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«Oda ‘A la alegría’», por doña Sara Vanégas Coveña

En el bicentenario de la «Novena sinfonía» de Beethoven, doña Sara Vanégas nos cuenta la historia de esta obra y nos ofrece su traducción de las primeras estrofas.

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“Alegría, hermosa chispa divina / Hija del Paraíso”, son los versos iniciales de la oda A la alegría (An die Freude), que escribiera Friedrich von Schiller hace más de doscientos años, y que llegó a constituirse en el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía “Coral” de Ludwig van Beethoven.

El poema

Schiller escribió este texto en 1785, a la edad de 26 años. Y lo hizo como un homenaje al gran afecto que lo uniría durante toda la vida a un conocido jurista de entonces, Gottfried Körner.

En A la alegría,Schiller escribe sobre esa amistad que, en un arranque de entusiasmo e idealismo, eleva a sentimiento que une a toda la humanidad y aun llega a Dios. La oda es, pues, la expresión del ideal de una sociedad de individuos libres, unidos por el lazo de la alegría y la amistad. Gozó de gran popularidad en su tiempo, y fue objeto de múltiples recreaciones, entre los estudiantes, especialmente.

La Novena sinfonía

En 1793, Ludwig van Beethoven, el gran innovador de la música clásica, conoció el poema de Schiller y quiso incorporarlo a su propia obra. Así, ya en 1808, en su Fantasía para piano, orquesta y coros, encontramos un boceto de lo que sería la Oda a la Alegría de la Sinfonía No. 9, en su introducción, a cargo del piano. Posteriormente, al parecer, quiso que su Sinfonía No. 6, la Pastoral, terminara con un coro. Sin embargo, fue con la Novena Sinfonía en re menor, opus 125, que logró hacer realidad su sueño.

Esta composición, concebida como un canto a la vida y a la libertad del individuo, consta de cuatro movimientos, correspondiendo el último al coro. Se ha considerado que este cuarto tiempo (en que se canta la oda) podría tomarse como una sinfonía aparte, pues, si bien encadenados, los cuatro movimientos se diferencian claramente entre sí. Para estructurarlo, Beethoven tomó completas la primera y la tercera estrofa, y fragmentos de la segunda y la cuarta del poema de Schiller; y escribió, además, una rápida introducción de tres versos al texto original: “¡Oh, amigos, no con estos tonos! / sino cantemos de forma más bella/ ¡y llenos de alegría!”

La Novena Sinfonía fue estrenada en Viena, el 7 de mayo de 1824.

Para entonces, como es conocido, Beethoven estaba ya completamente sordo.

(Recuerdo haber contemplado en Bonn, la ciudad natal del músico, el piano de teclas amarillentas y desgastadas. Y los dos famosos últimos retratos que muestran, con intervalo de pocos años, el vertiginoso deterioro de Beethoven, una vez que perdiera la audición en forma total. Se dice que él solo podía “escuchar” sus obras a través de las vibraciones táctiles de los sonidos.)

Ya en el siglo XX, en 1972, la Oda a la Alegría fue declarada himno oficial del Consejo de Europa. Por petición de este organismo, el conocido director alemán Herbert von Karajan escribió tres arreglos instrumentales de la obra: para piano, para instrumentos de viento y para orquesta sinfónica.

Y en 1985, la Oda fue adoptada como himno de la Unión Europea. Hoy es reconocida como Patrimonio de la Humanidad.

Ofrecemos, a continuación, las primeras estrofas de “A la alegría”, en traducción libre de la autora:

Oda “A la alegría”

Alegría, hermosa chispa divina
hija del Paraíso,
ardientes de embriaguez y entusiasmo
entramos, ser celestial, en tu santuario.
Tus hechizos unen nuevamente
Cuanto, con rigor, la conveniencia ha separado,
Todos los hombres se vuelven hermanos,
donde tu ala tierna pósase.

¡Abrazaos, millones de criaturas!
¡Que ese beso envuelva al mundo entero!
Hermanos, sobre la bóveda de estrellas
debe habitar un padre amoroso.

Quien la dicha ha alcanzado
de ser amigo de un amigo,
quien una buena mujer ha conquistado,
¡Traiga aquí su júbilo!
¡Sí! ¡También aquel que pueda llamar suya
aunque sea un alma en este mundo!
Mas quien nunca lograrlo pudo,
aléjese de esta hermandad, llorando.

¡Aquello que en el gran círculo habita,
celebre la Simpatía!
Ella conduce a las estrellas,
donde el No Conocido tiene su reino.

Alegría beben todas las criaturas
del seno de la naturaleza,
todos los buenos, todos los malos
su senda de rosas siguen.
Ella nos dio besos y la vid,
un amigo fiel hasta la muerte,
al gusano concedió el placer
y al querubín estar frente a Dios.

¿Os prosternáis, millones de criaturas?
¿Presientes, oh mundo, al Creador?
¡Búscalo sobre la bóveda estrellada!
Él, sobre las estrellas debe habitar.

Alegría llámase el vigoroso vuelo
en la naturaleza eterna.
Alegría, alegría, empuja las ruedas
en el gran reloj del mundo.
Despierta flores desde la semilla,
soles desde el firmamento,
rodar hace las esferas en los espacios,
que nadie conocer puede.

Gozosos, como los astros que recorren
los espléndidos cielos,
transitad, hermanos, vuestra senda,
alegres como héroes hacia la victoria.