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Entrevista a don Diego Araujo en revista Rocinante

Compartimos con ustedes la entrevista a don Diego Araujo Sánchez, miembro numerario de la corporación, que publicó la Revista Rocinante en su edición de enero de 2024. El académico habla de sus lecturas, su proceso de escritura y sus últimas publicaciones.

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En la revista Rocinante N.° 183 de enero de 2024 se publica una entrevista con don Diego Araujo Sánchez, miembro de número de la corporación, en la que habla de la escritura y de Visiones y revisiones, su más reciente obra.

«El ejercicio crítico resulta más necesario que nunca»

El ensayista y novelista Diego Araujo, quien opina que los tiempos actuales «exigen las visiones integradoras que son posibles gracias a la lectura», conversó con Rocinante a propósito de su más reciente publicación, Visiones y revisiones.

Pregunta: ¿Cómo fue el proceso de armar este libro; cómo vivió el acto de revisar su trabajo desarrollado a lo largo del tiempo para configurar este conjunto?

Respuesta: Visiones y revisiones recoge 16 ensayos escritos a lo largo del tiempo; con el fin de dar al conjunto del libro cierta organización coherente, agrupé los ensayos de acuerdo con sus líneas temáticas: los dos primeros reflexionan sobre los prejuicios en torno a la gramática y a la crítica literaria; los tres que siguen, estudian el lenguaje y los elementos de la sociedad que se evidencian en los Cantares del pueblo ecuatoriano, obra pionera de estudio y acopio de poesía popular, llevada a cabo en el siglo XIX por el conservador Juan León Mera, y comentan otras tres curiosas y poco conocidas obras ecuatorianas del mismo siglo: Anécdotas de mi vida, un libro del liberal Miguel Valverde; un artículo acerca de poesía y cocina escrito por Mera en sus poco conocidos Tijeretazos y plumadas; y el primer libro de cocina ecuatoriana que se publica en el país, el de Juan Pablo Sanz, personalidad multifacética. Siguen dos ensayos sobre literatura española: en torno a una lectura de El Quijote, el primero; y un comentario comparativo de dos poemas místicos de San Juan de la Cruz, el segundo. A continuación, se desarrollan sendos trabajos sobre Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar y César Dávila Andrade. Finalmente, el libro se cierra con cuatro estudios sobre obras y autores ecuatorianos contemporáneos: Jorge Dávila, Fernando Tinajero, Bruno Sáenz y Julio Pazos.

En la revisión de todos los ensayos predominó una doble aspiración: ponerlos al alcance de los lectores pues cada uno solo se había difundido en diversas publicaciones limitadas y de difícil acceso y, sobre todo, ponerlos al alcance de estudiantes, maestros y lectores interesados en la literatura.

Pregunta: Ese recorrido da cuenta de su trayectoria de lector, con sus gustos e intereses. ¿Qué tipo de lector se considera (o eso ha ido variando en el tiempo)?

Respuesta: Excepto en mis años de ejercicio docente, cuando tenía que leer obligadamente algunos libros de forma sistemática y relativamente ordenada, siempre he buscado la lectura placentera, el libro que me entusiasme, y su selección no ha sido sistemática ni ordenada sino aleatoria. Aunque circunstancialmente leo en soporte electrónico, prefiero el libro impreso: me encanta sentir el papel, admirar al libro como un ser querido y familiar. Con el tiempo, disfruto también de la relectura: los grandes libros son inagotables: ofrecen sentidos antes inadvertidos cuando se los lee en diversas etapas de vida.

Pregunta: Diego Araujo es conocido como un profesor de importante trayectoria por varias generaciones de estudiantes. ¿Provino de ese ejercicio docente su interés por la escritura de la crítica, o fueron dos vocaciones paralelas, independientes?

Respuesta: Fueron vocaciones paralelas: el centro de mi ejercicio docente fue leer con los estudiantes obras seleccionadas, comentarlas y aprender y reflexionar durante ese proceso acerca de las características literarias de esas obras y sus autores. Mis escritos críticos son ensayos de lectura, en la cual pretendo siempre tener en la mira la perspectiva estética, los textos como obras de lenguaje, en el desarrollo de su análisis e interpretación.

