«La novela de aprendizaje», por don Juan Valdano

Una de las formas que adoptó la novela moderna a partir del Romanticismo fue la “novela de aprendizaje” (Bildungsroman), nombre con el que críticos alemanes del siglo XIX distinguieron un subgénero narrativo...

Una de las formas que adoptó la novela moderna a partir del Romanticismo fue la “novela de aprendizaje” (Bildungsroman), nombre con el que críticos alemanes del siglo XIX distinguieron un subgénero narrativo, muy en boga entonces, en el que se narra la vida de un personaje desde su infancia hasta la madurez. En la novela de aprendizaje asistimos a un proceso psicológico de formación del protagonista quien afronta un cúmulo de vicisitudes y experiencias que marcan su carácter y su destino. El motivo literario del viaje es recurrente en estas novelas ya que sus personajes, por diversos motivos, se alejan del entorno familiar y sus afectos y enfrentan un mundo extraño y hostil.

La aventura tiene aquí un objetivo: alcanzar la madurez, algo que el protagonista lo consigue gradualmente y con dificultad. El conflicto se centra en la contradicción latente entre el personaje y la sociedad. El protagonista llega, al fin, a superar las discordancias y a adaptarse a los valores imperantes, con lo que sus decepciones llegan a término.

La novela picaresca del Renacimiento y, en concreto “El Lazarillo de Tormes”, es un antecedente de este subgénero; sin embargo, fue J.W. Goethe con una obra primeriza, “Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister” (1796), quien marcó el derrotero de este tipo de relatos. En el siglo XIX, época de revoluciones y reacomodos, la sociedad europea se desgarraba en una lucha ideológica en la que estaba en juego la continuidad del “ancien régime” y el triunfo del Estado liberal. En ese momento, la novela de formación y su vocación testimonial tuvo un rol fundamental al presentar la problemática existencial del nuevo protagonista: el petulante burgués que aspira a sustituir en el poder y en el prestigio a una nobleza cada vez más decadente.

La novela de aprendizaje proporcionó nuevos temas y argumentos a la novelística romántica y realista de la época: Dickens, Balzac, Stendhal y Flaubert. La tendencia continuó en el siglo XX. Sin ser estrictamente Bildungsroman, varias novelas de Proust, Thomas Mann, Herman Hesse, J.D. Salinger (“El guardián entre el centeno”) y Vargas Llosa (“La ciudad y los perros”) comparten los mismos rasgos temáticos y formales.

La migración de pueblos enteros es un hecho que marca a este tiempo de grandes conmociones bélicas y políticas, de ahí que el tema migratorio haya pasado a ser uno de los motivos recurrentes en la novelística de hoy. La novela de la migración es una nueva expresión de la novela de aprendizaje. La historia de aquellos que dejan su país para vivir en otro, muy diferente al suyo, pasa a ser, en la novela de migrantes, un testimonio del desarraigo que hoy viven comunidades enteras. Tal es el caso de la novela ecuatoriana “La memoria y los adioses”, obra de quien esto escribe y que, en breve, volverá a las librerías.

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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