de la construcción de lenguas artificiales, el primero de ellos fue el Volapuk, un idioma hoy en día más muerto que el griego clásico o el latín, pero que tuvo una corta y brillante trayectoria, fue la creación, al igual que su sucesor, el Esperanto, de un solo hombre J.M Schleyer, un sacerdote alemán, afincado en la ciudad de Baden. En 1880 lo inaugura. Su éxito fue veloz, en pocos años se observaba el establecimiento de cientos de sociedades Volapukenses, en todo el planeta. En cierto momento, se publicaron en el mundo 25 periódicos en Volapuk. El declive de esta lengua se debe, mayoritariamente a su vocabulario altamente artifical y arbitrario, y a la competencia que significó el Esperanto, en 1887, una lengua más avanzada, que combina los méritos del Volapuk—es decir, la regularidad y la simplicidad de su gramática—con un vocabulario menos repulsivo. El mismo nombre Volapuk ilustra su principal defecto, es una deformación misteriosa de la palabra weltsprache (lengua mundial). Su gramática requiere que todos los sustantivos empiecen y terminen en letras consonantes. Los volapukistas invitaron a todos los simpatizantes del movimiento hacia una lengua universal a un congreso internacional, en 1884, en Alemania. En el segundo congreso, en Múnich en 1887, se funda una Academia de Lengua Universal con el objetivo de preservar la unidad y perfeccionar el Volapuk. En el congreso de París en 1889 aparecen grietas en la institución. Schleyer, el fundador, no acepta modificaciones a su creación, el director y los académicos chocan y las distintas sociedades de Volapuk se dividen en facciones. Para 1893, un nuevo director de la Academia procede a reformar el vocabulario conectándolo con palabras que ya eran internacionales. Se observa entonces que existen aproximadamente 8 mil palabras con raíces comunes a las siguientes lenguas: inglés, alemán, francés, italiano, portugués, ruso y español y se resuelve seleccionar palabras con raíces pertenecientes a idiomas vivos, también del latín, dando preferencia a las raíces compartidas de múltiples lenguas modernas. También se resuelve remozar la gramática. Entretanto surgen varias lenguas nuevas, muchas de ellas influenciaron las deliberaciones de la academia. De ellas las principales fueron 1. “La lingvo internacia” del Dr. Esperanto en Varsovia, 1887, 2. “Kosmos”, 1888, de Lauda, en Berlín, 3. “Spelin” 1888 del profesor Bauer, en Agram, 4. “Myrana” 1889, de Stempfl, en Bavaria, 5. “Lingua internacional”, 1890 de Loth en Viena, 6. “Universalia” 1893, del D. Heintzeler, en Stuttgart y 7. “Novalitiin” 1895, del Dr Beermann, Nordhausen. A esta interesante lista pertenece el ejercicio de Nicolás Espinosa con su “Aritmoglosia” en 1932.

Lo significativo de la lista consiste en señalar que las lenguas que emergen en este período lo hacen como el resultado de la creación, no de un individuo, sino de las labores de una sociedad internacional. Los logros se pueden resumir de la siguiente manera: preservan las características fundacionales del Volapuk de presentar un sistema de escritura completamente fonético, una gramática con reglas que no toleran excepciones, reglas simples para formar palabras derivadas de las raíces de otras, y en general son sistemas más fáciles de aprender que el Volapuk dado que la mayoría de su vocabulario era inmediatamente inteligible para las elites ilustradas de Europa y América. En 1898, el nuevo director de la academia sustituye el nombre anterior por el de “Idioma neutral”.

