Entrevista a don Diego Araujo en Periodistas en español.com. Adriana Bianco conversa con don Diego Araujo acerca de literatura, sus obras, su trabajo, la Academia y otros temas de interés.
«Diego Araujo Sánchez: literatura y política en Ecuador», por Adriana Bianco
Poco se conoce en Europa y Estados Unidos de la literatura de Ecuador, este bello y diverso país latinoamericano que ostenta el privilegio de ser la línea del Ecuador que divide el planeta en dos hemisferios, país que debe su nombre a su raro destino de equidad e igualdad planetaria.
Nos acercamos a Diego Araujo Sánchez, prestigioso intelectual, escritor, periodista y docente que mucho sabe de su tierra y de la literatura ecuatoriana. Ha sido, durante treinta años, profesor de Lengua y Literatura en la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, y profesor visitante en el Departamento de Lenguas Clásicas y Modernas de la Universidad de Nuevo México en Estados Unidos.
Ha sido subdirector del Diario HOY de Quito, colaborador del diario El Comercio y columnista de opinión. Ha publicado numerosos artículos, ensayos y dos novelas: «Los nombres ocultos» (2016) y «Las secretas formas del tiempo» (2021). Es Académico de Número de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y Miembro correspondiente de la Real Academia Española.
Pertenece a los escritores investigativos, históricos y develadores de las entrañas políticas, que indagan sobre las pasiones y ambiciones que desata el poder, tratando de dilucidar los hechos que definen la trayectoria de nuestros países latinoamericanos.
Comenzamos la conversación abordando el periodismo y los desafíos que enfrentan los periodistas en América Latina.
Diego Araujo (DAS): Hay una larga tradición en el periodismo en Latinoamérica, especialmente en el periodismo de opinión. Tenemos ya grandes escritores en el siglo diecinueve, como José Martí o Rubén Darío, que fueron colaboradores de importantes periódicos. En la actualidad tenemos a Mario Vargas Llosa, como escritor de opinión muy importante. Gabriel García Márquez, quien ejerció el periodismo, lo consideró el oficio más hermoso del mundo.
Encuentro al periodismo latinoamericano con mucha vitalidad pero, al mismo tiempo, los periodistas sufren grandes problemas, que no se viven en Europa: en los juegos del poder, que hacen tanto daño, se destruye la libertad de expresión, se acosa a los periodistas que investigan para revelar la injusticia o la corrupción o que denuncian el autoritarismo. Muchos periodistas han muerto en el ejercicio de su profesión
Adriana Bianco (AB): Si, con persecuciones y torturas, como lo vemos en Nicaragua, en Venezuela, en Cuba, donde no existe libertad de prensa. Se añaden, los problemas sociales con las pandillas que extorsionan y el narcotráfico que ha asesinado a varios periodistas en Latinoamérica.
DAS: Si, aún con estos problemas, especialmente en los países con gobiernos autoritarios que frenan la libertad de prensa o condenan a quien la ejerce, el periodismo latinoamericano muestra mucho vigor.
AB: Usted es un especialista en literatura ecuatoriana. ¿Por qué se conoce tan poco la literatura de Ecuador?
DAS: Es verdad que los escritores ecuatorianos son poco conocidos. Antes del boom de la novela latinoamericana, en los años treinta, en el siglo veinte, hubo un gran movimiento literario en el Ecuador enfocado en el realismo social, incluyendo la novela indigenista y a Jorge Icaza, como representante de ese movimiento, y un grupo de escritores remarcables como José de la Cuadra, Demetrio Aguilera Malta, Enrique Gil Gilbert, Joaquín Gallegos Lara, Alfredo Pareja Diezcanseco.…Y hasta un escritor de vanguardia, Pablo Palacio, a contracorriente de la tendencia realista dominante. Pero ninguno de ellos, con la excepción de Icaza, consiguió una amplia difusión internacional. Después, muchos poetas y narradores notables tampoco han conseguido esa difusión.
La literatura ecuatoriana ha tenido un espacio marginal dentro de la literatura de América Latina; creo que, desde el punto de vista editorial, interesan los países más grandes como Argentina, México, Colombia. En Ecuador la promoción del libro queda dentro de casa, en una ciudad, a veces ni siquiera se difunden y conocen las obras editadas en otras ciudades. Hay un aislamiento producto en el pasado de la geografía, pero hasta ahora nos mantenemos muy separados, hay un problema de fraccionamiento e insularidad. También en América Latina, entre nuestros países latinoamericanos nos damos las espaldas, muchas veces.
AB: Hay un fenómeno de mujeres escritoras ecuatorianas: Mónica Ojeda, Gabriela Ponce, Natalia García Freire, Daniela Alcívar Bellolio, que fueron editadas en España.