Pregunta: En uno de los textos, menciona que la obra de Borges es una literatura del pensamiento. ¿Se emparentaría esta perspectiva con el impulso ensayístico, en su experiencia?

Respuesta: Mi afán es más modesto; sin embargo, el ensayo y la crítica literaria son de alguna manera literatura de la literatura y del pensamiento. Esa perspectiva, pues, es siempre un elemento clave del ensayo y la crítica literaria.

Pregunta: Y en esa línea, ¿usted se lanza a la escritura a la espera de que en el proceso llegue el pensamiento, o más bien tiene claras las ideas que busca decir y recurre a las herramientas de la escritura para hacerlo?

Respuesta: En mi caso, parto siempre de ciertas ideas previas que me impresionaron en el proceso de lectura y desde ellas regreso al texto, en un continuo proceso de vaivén, para desarrollar la escritura.

Pregunta: En uno de los primeros ensayos aborda la crítica literaria como género discursivo, y da cuenta de cómo concibe su personal ejercicio. Del otro lado, la lectura, cómo pondera la recepción del género en la actualidad: ¿cómo cree que se relaciona el público lector con los textos de crítica?

Respuesta: Los prejuicios hacia la crítica literaria son perdurables: suele ser recibida con hostilidad y antipatía, «como el cobrador de alquileres, recelosamente y con las puertas a medio abrir», según acertada observación del gran Alfonso Reyes. La buena crítica literaria es una forma del género ensayo; cuando cumple su función, creo que se relaciona con los lectores de forma análoga a como se conecta con ellos la poesía, la novela o el teatro.

Pregunta: La invitación a «revisar» (releer y remirar) implícita en el ejercicio crítico, ¿cómo cree que encuentra vigencia en estos tiempos de fugacidad, de sobreinformación e inmediatez?

Respuesta: El ejercicio crítico no escapa de la crisis general de las humanidades. Vivimos esa modernidad líquida de la que escribió Bauman: unas realidades fugaces, en cambio permanente, sin la fijeza del pasado. Todo ello se acentúa con el caudal de información y la vertiginosidad y fragmentación que imponen las redes sociales. Estos son malos tiempos para la lectura de gran aliento, pero a la par son tiempos que exigen las visiones integradoras, que son posibles gracias precisamente a esa lectura. Es decir, el ejercicio crítico resulta más necesario que nunca.

Pregunta: Visiones y revisiones apuntala unas ciertas tradiciones en la literatura latinoamericana y ecuatoriana, desgranando sus argumentos. ¿Cuál es la importancia o la función de establecer estas constelaciones que llamamos «tradición»?

Respuesta: Esas constelaciones permiten finalmente configurar un canon, como lo hace Harold Bloom en su ya clásico y notable El canon occidental. Explícita o implícitamente, la valoración de la obra poética implica una comparación y, en este proceso, cumplen un papel importante la continuidad y la ruptura de la tradición. Cabe recordar que, para Bloom, «los poemas, relatos, novelas y obras de teatro, nacen como respuesta a anteriores poemas, relatos, novelas u obras de teatro, y esa respuesta depende de actos de lectura e interpretación llevados a cabo por escritores posteriores». Es decir, el encadenamiento y la separación configura la necesaria tradición y es el tejido de la historia de una literatura, que implica la lectura critica de obras y autores.

Pregunta: También se ha interesado por estudiar la obra de contemporáneos suyos, como Bruno Sáenz, Jorge Dávila, Fernando Tinajero, entre otros. En líneas generales, ¿cómo valora a esa generación, cómo la describiría?