El Volapuk así se vio transformado completamente, pero el crecimiento independiente de otras lenguas, y en particular del Esperanto (la lengua inventada por el Dr Zamenhof de Varsovia, que adoptó el pseudónimo de este) produjo una nueva coyuntura. En el otoño de 1907 un comité internacional se reúne en París para seleccionar el mejor sistema de entre todos los propuestos. La mayor parte de sus miembros habían al menos coqueteado con el esperanto pero no podían hacer vista ciega de sus problemas y así una comisión se crea para producir un Esperanto mejorado, que luego adoptó el nombre Ido. Casi todos los esperantistas rechazaron las reformas y los adherentes de los demás sistemas decidieron seguir trabajando de manera independiente. Algunos de los académicos más renombrados se unieron a la Academia de la Lengua Universal, ahora bajo el nombre de Academia Pro Interlingua. Esta vez, los avances consistieron no en seguir direcciones nuevas sino en adoptar el latín y despojarlo de sus inflexiones y gramática compleja. En 1911, la Academia consistía de un grupo colegiado de más de 100 integrantes en Europa, América, Asia y Oceanía. Hacia finales del primer tercio del siglo XX, se presentan dos tendencias principales, ambas fruto del movimiento iniciado con el Volapuk. Por un lado, entre el Idioma Neutro, el Esperanto y el Ido, se observa el intento de crear lenguas, cada uno de ellos implementando el ideal de una lengua completamente racional, fácilmente inteligible y en independencia de cualquier lengua natural. Interlingua, por otro lado, inspirada por los mismos ideales, busca implementarlos por un método distinto, no mediante la producción de una lengua puramente artificial sino asumiendo la misma búsqueda de simplicidad e inteligibilidad y tal vez hasta la misma racionalidad de las lenguas artificiales, pero tomando una lengua natural, el latín, como base y despojándola de todos sus elementos irracionales, sus complicaciones y anomalías.

Tal vez nos sirva presentar en este momento, lo que tenemos en mente al decir que una lengua es plenamente “racional”. El principio de análisis máximo y el principio de uniformidad de posición son conceptos claves en esta tarea. Ambos aluden al ejercicio sistemático de las lenguas artificiales de eliminar los afijos, la flexión gramatical junto con la declinación verbal, dentro de la medida de lo posible. El objetivo es producir una gramática que se pueda establecer en “media cuartilla”. Esto no quiere decir que se abandona la conjugación, por ejemplo, sino que esta responde con absoluta regularidad a los principios establecidos en la nueva lengua.

El sistema de NEC no es una lengua artificial, como el Volapuk, sino una interlingua; es decir, un sistema intermedio entre lenguas naturales que sirve para facilitar la comunicación entre hablantes de distintos idiomas. A diferencia de otras inter lenguas, la aritmoglosia no se apoya en esquemas o en lenguas naturales depuradas de complejidad gramatical. La aritmoglosia consiste de una interlingua ideográfica, numérica y alfabética. Presento a continuación un fragmento de la oración “Padre Nuestro”, en Volapuk, Esperanto, Interlingua internacional y Latino sine flexione, otra lengua auxiliar internacional de renombre.

La transcripción de esta misma información lingüística en aritmoglosia sería, como ya hemos visto, una suma de números y letras.

El sistema de Espinosa requiere así, de parte de sus usuarios una notable capacidad analítica respecto a su propia lengua, la capacidad de identificar sus elementos constitutivos, su ambigüedad, su construcción, para luego trasladar todos estos elementos, a la grafía específica de la aritmoglosia. Una vez allí, la responsabilidad de recodificar los símbolos y ordenarlos al interior de una lengua natural le corresponde al destinatario de la misiva. Como se observa, se trata de un sistema fundamentalmente orientado a la comunicación escrita.

Universalidad y sus variantes

Leibniz hablaba de una lengua perfecta de “características universales” y por esto quería decir, que sirviera a todos, todo el tiempo. Uno de los objetivos prácticos de las distintas interlinguas, desde su concepción, consiste en ponerlas al servicio del desarrollo de la ciencia, de tal manera que la comunidad internacional pueda contribuir, sin impedimentos, al acrecentamiento del caudal de conocimientos en el mundo. De esta manera, una determinada inter lingua puede ser útil, y perfecta en muchos sentidos, y pese a ello, utilizada por un grupo reducido de personas. El asunto es que muchos entusiastas de estas distintas propuestas no contentos con implementar un sistema lingüístico lo más racional posible, o con crear una lengua auxiliar para la comunidad académica mundial, también aspiran la universalidad en el sentido de que la lengua sea adoptada por la humanidad en su conjunto, por ejemplo, como un medio no solo para el comercio y el turismo sino también para la publicación de obras de arte. Así lo señala Josef Bernhaupt, una de las figuras claves del movimiento en un mensaje a la Academia a principios del siglo pasado. Presento el texto en la interlingua original, de manera que ustedes, queridos miembros de la audiencia, puedan constatar por sus propios medios, la inteligibilidad de este proyecto:

