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«Nuestra circunstancia», por doña Susana Cordero de Espinosa

¿Será porque Ortega en sus análisis estuvo más cerca de la vida cotidiana que, al compararlo con los grandes filósofos sistemáticos desde Platón a Kant, se lo consideraba un filósofo ‘menor’?...

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Según Ortega, en cuanto seres vivientes conscientes de nuestra realidad, notamos, experimentamos y vivimos la vida como ‘razón vital’. Nuestra realidad no es la idea que tenemos de lo real, sino aquello con que, de hecho, contamos al vivir, lo pensemos o no; la mente se adhiere a lo real, a lo ‘dado’, bajo la condición de que pensemos en ello, de que queramos pensarlo: ser ‘seres vivientes conscientes’ significa querer entender, ejercer nuestra inteligencia para reconocernos en lo real.

¿Será porque Ortega en sus análisis estuvo más cerca de la vida cotidiana que, al compararlo con los grandes filósofos sistemáticos desde Platón a Kant, se lo consideraba un filósofo ‘menor’? Escribió en un español incomparablemente bello y profundo (imposible lograr la belleza de la lengua sin profundidad e, inversamente, la profundidad es fuente de belleza). Hay conceptos que urgen a preguntarnos por el privilegio de esta ‘vida viviente, la real, la que somos’, la que nos fue dada, dotación que nos muestra como ‘existentes en una circunstancia determinada’, ‘prisioneros de un contorno inexorable’. La vida humana ‘es hecho radical’ y ‘la vida es circunstancia’, dos verdades que Ortega considera fundamento de todo pensar consciente, humano.

Los positivistas imaginaban que la filosofía dejaría de existir conforme se incrementara el conocimiento científico-experimental de lo real, de lo matemáticamente exacto. Pero vemos que para que cada ciencia tenga su justificación es indispensable acudir a la filosofía y examinar con ella, el valor de esa misma ciencia; cualquiera de las ciencias experimentales y ‘exactas’ requiere de un pensamiento que la justifique. Tal pensamiento constituye, precisamente, la ‘filosofía’ de esa ciencia. A las matemáticas ha de urgirles una Filosofía de la Matemática, y así… Sobre nuestra circunstancia, lo político, inevitablemente para nosotros, es hoy nuestra ‘circunstancia’ personal y social. Vivimos social y políticamente, abocados a unas elecciones de mandatarios en cada uno de los cuales apenas podemos creer. La sentimos y la pensamos como delatora de ignorancia y enorme mediocridad; de ambiciones rastreras, inmensa y desesperante codicia, desidia respecto de lo esencial. ¿De dónde surgieron tantos?, ¿hacia dónde?, ¿para qué? ¡Desbarajuste de superficialidades y repeticiones de nuestra política ‘encarnada’ en quienes difícilmente podemos llamar ‘políticos’, hombres sabios de su realidad básica y coyuntural, no una turba de ambiciosos de la cual, como lo dije ya, si dos o tres escapan de la vulgaridad y la torpeza son demasiados. ¿Qué piensa cada uno del poder que suponen les será entregado? La mayoría de ellos apenas sabe, ni siquiera, hablar. Y uno, es pobre eco de otra palabra huida, mentirosa, ladrona y rastrera.

Somos hoy, ecuatorianos, esta circunstancia. ¿La hemos creado nosotros o ella nos crea y recrea, como burlándose? ¿Cuánto tardaremos en asimilar inteligentemente esta circunstancia? ¿Cómo votaremos?

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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