Respuesta: Fernando Tinajero, de más edad que los otros escritores mencionados, publicó su primer libro de ensayos (Mas allá de los dogmas) en los mismos años que Agustín Cueva Entre la ira y la esperanza. Las dos son obras críticas, polémicas y novedosas sobre la cultura ecuatoriana, el papel de los intelectuales, el arte y la cultura del país. Jorge Dávila. Bruno Sáenz y Julio Pazos en narrativa, teatro poético, ensayo y lírica, respectivamente, son creadores de obras de mucho mérito.

Pregunta: Y puesto que estamos hablando de crítica literaria, ¿cree que la obra de esa generación tuvo suficientes resonancias en el medio de críticos, estudiosos y lectores; o hay por ahí algunas cuentas pendientes en tal sentido?

Respuesta: Las resonancias de las obras que se publican en el Ecuador no son suficientes: faltan espacios críticos en los medios de comunicación y revistas especializadas. Revistas como Rocinante son una excepción. La difusión del libro nacional es precaria en el Ecuador. Se echan de menos políticas culturales para estimular la edición, difusión y, sobre todo, la lectura crítica de obras literarias de autores nacionales. No existe una tradición crítica vigorosa en el país. En este sentido, hay una deuda grande frente a los autores y obras ecuatorianas.

Pregunta: En varias partes del libro subyace la idea de que la crítica proviene de una mirada personal y novedosa sobre las obras; ¿y qué decir de su escritura, del pulso de su prosa? ¿Cómo describe su relación con el lenguaje (su trabajo y cuidado) en la escritura de estos textos?

Respuesta: Creo que la voluntad de estilo es una cualidad esencial del ensayo literario. Ese pulso se evidencia con especial fuerza en ensayistas como Octavio Paz o José Ortega y Gasset, para citar solo dos extraordinarios prosistas en lengua española.

Pregunta: Y en comparación con la escritura de novela, otro de sus intereses, ¿cómo se diferencia su personal disposición creativa, cuáles son los puntos de coincidencia y de divergencia en estos dos ámbitos de escritura?

Respuesta: La perspectiva estética es común a la prosa del ensayo y de la novela. Este último es un género multiforme por su capacidad de aprovecharse de otros géneros, de alimentarse de las diversas formas verbales de estos; entre otros, del ensayo, la lírica, la crónica, el periodismo, las formas dramáticas, la historia… Por el carácter proteico de la novela, resulta tan difícil contar con una definición de esta. En el ensayo cobra relieve el asedio novedoso a las verdades a las cuales este se refiere, en la novela importa, sobre todo, la verosimilitud, es decir, lo creíble, la apariencia de verdad.

Pregunta: Su libro ha sido publicado por la Academia Ecuatoriana de la Lengua; ¿cómo describiría el rol de la AEL (y el suyo propio como miembro de ella) en el medio literario del país?

Respuesta: La AEL es la institución cultural más antigua del país: en 2024 cumple 150 años de vida. Poetas, novelistas, dramaturgos, escritores relevantes de diversas tendencias ideológicas y estéticas han pertenecido a la Academia. Y, también, por supuesto, estudiosos del lenguaje, que han realizado importantes aportes lexicográficos para aquilatar el español en el Ecuador y sus relaciones, sobre todo, con el quichua.

En esta celebración se publicarán, entre otras, dos obras: en el campo de la literatura, un libro conmemorativo de la poesía, los cuentos y los ensayos de César Dávila Andrade; en el campo del lenguaje, aparecerá el Diccionario de Ecuatorianismos, una obra que lleva alrededor de seis años de trabajo y hecha en colaboración por una comisión de académicos y lexicógrafos. En octubre de 2024 tendrá lugar en Quito el XVII Congreso internacional de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Todos estos son ejemplos del dinamismo de la AEL al servicio de la lengua y la cultura en el país.

Pregunta: Finalmente, ¿nos puede adelantar de algún interés de escritura actual, que le convoque en este punto de su trabajo?

Respuesta: Estoy muy interesado en relatar algunos momentos claves de la vida de un gran pintor ecuatoriano del siglo XIX y de su tiempo. Pero no quisiera hablar aún con detalle de este proyecto en curso.

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