«Gatos», microcuento por don Jorge Dávila Vázquez

Sí, en realidad, vale la pena observar a los gatos con cuidado. Sí, lo he hecho, por supuesto. Sí, tan desdeñosos y lejanos, ellos, como perdidos en una especie de ensueño...

In memoriam R.P.

Roger Planchon, el director de Luis, el rey niño, la película que representó a Francia en Cannes 93, tenía una curiosa teoría: los gatos son agentes, espías, seres de otro planeta, cómodamente infiltrados entre nosotros.

Cuando ronronean —hilan, como dicen, tan expresivamente, por acá—, están enviando información, y cada vez que mueven una de sus orejas, como solo ellos saben hacerlo, están recibiendo mensajes.

Graciosa hipótesis ¿No? ¡Qué risa!… Hablar así de unas inofensivas bestezuelas de casa adentro…

¿Que no es graciosa? ¿Que no es cosa de reírse?

Bueno, no hay que tomarla tan seriamente. No tanto. No, no… En fin, no sé.

Sí, en realidad, vale la pena observar a los gatos con cuidado. Sí, lo he hecho, por supuesto. Sí, tan desdeñosos y lejanos, ellos, como perdidos en una especie de ensueño superior y distante… O como si estuviesen reportándose a remotos y desconocidos, pero poderosísimos amos. Claro. Y ¿qué decir de cuando combaten entre terribles maullidos, que parecen los infrahumanos gritos de guerra de bestias inconcebibles? ¿Quién no los ha sentido, batiéndose con una pasión insana, en medio de la oscuridad, revolcándose furiosos, abriéndose las carnes palpitantes con sus garras? Entonces, ya nada tienen de inofensivos los animalitos que beben leche en un platillo o ronronean mansamente a nuestro lado. ¿No?

Sí, cierto que hay momentos en que parece que monsieur Planchon no estuviera muy equivocado. Y en ese caso, claro, su sospecha no tiene ninguna gracia.

Tomado de la revista Casapalabra, N.º 49.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*