Artista, advocato, filosofo, medico, oratore, poeta professore, sculptore, etc., debe potere exprimere seos cogitationes et seos sentimentos cum máxima precisione et sine ulla dificultate. Si Interlingua non habe ista qualitate, illa vale nihil et non poterá essere, et non será in ullo tempore, lingua de tota humanité.

Adelanto aquí algunas de mis observaciones finales al señalar que la inclusión de la humanidad entera, el máximo objetivo de todo fabricante de una lengua universal, es quimérica, o manticórica, que no es posible, aunque sea deseable, y que sus proponentes tienden a exagerar los beneficios que se desprenderían de ello.

¿Por qué no es posible? Partamos de la información histórica disponible respecto a la aparición y el subsecuente declive de estos proyectos a partir de 1880. La mayor parte de ellos tuvo una recepción inicial favorable, luego vino un momento de institucionalización y finalmente, rencillas internas que presentaron diferencias irreconciliables seguidas de la fragmentación del movimiento. Este patrón se repite casi con precisión matemática.

Se podría argumentar que la interlingua, la aritmoglosia en particular, como imaginaba Espinosa (aunque existe algo de ambigüedad en su formulación de propósitos) al no ser un lenguaje artificial, podría constituir una excepción, que sus objetivos modestos y prácticos la eximen del caos del consenso.

Pero aún si presuponemos la realidad de una lengua universal en este sentido más amplio, ¿es esto algo deseable? Espinosa y otros argumentan que no solo es deseable sino necesario. Las razones son múltiples, el estímulo del comercio internacional, de la colaboración científica, la enseñanza de lenguas extranjeras modificada hacia el aprendizaje de una sola lengua universal, rigurosa y perfectamente lógica…

Ciertamente, hay peso en todos estos argumentos, aunque no tal vez tanto como imaginamos. Lo que quiero señalar es que, si aceptamos que son determinantes, entonces seguiría una consecuencia que los promotores de una lengua universal por lo general desechan; en concreto, que hay que dejar algo de lado, algo de gran valor. Que la vocación de muchos de nosotros nos lleve a aprender uno o varios idiomas (que de hecho no aprenderíamos si existiera una lengua universal) por lo general es visto como un hecho positivo, ya que nos ofrece un valioso conocimiento sobre las vidas y las costumbres ajenas, y algo de apreciación sobre su cultura y sus letras. Estas ventajas colaterales acompañan, por ejemplo, a todo académico o persona de ciencia y a todo comerciante que aprende una lengua extranjera debido a su estudio o actividad. En la medida en que una lengua universal se impone, estas ganancias se convierten en pérdidas. El asunto así es si podemos asegurarnos de que los beneficios que provoca una lengua universal, suponiendo su establecimiento, superarían o incluso estarían a la altura de lo que estaría en condiciones de desaparecer.

Con frecuencia se olvida hoy en día que, en este mundo, muchas cosas que son valiosas por sí mismas son de hecho incompatibles entre sí. El conocimiento de una lengua extranjera, aparte de su utilidad, es un asunto valioso en sí, por un lado, todas las lenguas naturales (incluso el alemán) presentan peculiaridades y belleza propia, en tanto, muy pocos mantienen que una lengua artificial, no importa cuán racional se presente sea capaz de la misma belleza de un brote natural, por rústico que sea. De hecho, hasta podría decirse que una lengua puramente racional tiene el mérito estético que proviene de su precisión lógica, que es imposible, por ejemplo, hacer una broma, o un juego de palabras en sus fueros. A lo que se podría responder que las personas tienen la lengua que merecen: si sus ideas son lógicas, su lengua, no importa cuál, les será útil; y a la inversa, el estudio de una lengua puramente racional no constituye garantía de claridad de pensamiento.

