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«’Laudatio’ de la Dra. Susana Cordero de Espinosa», por don Santiago Alfonso López Navia

El pasado 13 de octubre, doña Susana Cordero de Espinosa fue investida como doctora honoris causa por la Universidad Internacional de La Rioja. Compartimos el texto de la «laudatio» con la que la presentó su padrino, don Santiago Alfonso López Navia.

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Foto: Canal de YouTube de la Universidad Internacional de La Rioja.

El pasado 13 de octubre, doña Susana Cordero de Espinosa fue investida como doctora honoris causa por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Compartimos el texto de la «laudatio» con la que la presentó su padrino, don Santiago Alfonso López Navia, catedrático y Vicedecano de Investigación de la Facultad de Educación de la UNIR.

Excelentísimo señor rector magnífico, distinguidas autoridades, señoras y señores:

En su primera aventura —probablemente una de las pocas dignas de un caballero andante, aunque fallida como tantas otras—, tras haber sido armado caballero en una ceremonia bufa, don Quijote proclama una de las muchas verdades que alumbran su discurso: “Cada uno es hijo de sus obras”. Esta mañana, que ya se escribe con tinta indeleble en la historia de nuestra comunidad académica, la Universidad Internacional de La Rioja se honra en distinguir a la Dra. Susana Cordero de Espinosa por sus obras, y a mí me corresponde el privilegio de reconocerlas con la brevedad que imponen las circunstancias, pero con el vigor y el compromiso que nacen de la admiración y el respeto más profundos.

Doctora en Ciencias de la Educación con especialidad en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Susana Cordero de Espinosa amplió su formación en Francia, en la prestigiosa Universidad de la Sorbona, y en Canadá, en la Universidad Laval de Québec, instituciones en donde se centró en el estudio de diversas disciplinas filológicas y humanísticas. Su carrera docente e investigadora empieza con tan solo 23 años en su primera alma mater y se perfecciona en el Centro de Estudios Latinoamericanos, y el brillante inicio de su actividad profesional la lleva a ejercer durante dos años la presidencia de la Asociación de Profesores. Su actividad universitaria prosigue como docente en la Academia Diplomática del Ecuador y como catedrática en la Universidad Católica de Guayaquil, y en 1998 su prestigio y autoridad como filóloga se evidencian en sus tareas como correctora de estilo de la nueva Constitución Política de la República del Ecuador. En los albores del siglo XXI es profesora invitada en el Departamento de Lenguas Modernas de la Universidad de Knoxville (Tennessee). No es extraño que una inquietud académica tan sólida, espoleada por el férreo compromiso con su país y sus gentes, haya cristalizado en el importante papel que desempeñó en la fundación de la Universidad de Otavalo, de la que fue la primera rectora entre 2009 y 2014.

La Dra. Cordero acredita una dilatada labor científica e institucional en beneficio de la lengua española, como demuestra su activa participación en el Diccionario panhispánico de dudas (2005) así como en la Comisión Permanente de la Asociación de Academias, en cuyo seno asumió la coordinación de los artículos correspondientes al riquísimo léxico ecuatoriano en el Diccionario de americanismos (2009), y en la comisión de neología de la Real Academia Española. Una experiencia tan vasta y tan provechosa justifica su relevante papel en la Academia Ecuatoriana de la Lengua, primero como subdirectora en 2012, y luego, y por unanimidad, como directora electa en 2016 y 2020.

