«Mis muertos queridos», por don Simón Espinosa Cordero

El primero, mar, que bate incansable los farallones, descansa y vuelve a golpearlos; el segundo: oasis, palmera y manantial; el tercero: montaña, que defiende del viento el valle...

Mis muertos queridos en este sombrío 2021 son: el primero, mar, que bate incansable los farallones, descansa y vuelve a golpearlos; el segundo: oasis, palmera y manantial; el tercero: montaña, que defiende del viento el valle dormido a sus pies; y el cuarto: un río caudaloso de identidad a la tierra bañada por él. Mis muertos queridos no han vivido en vano.

Santiago Andrade Ubidia, tratadista de la ciencia y el arte del Derecho. Mar que ha batido los farallones de un poder corrupto y cruel, y de un saber a medias. Magistrado, vicerrector de la Andina Simón Bolívar, experto en problemas del Derecho Mercantil; asesor sabio, útil, modesto, presto. Profesor buscado, de fina ironía, prima hermana del amor al prójimo. Su dedicación al Derecho, el fulgor de su talento y su visión universal son envidiables. Sus libros claros, corteses con el estudiante, y el de Casación, magistral, definitivo. No vivió en vano.

Jaime Crespo Toral, profesor y alfarero del buen barro nacional del Colegio San Luis Gonzaga en Quito, y de la Universidad Católica de Guayaquil. En Granada, España, aprendió que servir al prójimo supone un vivir maduro y despojado. En Bogotá, vivió una pedagogía activa. Bolivia le dio sabiduría. Alto, de elegancia natural y personalidad sencilla, palmera, oasis, manantial para el desierto que viven los jóvenes pobres. Formó grupos y grupos y grupos de ellos, de dialogante aprendizaje y acción en la sociedad. Su libro “Educación: Cuatro Temas de Fondo” debe ser rescatado para la reforma pedagógica. No vivió en vano.

José Crespo Toral, ingeniero, constructor y maestro en la Facultad de Ingeniería de la Pontificia Universidad Católica de Ecuador durante 30 años. Esta montaña y valle abrigado vivió 94 años. Hermano mayor de Jaime. La familia de Emiliano Crespo Astudillo, junior y de Lola Toral Vega de 14 hijos, uno muerto en la infancia, cinco mujeres y ocho varones es una Cordillera de altas cumbres que nace en Cuenca y termina en Quito, con el Nudo del Azuay de una fe robusta y un nudo de Tío Pullo de singulares servidores del prójimo. José, honrado, constructor de estructuras sólidas, irradiaba la luz del Señor. No vivió en vano.

Juan Valdano Morejón, de la Academia Ecuatoriana de la Lengua, escritor e historiador, ensayista de la identidad ecuatoriana, conferencista en Estados Unidos, Reino Unido, Francia, España, Argentina, Chile e Italia sobre temas de políticas culturales, literatura ecuatoriana e hispanoamericana. Novelista y narrador de cuentos: Premio Joaquín Gallegos Lara en 1998, 2002, 2009 y Premio Espejo en 2020. Profesor apreciado y conversador de sal y gracejo. Su novela histórica “Mientras muere el día” fue llevada al cine. Por todo esto, fue un río caudaloso que dio identidad a la tierra bañada por él. No vivió en vano.

Como dice la liturgia católica: “Da de la virtud el mérito, / De un término dichoso, / y da el perenne gozo. /Amén. Aleluya.

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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