Resumiendo: la validez del conocimiento universal de una lengua artificial parecería consistir casi exclusivamente del hecho de que es un medio y no un fin. Por otro lado, el valor intrínseco del aprendizaje de una lengua extranjera es algo que una lengua artificial, si va a ser efectiva, debe destruir, y resultaría imposible estar seguros de que los efectos producidos por una lengua universal compensarían la pérdida de este conocimiento. Por último, la adopción de una lengua universal seguramente sería un acicate para la acelerada desaparición de lenguas minoritarias.

El giro lingüístico

Aritmoglosia significa “Lengua de números”, NEC produce su sistema en parte debido a la transformación significativa que el pensamiento humanístico experimenta en la segunda década del siglo pasado. Justamente, en 1922, hace 100 años, se publica la primera traducción del Tractatus Logico Philosophicus de Ludwig Wittgenstein. En ese texto, el filósofo austriaco señala que el trabajo conceptual de la filosofía no puede lograrse sin un análisis previo del lenguaje. Esta afirmación produce una búsqueda desenfrenada de un sistema de comunicación transparente, libre de la opacidad y ambigüedad de la lengua, y la fuga, simplificando en mucho el asunto, desemboca hacia las matemáticas, pasando por el positivismo lógico. La trayectoria del pensamiento de Wittgenstein va de la reflexión sobre el lenguaje, a una teoría de su funcionamiento y a la filosofía matemática. La aritmoglosia desciende del árbol genealógico del Tractatus.

La auto traducción universal.

El sistema aritmoglótico presenta una característica peculiar. Ya hemos dicho que permite que una persona, que desconoce determinada lengua, pueda decodificar las grafías recibidas y así reconstruir el significado de la misiva en su lengua materna. En otras palabras, que una persona puede traducir una lengua a otra. Pero el sistema también permite que una persona pueda auto traducirse; es decir, traducir su propio discurso a otras lenguas. La auto traducción; es decir, la traducción de un texto a otro idioma por su propio autor, ha recibido gran interés académico desde inicios del presente siglo. El énfasis se ha puesto, sobre todo, en la auto traducción literaria, con interés particular sobre autores bilingües. Dos de los más estudiados han sido Samuel Beckett, el escritor irlandés y premio nobel de literatura que escribió buena parte de su obra en francés, para luego retraducirla al inglés y Vladimir Nabokov, el migrante ruso que adoptó el inglés como lengua expresiva y que se tradujo a sí mismo al ruso y al inglés con frecuencia. La auto traducción es una práctica común en entornos plurilingües y responde a razones económicas; razones de prestigio y a la búsqueda de un público más extenso; también entra en juego la desconfianza hacia traducciones realizadas por terceros, pues para gran parte de autotraductores, el autotraducirse implica evitar una traducción posterior, e insatisfactoria.

En la aritmoglosia, el sujeto que se auto traduce queda advertido. Dice NEC lo siguiente:

“Otra advertencia de gran importancia que hay que formular: al escribir las cartas, especialmente, debe usarse la forma más sencilla de expresión, en orden natural, y sin usar jamás palabras o frases de slogan, ni provincialismos que no son del idioma general”. Es decir, EC pide que la expresividad se reduzca a su forma mínima, y que se elimine en lo posible toda marca lingüística regional. La situación es análoga a la sub titulación de películas en español y la construcción de diálogos que prevalece hoy en día en la industria editorial. Se posiciona la idea de que la marca regional, sobre todo hispanoamericana, debe reducirse si no desaparecer del todo. El postulado de que es necesario evitar la alienación lingüística del público ibérico, respecto de su propia lengua, marcada por la impronta extranjera, hoy en día se extiende. Se prefiere así un “español neutro”, libre de los giros dialectales y acentuales de distintas regiones del mundo hispanohablante. En aras de incrementar la inteligibilidad del texto, película o novela, se intenta reducir la diferencia lingüística y su expresividad local.