DAS: Obras de Mónica Ojeda, como las novelas «Nefando» y «Mandíbula» se han editado en Madrid donde reside y han recibido elogiosos comentarios; han impactado por su dureza y audacia. También las otras narradoras han tenido una excelente recepción en España y otros países. Este hecho sin duda tiene que ver con la revalorización de la mujer en la literatura a nivel internacional, usted ha visto…
AB: Si, actualmente es un hecho global la relevancia de la mujer. He estado en Ecuador y me ha llamado la atención la pluralidad étnica, la geografía tan variada, montaña, mar, selva…creo que esas geografías determinan a sus pobladores, dando una gran riqueza de visiones…es un país extraño el Ecuador, porque por su tierra pasa la línea del Ecuador que parte al mundo en dos hemisferios…
DAS: Hace años el historiador inglés Arnold Toynbee escribió un ensayo con el título de «Todo el mundo, en el Ecuador». Justamente aludiendo a la gran diversidad que tenemos en todos los aspectos. Ecuador es un país plurifacético.
AB: Recuerdo cuando leí la novela Cumandá (1872) de Juan León Mera, sobre la selva amazónica en el siglo dieciocho, el mundo de los jíbaros…
DAS: Cumandá es una de las primeras novelas que se escriben en el Ecuador, una muestra importante del romanticismo en la narrativa latinoamericana.
AB: Hablemos de sus novelas. Usted aborda la novela histórico-política, un género que tiene antecedentes importante en Latinoamérica. «Tirano Banderas» de Valle Inclán, «El Señor Presidente» de Asturias, «Yo, el Supremo» de Roa Bastos, «Artemio Cruz» de Carlos Fuentes, «El otoño del patriarca» de Gabriel García Márquez, «La novela de Perón» de Tomás Eloy Martínez, «Adiós muchachos» de Sergio Ramírez, y podemos sumar sus novelas…
DAS: Mi primera novela fue «Los nombres ocultos»; en ella tomé la figura de José María Velasco Ibarra, quien vivió exiliado en Argentina, llegó cinco veces a la presidencia del Ecuador y solo una de ellas concluyó su mandato. Investigué un hecho que aconteció cuando llegó al poder por primera vez: un accidente que podía haber sido un complot para matarlo y en el cual murió el chofer del presidente; entonces narro esa historia de los inicios de este caudillo populista cuando estaba comenzando su gobierno.
AB: En «Las secretas formas del tiempo» usted retoma el tema del poder y la imagen del caudillo, el presidente Gabriel García Moreno.
DAS: «Yo no elijo los temas, los temas me eligen» como decía García Márquez. Cuando yo estaba investigando para escribir esa novela me decían «¿Para qué escribirla si ya está todo dicho sobre el asesinato?» Sin embargo, yo me encontré con algunas cosas que me asombraron y que eran desconocidas. Por ejemplo, la importancia de la mujer en el asesinato de García Moreno, en concreto la participación de la señora Juana Terrazas. Había leído algún comentario de un observador extranjero de la época, en donde se afirma que García Moreno no pudo doblegar la voluntad de las mujeres, que ellas participaban de formas muy activas en la política. Yo pongo de relieve ese tema. En mi novela voy dando cada vez más la voz a las mujeres; algunos capítulos están narrados desde la perspectiva de Juana Terrazas.
Otro aspecto novedoso es la motivación que tuvo para el asesinado Faustino Rayo, la mano ejecutora de la muerte del presidente; inclusive algunos historiadores presentaron como motivación del colombiano Rayo para matarlo el que supuestamente el presidente había seducido a su mujer, pero aquello no fue así. En mi obra trato de desmitificar este hecho y, sobre todo, registrar la multiplicidad de intereses personales y de grupos que confluyeron para el magnicidio.
AB: La novela se estructura en dos planos: el pasado y el presente, lo cual da mucha dinámica al texto. Además del manejo del habla popular, del español, que usted como académico destaca. Me interesa saber qué tareas desarrolla la Academia Ecuatoriana de la Lengua Española.
DAS: Actualmente estamos en el tramo final de la elaboración del Diccionario Académico del habla ecuatoriana. Es un trabajo que nos ha llevado mucho tiempo, como cinco años de registros y labores con voces ecuatorianas y su significación, esperemos que para el 2024 tengamos la publicación de este libro. En el 2024, se cumplen 150 años de la Academia Ecuatoriana de la Lengua: fue la segunda creada en América Latina, la primera fue la colombiana.
Estamos, entre otras cosas, coincidiendo con esta fecha conmemorativa, preparando la edición de un poeta poco conocido, César Dávila Andrade (1918-1967). Como puede apreciarse es una Academia muy activa, que procura también difundir la literatura ecuatoriana.
Este artículo apareció en la web Periodistas en español.