La obra de la Dra. Cordero es tan rica como brillante y se refleja sobre todo en su fecunda actividad periodística y científica. Como periodista ha colaborado con asiduidad y durante una larga y provechosa etapa con los diarios Hoy, El Universo y El Comercio yen las revistas Nuevo Siglo y Memorias de la Academia Ecuatoriana, de la que es directora y editora desde 2001, y ha sido editorialista de Radio Centro a lo largo de casi veinte años. En su condición de investigadora, y por mencionar solo algunos ejemplos de su excelente y variada producción, son especialmente destacables sus obras Albert Camus, de la felicidad a la moral, premiada en 1981 por la Pontificia Universidad Católica de Quito, Panorama de los estudios críticos sobre la obra de don Juan Montalvo y su Diccionario del uso correcto del español en el Ecuador, que ya ha visto tres ediciones. También me permito significar la importancia de una de sus últimas aportaciones, el ensayo Manuela Sáenz, la Libertadora, integrado en el volumen Bicentenario de Pichincha. Reflexiones sobre la República, editado en 2022 por Fabián Corral, actual subdirector de la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Obras mayores todas, en fin, que renuevan y mantienen limpias las aguas de esa “fuente donde hierve la poesía que endiosa a las razas que nacen para lo grande”, como ya proclamó en 1905 el ecuatoriano Juan Montalvo en sus Capítulos que se le olvidaron a Cervantes.

La relevancia de su personalidad y de su talento ha sido reconocida con distinciones tan importantes como la condecoración Fray Vicente Solano (2001), la condecoración al Mérito Universitario de la Universidad de Otavalo (2003), reforzada por la otorgada al Mérito Académico en la misma casa de estudios superiores un año más tarde, la Mención de Honor Marieta de Veintimilla (2019) y la Cruz de Oficial de la Orden de Isabel la Católica, concedida en 2020 por Su Majestad el Rey don Felipe VI. Asimismo, y por su dimensión pública, fue reconocida como Mujer del Año en el ámbito cultural por parte de la revista Hogar en 2009 y 2013.

Ante una obra intelectual y humana marcada, como ella misma reivindica, por el amor a la palabra en todas sus manifestaciones y en el inagotable caudal de sus posibilidades, ante una vida fraguada en la excelencia, ante una trayectoria tan dilatada y tan distinguida, y considerados los méritos, que someramente he expuesto, de la Excma. Sra. Dª Susana Cordero de Espinosa, dignísimas autoridades y claustrales, solicito, con la consideración debida, que se le confiera el supremo grado de Doctora Honoris Causa en Filología por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).

A tiempo de terminar esta laudatio ilusionada y sentida, reparo con sincera emoción en los momentos de afecto y confianza que a la Dra. Cordero y a mí nos ha deparado el entrañable intercambio de mensajes que tan útil me ha sido para escribir estas palabras. En uno de ellos conocí a una niña de poco más de tres años que bailaba entregada a la emoción de “El Danubio azul” de Johann Strauss en las notas del piano que tocaba su hermana Alicia y que, ocho años más tarde, fue feliz en el Madrid de posguerra “rodeada de amigos, sin otros intereses que los que me proveía la gratísima vida cotidiana”, por decirlo con sus propias palabras. Yo sé muy bien que la mirada limpia de esa niña, maestra consagrada de las Letras Hispánicas desde hace muchos años, brilla esta mañana en los ojos de Susana y disfruta de este homenaje con la alegría imbatible de quien sigue entregada al juego de una vida que aún tiene que depararnos muchos y granados frutos.

Ninguna institución mejor para reconocerlo que la Universidad Internacional de La Rioja, impulsada por su vocación de internacionalidad y su compromiso indeclinable con Hispanoamérica. Ningún momento mejor que este día, que prolonga gozosamente la conmemoración de la Fiesta Nacional del 12 de Octubre. Ningún lugar mejor que San Millán de la Cogolla, que alumbró lo que con tanto acierto el maestro Dámaso Alonso dio en llamar “el primer vagido de la lengua española”, esa en la que Andrés Bello supo ver en su Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847) “un medio providencial de comunicación y un vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derramadas sobre los dos continentes”. Así es de nuevo esta mañana en la que, abrazados por la misma lengua, México, Ecuador, Colombia y España renuevan ese vínculo irrompible.

Que así sea para siempre. Muchas gracias.

Dr. Santiago Alfonso López Navia
Catedrático
Vicedecano de Investigación de la Facultad de Educación

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