pie-749-blanco

«Moneda», por don Jorge Dávila Vázquez

Cuando se despertó era la medianoche. Dos sombras dormían allí cerca, respirando suavemente. Sintió un cuerpo extraño en su mano: estaba apretando una moneda. Pensó que al verlo dormido, alguien creyó que era uno de esos...

Artículos recientes

Tuvo un día muy duro, lleno de idas y venidas, de altibajos, de lágrimas, lamentaciones, y hacia la tarde, ya, también de risas.

Llegó al gran templo de piedra pulida, con la idea de ponerse a los pies de su Señor, en actitud de adoración, unos minutos. Halló todo cerrado. Cierto que, dada su naturaleza angélica, podía traspasar puertas y aun muros, pero prefirió quedarse en las escaleras de mármol de la entrada. Y aunque estaba sumido en su orar profundo, hablando directamente con su Dios, le asaltó el sueño.

Cuando se despertó era la medianoche. Dos sombras dormían allí cerca, respirando suavemente. Sintió un cuerpo extraño en su mano: estaba apretando una moneda. Pensó que al verlo dormido, alguien creyó que era uno de esos pobres seres que duermen en la calle, y le dejó la moneda para que comprara un panecillo. Y lo imaginó con tanta intensidad, que vio con claridad cómo una pobre mendiga, de las que extendían su mano en pos de algún mínimo gesto solidario, en los alrededores de la catedral, buscó entre sus harapos y encontró esa moneda que puso en su mano, y que ahora, en medio de las sombras nocturnas, destellaba en su mano.

—¡Que el buen Dios te lo pague! —dijo desde el fondo de su transparente corazón de ángel y sintió cómo se estremecía el universo.

Tomado de la revista Casapalabra, N.º 49.

5 1 vote
Article Rating
0
Would love your thoughts, please comment.x