El caso de la aritmoglosia es interesante, porque a diferencia de la auto traducción convencional, que opera por lo general desde una conciencia bilingüe y bicultural, se instala en un escenario monolingüe. El auto traductor aritmoglótico, en lugar de enriquecer el texto genético (no el original porque la idea misma de un texto original y otro derivado de él se cuestiona en la auto traducción), parecería empobrecerlo. En aras de comprender mejor este punto quisiera hacer una digresión para presentar, sin demasiada extensión, una de las más importantes obras de la auto traducción literaria ecuatoriana. La novela Lorenzo Cilda, del escritor Victor Manuel Rendón. En lo que sigue voy a presentar fragmentos del estupendo ensayo del investigador francés Marcos Eymar, titulado “L´autotraduction légitimatrice: Lorenzo Cilda de Victor Manuel Rendón et le dédoublement de l´ecrivain bilingue” que aparece en la publicación Atelier de Traduction, número 7, publicado por la editorial universitaria Suceava en el año 2007 y disponible en línea. La traducción es mía.

I Lorenzo Cilda

Víctor Manuel Rendón (1859-1939) nace en Guayaquil y acompaña a sus padres a Paris, donde se radican como exilados políticos de Gabriel García Moreno. En Francia realiza estudios secundarios y universitarios. Luego de obtener su doctorado en medicina, ocupa múltiples puestos diplomáticos en Francia y España, hasta su retorno definitivo al Ecuador en 1936. En cuanto a la lengua que emplea, podemos distinguir tres etapas en su producción literaria: 1. de 1892 a 1908, donde se siente casi exclusivamente francés 2. A partir de Telefonemas (1908), y seguido de su nombramiento como miembro correspondiente de la Academia española de la lengua, adopta el español como lengua principal, aunque continúa escribiendo obras en francés hasta 1928 3. luego de esta fecha solo publicará textos en español. El abandono progresivo del francés a favor de su lengua materna no tiene mayores implicaciones en cuanto a las temáticas que el autor aborda, desde Héros des Andes (1904) hasta Encantamientos patrios (1937), la celebración patriótica se impone como uno de los temas centrales de su obra.

Publicada originalmente en francés en 1909, y traducida al español por el mismo autor en 1917, Lorenzo Cilda es la única novela de V.M. Rendón. La condición autobiográfica del relato se manifiesta desde las primeras páginas: Lorenzo Cilda, un joven médico ecuatoriano que ha terminado sus estudios en París, regresa a casa luego de una larga ausencia para hacerse cargo de la herencia de sus padres, que han muerto. La reunión con la patria está marcada por un sentimiento de extranjería que le provoca pesadillas en donde las diferencias entre la tierra natal y la tierra de adopción se eliminan “En mi sueño agitado, el terruño natal le parecía como un lugar de exilio y era la tierra del extranjero la que le parecía ser la verdadera patria”.

Al igual que múltiples escritores francófonos V.M. Rendón se sirve de personajes femeninos para personificar el conflicto de la doble pertenencia. Comprometido con una parisiense, Hélene de la Tour, Lorenzo Cilda es seducido por los encantos de Delia, hija de uno de los mejores amigos de su padre finado. La caracterización de ambas mujeres reproduce la oposición entre la Francia, patria intelectual y el Ecuador, patria de los recuerdos y los afectos. Si Hélene de la Tour, apenas descrita, existe sobre todo a través de las cartas que ella envía a Lorenzo Cilda, la presencia sensual y embrujadora de Delia se compara con frecuencia a la naturaleza deslumbrante de los trópicos. En su prefacio a la versión española, V.M. Rendón no oculta la condición simbólica de esta oposición: “Allí dos mujeres, Delia y Elena, se apoderan sucesivamente del corazón de Lorenzo y, a una, le asedian luego implacablemente hasta que cese de vacilar entre ambas. Elena representa el vivo cariño hacia Francia, la tierra de adopción. Delia simboliza el profundo amor al suelo patrio, el Ecuador”.

