«La tecnología como revolución», por don Fabián Corral

La pandemia, la cuarentena y la necesidad imperiosa de comunicarse y solucionar problemas, han puesto en evidencia algo que ya venía ocurriendo: el imperio de la tecnología y su expansión a los más diversos órdenes de la vida.

La pandemia, la cuarentena y la necesidad imperiosa de comunicarse y solucionar problemas, han puesto en evidencia algo que ya venía ocurriendo: el imperio de la tecnología y su expansión a los más diversos órdenes de la vida. Hoy, el uso del zoom y los webinar se ha generalizado. Son herramientas que se han vuelto comunes. Esto supone que hay, y habrá, cambios sustanciales en muchas profesiones. Prueba, además, que algunos paradigmas han caído y que la sociedad debe acentuar y afinar su capacidad de adaptación. Es posible, sin embargo, que los cambios que genera una revolución de tal magnitud y velocidad, nos sorprendan sin preparación y con sistemas legales obsoletos.

1.– La inevitable penetración de la tecnología.- Casi no existen actividades que no estén determinadas por la tecnología. Y en el futuro lo estarán más aún, al punto que el tema provocará inevitables efectos en la economía, las profesiones, el empleo y los salarios, entendidos según los cánones tradicionales. La industria aplica en forma creciente la robótica; los diseños, la producción en serie, los controles de calidad se hacen, cada vez más, con prescindencia de los seres humanos. El comercio, el transporte, los servicios, las actividades asociadas al turismo, como la hotelería, son campo fértil para toda suerte de sistemas informáticos. La publicidad crece en forma exponencial en internet. En las profesiones (arquitectura, abogacía, periodismo, finanzas, medicina, banca, contabilidad, educación, etc.) prosperan los métodos donde los algoritmos reemplazan con eficiencia a las personas. La tecnología trabaja sin descanso, sin vacaciones ni sindicatos. En Quito, los guardias de los parqueaderos han desaparecido, hay máquinas que los sustituyen. Con los correos electrónicos y el whatsapp, la mensajería se vuelve obsoleta.

Estamos viviendo una profunda y silenciosa revolución que afecta a los comportamientos y a las relaciones interpersonales, los puestos de trabajo, los salarios y a gran cantidad de derechos, estilos de vida, referentes y expectativas de todas las comunidades y personas del mundo. Basta tomar el teléfono móvil y mirar la gran cantidad de opciones que contiene.

2.– Un sistema laboral que será obsoleto en poco tiempo.- Los efectos de la pandemia, y la revolución tecnológica han superado la legalidad en la mayoría de los países, que, tradicionalmente, y bajo visiones conservadoras respecto de los regímenes de trabajo, han extremado la inflexibilidad de los sistemas de contratación. Somos testigos de cómo, en pocas semanas, el sistema legal en varios aspectos ha quedado obsoleto. Incluso el concepto de empresa puede cambiar sustancialmente. El Derecho sufre una sistemática desmaterialización y “deslocalización” en el mundo de la tecnología. Las transacciones se hacen desde ninguna parte. Muchos contratos ya no responden a las viejas normas de los Códigos Civiles y laborales. Los disputas que provienen de los negocios superan las estructuras procesales.

3.– ¿Habrá respuestas oportunas?.- El crecimiento exponencial del fenómeno debería preocupar a las autoridades, y especialmente a los políticos y legisladores. Es indispensable que se piense, con urgencia, responsabilidad y conocimiento, en las adecuaciones necesarias de un sistema legal cuyos conceptos datan de hace muchos años, y que quedan fuera de juego, como son, en materia laboral, la teoría de la estabilidad indefinida, las limitaciones a la celebración de contratos precarios, la prohibición al cambio del puesto de trabajo, la prohibición al pago de salarios por horas, la rigidez de turnos y horarios de labor, las reglas respecto del teletrabajo, las limitaciones a la incorporación de tecnología que imponen los contratos colectivos, etcétera.

4.– El desempleo y los salarios.- Una de las principales preocupaciones derivadas de la revolución tecnológica tiene que ver con la pérdida de puestos de trabajo y la desocupación a causa de la sustitución de la mano de obra humana con las computadoras. Las respuestas del Estado no pueden quedarse en negar las evidencias y bloquear el acceso al uso de la tecnología. Hay que modernizar el régimen, porque estas innovaciones han llegado y seguirán llegando de todas maneras, y lo hacen velozmente. Si la legislación no se adecua con sabiduría y oportunidad, la respuesta puede ser la informalidad y el desempleo crónico y abierto.

A los efectos de semejante revolución en el orden laboral, se suman los que provienen de la migración, frente a los cuales no hay respuesta oficial consistente y de largo plazo. Paralelamente, está el tema de los salarios que compiten cuesta arriba con los costos cada vez menores de la tecnología, que transforma a la sociedad. Graves desafíos son todos estos.

5.– Las profesiones, ¿están en riesgo?.- Las sociedades modernas se estructuraron en buena medida, en torno a las profesiones liberales, que, además de fuente de recursos, han sido sistemas importantes de ascenso social. Las universidades son entidades de educación y de servicio que forman abogados, médicos, ingenieros, economistas, banqueros, etc. Salvo excepciones, los forman aún al estilo del siglo XIX. La Academia tampoco ha progresado frente a la agresiva presencia de la tecnología. Hay profesiones en riesgo, porque la tecnología está invadiendo sus espacios. Otro grave desafío.

6.– La solución.- La solución es enterarse de verdad y asumir esta revolución en su verdadera dimensión, cambiar los sistemas de formación de profesionales, modernizar las leyes bajo en entendido de que la saturación legal no es la respuesta adecuada. Hay que preparar a la gente. La solución no está en tirarle piedras al Uber, ni hacer huelga contra los algoritmos y las computadoras.

Gran desafío en medio de la pandemia.

Este artículo se publicó en el diario El Comercio.

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