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La RAE no ha cambiado de criterio: «solo» se escribe sin tilde

Reproducimos este artículo publicado hace poco por Jaime Rubio Hancock en el diario El País, de España, acerca de un malentendido que apareció en las redes sociales acerca de la decisión de la RAE sobre la tilde y el adverbio «solo».

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Reproducimos este artículo publicado hace poco por Jaime Rubio Hancock en el diario El País, de España, acerca de un malentendido que apareció en las redes sociales acerca de la decisión de la RAE sobre la tilde y el adverbio «solo».

Esta semana centenares de tuiteros compartieron entre exclamaciones de alegría la noticia de que la RAE, finalmente, se había rendido. Al parecer, la institución claudicaba y permitía poner la tilde en los pronombres demostrativos y en “solo” cuando funciona como adverbio. Los mensajes en los que casi se oía el descorchar de una botella de cava enlazaban a una noticia de la web sobre literatura Estandarte, que abría con un titular sorprendente: “Fracasó la RAE: sólo y éste, con tilde”. Sin embargo, la noticia de la muerte de esa tilde era exagerada: el titular recoge declaraciones de hace siete años que se han sacado de contexto y que no cambian la recomendación. Solo y este, sin tilde.

 
 

El texto que acompaña al titular ya rebaja bastante su triunfalismo (o derrotismo, según se mire): se trata de unas declaraciones de 2013 de Salvador Gutiérrez, catedrático, académico y director de la Ortografía de la lengua española de 2010, precisamente la que enterró la tilde de solo. Gutiérrez dijo que había que “aconsejar” la escritura de “solo” sin tilde y explicar con criterios científicos por qué no se debía acentuar. “En la ortografía no hay que adaptar posturas contundentes, sino tratar de reorientar los usos”.

En su momento (2013), muchos medios de comunicación recogieron estas declaraciones, publicadas en una entrevista concedida a la agencia Efe. Pero, aunque es cierto que Gutiérrez admitía la resistencia a las nuevas propuestas, la recomendación de la institución no cambió entonces ni ha cambiado ahora, como ha explicado también la cuenta de Twitter de la RAE, respondiendo a dudas planteadas estos días.

 
 

Muchos de los tuiteros que compartieron su alborozo también hicieron pública su decepción al darse cuenta de que la noticia no era como el titular daba a entender. También aprovecharon para reafirmar su compromiso con la tilde de “solo”. Algunos recordaban que entre las filas de los irreductibles de esta tilde hay al menos un académico, Arturo Pérez-Reverte, que en más de una ocasión ha defendido su uso públicamente (aunque no esta semana).

 
 

¿Por qué la RAE le quitó la tilde a «solo»?

Puede parecer que quitar la tilde de “solo” y de los demostrativos es una simplificación que hace más difícil que nos entendamos por escrito. O, peor, que es un cambio de criterio para contentar a las personas que no conocen la norma. Pero en realidad es la corrección de un error previo de la propia RAE. Como nos contaba Elena Hernández, responsable del departamento de Español al día y coordinadora del área de consultas de la Real Academia Española, esas tildes siempre fueron un error que, “por costumbre, se generalizó”. La filóloga añadía que “nunca ha sido obligatorio tildar el adverbio. Solo se admitía esa tilde en caso de ambigüedad”.

La tilde diacrítica sirve para diferenciar dos palabras que se escriben igual cuando una de ellas es tónica y la otra es átona. Las palabras átonas son las que no tienen acento propio en la cadena hablada y por tanto se apoyan en otra palabra tónica para su pronunciación. Ocurre, por ejemplo, con “de” y “dé” en frases como “ese coche es de Sara” (átona) o “espero que me lo dé” (tónica). Pero no pasa lo mismo con “solo”, ya que tanto el adjetivo como el adverbio son palabras tónicas.

El académico Julio Casares ya identificó esta inconsistencia en 1952 y el propio Gutiérrez contaba en EL PAÍS que la RAE no acentúa estas palabras en sus textos desde 1959. Cuando la Academia se puso a trabajar en la última Ortografía, publicada en 2010, se optó por darle mayor coherencia al sistema de acentuación y recomendar que dejara de usarse, aunque se admite en casos de ambigüedad.

Es cierto que puede haber casos en los que resulte difícil saber de qué “solo” hablamos. La RAE habla en su web de ejemplos “raros y rebuscados” que “siempre pueden evitarse por otros medios”, como el empleo de sinónimos o cambiando el orden de las palabras, por ejemplo. De hecho, podemos encontrar ambigüedades más allá de solo y solamente.

Por ejemplo, si usamos la tilde para diferenciar entre “solo” (adjetivo) y “solo” (adverbio), ¿por qué no usarla para diferenciar entre “seguro” (adjetivo) y “seguro” (adverbio)? Si alguien dice que va a tener sexo seguro, ¿se refiere a que seguro que va a tener sexo o a que va a usar protección? Gutiérrez escribía en un artículo del boletín de la RAE que si siguiéramos este criterio para tildar palabras se multiplicarían los casos similares a “solo” y “sólo”. Y pone muchos otros ejemplos: “Vino de Cariñena”. ¿Estamos hablando del verbo venir o de la bebida? “Un nuevo medicamento para la epidemia”. ¿”Para” es preposición o es del verbo “parar”?

Solo una costumbre

Cuesta erradicar la tilde de solo por la fuerza de la costumbre, nos explicaba Hernández. Y también porque durante mucho tiempo ha sido una forma fácil de mostrar cierta superioridad lingüística. Pero esta resistencia al cambio ortográfico acabará remitiendo. Como remiten todas: en el siglo XVIII se decidió eliminar de la escritura los dígrafos latinizantes que aún quedaban en muchas palabras, como la th de theatro o la ph de philosophia: “Cuando se tomó esa decisión —nos contaba Hernández—, muchos académicos protestaron (y así consta en las actas). Escribir Christo sin hache les sonaba casi como una blasfemia. El académico Gregorio Salvador cuenta a menudo esta anécdota y siempre la termina diciendo: Al final estos señores se murieron y hoy escribimos Cristo sin hache y a nadie le preocupa”.

Por supuesto, si alguien quiere llevarse la tilde de “solo” a la tumba es libre de hacerlo. La RAE recoge usos y fija la norma del lenguaje formal y culto, pero al final da “recomendaciones”, fórmula que utiliza habitualmente en sus textos y en su cuenta de Twitter. La lengua es de los hablantes, también la escrita, y la policía de la RAE no se va a presentar en casa de nadie para multar o arrestar a los infractores. Entre otras cosas porque a ver quién se atreve con Pérez-Reverte.

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