II Auto traducción y legitimación: el texto desdoblado

Dice Marcos Eymar:

“La auto traducción abre un espacio paradójico en que la abolición de la diferencia entre el original y la traducción inicia una dialéctica compleja de unidad y diferencia. En el interior del escritor bilingüe la auto traducción expresa, con frecuencia, un deseo de reconciliación interior, una voluntad de afirmación por encima de los clivajes lingüísticos y culturales. En el prefacio a la edición en español de Lorenzo Cilda, V.M. Rendón declara que su novela nace de su deseo permanente “de servir a mi patria con amor, ya sea a través de mis obras literarias o mis actividades diplomáticas”, más aún, de una “profunda gratitud hacia Francia, gran nación, hospitalaria y gloriosa”. La auto traducción al español participa entonces de un deseo de legitimar la doble alianza del autor, mas revela, al mismo tiempo, la profunda brecha con el texto francés, si bien el proceso de armonización de Rendón obra también como catalizador de las diferencias entre las lenguas y las representaciones ideológicas y culturales que ellas expresan”.

“Esas diferencias son, de antemano, de orden estilístico. La comparación entre las dos versiones de Lorenzo Cilda (denominadas de aquí en adelante LC-F y LC-E) permite reparar sobre las numerosas “transformaciones transdoxales” es decir, las desviaciones con relación a la traducción normativa que el auto raductor puede vislumbrar debido a su condición autoral. Con el fin de constatar la naturaleza de estas modificaciones, basta considerar los siguientes extractos:”

“LC-E presenta numerosos añadidos con relación a LC-F. A veces se trata de simples substituciones de un pronombre personal de objeto directo. Así, “consterné de la voir si pale” se convierte en “desconsolado al mirar tan pálido el bellísimo semblante”. O, los añadidos suponen la adición de frases subordinadas completas: “Rendido por la emoción y el cansancio”, “a pesar de que el precioso rostro tornábase lívido y se contraía con sardónica risa” y aún más, “¡Qué largo, interminable le pareció el sendero tortuoso…!” Estas prolongaciones alteran la sintaxis de LC-F. Aunque más corto, este incluye cinco frases separadas por puntos en tanto que LC-E no contiene más que tres. En su auto traducción, V.M. Rendón claramente privilegia la hipotaxis: la construcción paratáctica “Il ne cessait de prodiguer à Délia les mots les plus tendres…” se transforma en una cláusula subordinada introducida por un gerundio: “prodigando a Delia su ternura en repetidas frases…” Las dos últimas frases de LC-F, cortas y puramente informativas, se integran en LF-E en una sola frase exclamativa de construcción barroca: “¡Qué largo, interminable, le pareció el sendero tortuoso hasta llegar a la cima y acostar en la meseta el cuerpo de Delia, a cuyo lado se arrodilló!””.

“La adjetivación superabundante, la resonancia clásica de ciertas palabras—“semblante”, “tortuoso”, “yerto”, al igual que la posposición obsoleta del pronombre reflexivo “estremecíase” y “tornábase” ahí donde la lengua moderna quisiera “se estremecía” y “se tornaba”, confieren a la versión en español un tono arcaizante ausente en la versión francesa. Es como si, al momento de traducir su novela, V.M.Rendón eligiera el estilo pomposo de oratoria preferido por los puristas y los académicos españoles, en contra del cual las principales escritores hispanoamericanos de su generación insurgen, oponiendo precisamente, la prosa sobria y rápida de ciertos autores franceses. Así, por ejemplo, para el crítico argentino Manuel Ugarte, “la joven literatura hispanoamericana” de la época se caracteriza por “un estilo ingenioso, ágil” que él define como “un castellano que ha reunido las flores de Paris”; una lengua que de Cervantes no conserva sino lo que Flaubert permite”. Confrontados a una lengua paralizada, embalsamada, condenada a andar en silla rodante”, los escritores hispanoamericanos del modernismo buscaban la “liberación verbal” de las antiguas colonias americanas dentro de lo que Rubén Darío, el jefe de escuela llamaba “galicismo mental”, operación singular consistente en “pensar en francés aquello que se debe escribir en español””.

“Rendón no comparte evidentemente esa voluntad de reforma. Su objetivo no es flexibilizar el español con la ayuda del francés sino, al contrario, conformarse lo más posible a la norma académica con el objetivo de descartar toda sospecha de galicismo. Su auto traducción evita el descentramiento que produce la riqueza de ciertas obras de autores bilingües; más bien aspira a una suerte de “híper naturalización” del texto francés que gira tal vez hacia el anacronismo. Rendón está sin duda consciente de que “al cambiar de lengua, se cambia también de destinatario imaginario”. Así, por ejemplo, el autor suprime las explicaciones inútiles para un lector hispanoamericano, “Bolívar, el libertador” deviene simplemente, “El libertador” en LC-E . A veces, un término regional en el texto francés se reemplaza por un término en español convencional: “l´image vénérée de sa tendre et adorable mamacita” y “la imagen venerada de la tierna y queridísima abuelita””.

“Las transformaciones realizadas por Rendón para adaptarse a aquello que él estima está en las expectativas del público ecuatoriano no se limitan a aquellos ajustes menores. En el prefacio de LC-E, el autor, ya se ha visto, insiste sobre el contenido patriótico de su libro, que él dedica a “Guayaquil, mi cuna, con entrañable amor filial.” Este gesto, exageradamente patriótico se manifiesta en numerosos momentos de la auto traducción, sobre todo cuando Rendón añade frases con el único objetivo de recalcar el compromiso de su héroe al país natal:”

Poignants étaient pour lui les souvenirs qui envahissaient son cerveau au moment même où la réalisation d’un événement propice, l’arrivée au sol natal, aurait dû, semble-t-il, éloigner de son âme tout sujet de tristesse, ou, du moins, ne pas raviver sa douleur si brutalement.

¡Qué distinta era la sensación experimentada por Lorenzo! Mil veces más poderosa brotó, como de una fuente pura, la emoción que, estremeciéndole el alma, le humedeció́ los ojos al sonar las voces el pedazo de tierra que para él representaba ya la patria. Sólo podrá comprenderla y medir su intensidad quien se haya visto en condiciones análogas.

“El texto francés se limita a enunciar el contraste entre el júbilo que provoca la visión del país y la tristeza del protagonista. La auto traducción al español elimina esta contradicción y convierte al sentimiento patriótico en una emoción poderosa e incontrolable que sumerge al protagonista. La última fase, que refuerza la identificación del autor con su personaje vuelve explícita la intención del autor: se trata, ante todo, de un público ecuatoriano que podría ver en ese bilingüismo una “traición lingüística””.

“El estilo declarativo y arcaizante de LC-E, al igual que el lugar preponderante que reserva a los valores patrióticos supone un empobrecimiento estético de LC-F. ¿Se puede hablar así de una “mala auto traducción”? Aquello implicaría olvidar que para Rendón la auto traducción de su novela es mucho más que una simple operación de trasposición lingüística: constituye una tentativa de legitimar el lugar de un escritor bilingüe en un espacio literario estructurado alrededor de la identificación romántica de la lengua y la nación”.

Nos encontramos en este punto, distantes de las posibilidades de la aritmoglosia. Si bien el sistema de NEC imagina la posibilidad de la auto traducción universal, su alcance parecería ser puramente pragmático. Y aun aquello quedaría en entredicho. Si yo escribo la siguiente frase simple, ¿cuántos sentidos tiene?

“Vi a un hombre en una colina con un telescopio”.

1. Yo vi a un hombre en una colina, y lo pude hacer mediante el uso de un telescopio.
2. Yo vi a un hombre en una colina, que llevaba consigo un telescopio.
3. Hay un hombre en una colina, en ella también se observa un telescopio.
4. Me encuentro en una colina, y observo a un hombre que utiliza un telescopio.

El enorme ejercicio de NEC, mediante ejemplos como el anterior, parece desdibujarse, sobre todo si incorporamos a la discusión la espada de Damocles de la ironía. De hecho, la tarea contemporánea de traducción cibernética, que durante los años 30 a 60 siguió de cerca el camino de NEC, mediante la traducción mecánica basada en reglas, hacia los años noventa abandonó el ejercicio prescriptivo para asumir una traducción completamente distinta, basada en la utilización estadística de actos de habla y escritura y más cerca al presente, el llamado aprendizaje neuronal, que procesa millones de formas expresivas emitidas en las redes para extraer de ellas patrones de uso reales.

En “Pierre Menard, autor del Quijote”, el narrador expresa lo siguiente: “No hay ejercicio intelectual que no sea finalmente inútil” … y más adelante, “Nada tienen de nuevo esas comprobaciones nihilistas; lo singular es la decisión que de ellas derivó Pierre Menard. Resolvió adelantarse a la vanidad que aguarda todas las fatigas del hombre; acometió una empresa complejísima y de antemano fútil”. Recordemos las palabras de NEC, registradas previamente a propósito de su proyecto: “Perdónesenos, al atrevimiento; pero, creemos haber hallado el camino. Tal vez sea una obsesión nuestra, un espejismo que los otros no admitan. En asunto de tanta profundidad el fracaso es cien veces más probable que el éxito completo”.

Algunas puntualizaciones adicionales se vuelven necesarias antes de cerrar nuestro texto. La primera de ellas tiene que ver con la ingenuidad de NEC al iniciar su proyecto, el autor cuencano señala repetidas veces que vencer la diversidad lingüística por medio de una lengua universal allanará el camino hacia la paz y el entendimiento de la comunidad internacional. Apuntamos al respecto que la implementación mundial de un programa de traducción mecánica (como el que él soñó) ha sido liderado por las agencias de “inteligencia” de los países más poderosos del mundo. Todo avance en traducción mecánica a partir de la segunda guerra mundial ha sido el resultado de unos países que espían a otros. Aun hoy en día, los protagonistas de la traducción universal y sus impulsores son o agencias de “inteligencia” o conglomerados multinacionales como Google o Bing, que depredan las comunicaciones en línea a nivel planetario para así perfeccionar sus máquinas de traducción, presumiblemente, en el futuro, este servicio será pagado. En cuanto a la promoción de la paz, los historiadores contemporáneos observan que el acrecentamiento de sociedades en pro de la paz mundial después del fin de la segunda guerra mundial fue el producto ideológico de la Unión Soviética y de su financiamiento directo. Esto debido a que la URSS no contaba con la bomba atómica al inicio de la guerra fría y veía en el proyecto de paz mundial una oportunidad para contrarrestar el poderío bélico de su rival americano. Buena parte, si no la totalidad de las traducciones de obras literarias ecuatorianas en los años 40 y 50 del siglo pasado son el resultado de esa política. Escritores como Icaza, Ortiz, Vera, Gallegos Lara y muchos otros fueron traducidos al checo, al croata, al esloveno y a otras lenguas como resultado del llamado “poder suave” de la diplomacia cultural soviética y del “pacifismo”.

En segundo lugar, debemos considerar el tráfico global de lenguas. NEC propone la traducción entre algunas de las lenguas dominantes del planeta, a mediados del siglo pasado. En el mundo existen aproximadamente 7 mil lenguas; de estas, algo más de la mitad presentan sistemas de escritura. El estado de arte de los traductores automatizados en línea, Google sobremanera, permite que se puedan realizar traducciones entre 108 lenguas. A esto se suma la dimensión ética de la traducción, sobre todo con relación a las comunidades lingüísticas originarias del planeta, ¿qué es lo que debe traducirse? ¿cómo debe hacerse? ¿mediante qué procedimientos? ¿quién(es) deben traducir? E incluso ¿qué no debe traducirse?

Quisiera terminar citando un poema. Se trata del texto titulado “Harlem”, del poeta afro estadounidense Langston Hughes. El poema se pregunta, qué sucede con los sueños, cuando estos se postergan, a mi parecer, los versos de Hughes sirven para pensar el sueño de NEC. En lo que sigue, la traducción es mía:

¿Qué le sucede a un sueño que no se cumple?

…… ¿Se seca
……como una pasa al sol?
…… ¿O se infecta como una llaga—
……y así supura?
…… ¿Hiede como carne putrefacta?
…… ¿O se vuelve una costra dulce—
……como el almíbar?

……Tal vez solo cede
……como una carga pesada.

…… ¿O acaso estalla?

Gracias.

Quito, 2022.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*