El pasado 7 de diciembre, en el auditorio de la Universidad del Azuay, doña Sara Vanégas Coveña se incorporó como nueva miembro correspondiente a la Academia Ecuatoriana de la Lengua. Compartimos con ustedes las palabras que nuestra directora leyó en la ceremonia.
Se dice que García Lorca confesó cuán difícil era ser poeta, aun sin imaginar que serlo le llevaría a su terrible fin; ¿es la poesía una forma equívoca de decir para ser, o el modo más conciso de buscar el fondo de la vida?; la auténtica poesía, creación de creación, es ese inmenso esfuerzo por comunicarse que lamía por dentro a Vallejo: “Quiero escribir pero me sale espuma, quiero decir muchísimo y me atollo; no hay cifra hablada que no sea suma, no hay pirámide escrita, sin cogollo”.
Casi me acongoja citar estos versos de Vallejo y los nombres de poetas encumbrados para contarles cuánto me cuesta hablar de auténtica poesía, pues para hacerlo con eficacia se necesita ser poeta y yo, que creo sentir y amar la que llamo auténtica poesía, no soy poeta.
Poeta auténtico es aquel cuya palabra crea: su capacidad es una forma de clarividencia que las sociedades no perdonan o que condecoran (lo que viene a ser casi lo mismo). De los indígenas de Guatemala contaba Miguel Ángel Asturias que concebían el poema como ‘aquello donde las palabras se encuentran por primera vez’. Palabras vivas, móviles y conmovedoras, que por única vez se pronuncian y escriben, que dicen y son otras para cada lector, se me han dado en cuanto he podido leer para preparar esta bienvenida. Son numerosos los libros de Sara Vanégas pero esta lectura a saltos me ha bastado. Son, las suyas, palabras de cada día que por la gracia inenarrable de su poesía penetran en el lector, le dejan dudas y desencuentros y cuya serena belleza, soledad y hondura lo vuelven otro del que fue. Sara Vanegas es poeta.
Sara no es otro nombre; su escritura es envidiable en su instantaneidad; sus versos, momentos que contienen la vida, la renuncia, el dolor, las sensaciones de cada sentido o las de todos juntos sin chocar entre sí y se escriben en dos, tres, cinco líneas. Todo en ella adquiere color: las cosas, la soledad, el paisaje, el mar; el mar que, como en Valery, comienza y vuelve a comenzar, la muerte, todo se halla en el claroscuro de sus versos. Y si nada puedo añadir a su decirnos, nada puedo quitarle…
Ave del paraíso: En tu voz anida un pájaro celeste / en tus ojos paisajes imposibles / palmeras y ciervos dorados / cantas / y el desierto es un campanario bajo el cielo // rosas salvajes peces / aguas cristalinas / mi corazón, breve nota en tu lengua de fuego /
Sí, Sara, tu corazón es una breve nota en tus palabras que acuden, enriquecidas gracias a cuanto nombran, cuanto tocan. No hacen falta palabras para referimos a la bella nimiedad de tus versos; dejémonos invadir por su profunda levedad:
Esferas encendidas ruedan a mi paso // me recuerdan las voces de los pájaros / su peso de lágrima furtiva… Este ‘peso de lágrima furtiva’ es para la poeta el peso de cuanto existe en ella, y es el de tantos poemas suyos cuyas comparaciones y metáforas dichas en las palabras de un instante, se cargan de tiempo y de saber; son las suyas el tiempo de respirar sin prisa ni cansancio el de su nota inolvidable contra el olvido que no descansa y que nos insta a volver. Poesía modesta y orgullosa, fresca y densa. Leer, inspirarnos, bajar y subir una y mil veces, y dolernos y gozar alentados por sus versos, que es como respirar aire nuevo en cada canto, no siempre triste, no siempre alegre, como la vida que es y no es, que va siendo y dejando de ser… Cada pájaro es en sus poemas color, dolor o ausencia; cada momento de dicha o pesadumbre, a fuerza de estar presente en sus palabras, llega a nosotros y nos deja latiendo de belleza. Como todo lo que está, sus poemas ponen la luz para que la reconozcamos, no como yo el lector o lectora, sino ya transformado, transformada en su mínima palabra.
En su poesía late el ansia de ser, de completarse, de cambiar y decirse una y otra vez y, para el lector, la posibilidad de volverse otro a su tenor. Sara ha asumido su poesía como si se hubiera preguntado, con Heidegger, si nuestra vida entera es la abrumadora posibilidad de ser lo que elegimos; si al elegir algo en un momento, lo demás deja de ser, entonces cada elección termina una vez cumplida, y si las infinitas posibilidades ante las que nos situó la vida se nos niegan, la respuesta a nuestra incertidumbre ha de ser la que abarque más. Para quien como Sara pudo conocerse, crear y volver a crear a cada instante, su elección estética de decir y decirse es la más noble, la que abarca su vida, más allá de la única posibilidad que a nadie se negará jamás, la de la muerte. Tu poesía es, Sara, la garantía de su permanencia…
Si el asombro fue para los griegos el inicio del conocimiento y todo conocer deslumbra, el nacimiento de la poesía es el deslumbramiento ante cualquier mínima realidad o ante lo inenarrable del origen, posibilidad de leer e ir escribiendo, de decirse a ella misma con ella, hacia sí misma; sobre el poetizar de Sara constatamos que cada uno de sus versos es, por tema, estilo, ritmo y permanencia, una forma de consagrar el instante, de detener el tiempo y el olvido. Ella, con su poesía, con su estilo sin ruido desacredita la bastedad de lo real.
Cada uno de sus versos es fuente de agua que nos alienta; lenta fuente y continua, penetra en nosotros como agua que es a veces gota, a veces mar. El poder de su breve explicitud es lo implícito, lo que se deja adivinar. Sus metáforas íntimas se escancian y descansan en las cosas. Para decir antiguos nombres con nuevos sentidos, ella todo lo inventa, su palabra nos vuelve a crear…
“Alguien sentado sobre las aguas borra los colores / antiguos del cielo y lo vuelve a pintar”;
La condensación y brevedad de la mayor parte de los poemas de Sara no han hecho escuela… es difícil asir a los seres en su instante, o asir la soledad inmensa del mar o como el mar, bajo estrellas amargas / barcos sin retorno depositan la vigilia al otro lado del mar” o “criaturas mínimas brotan de sus ojos / mientras /duermes /son las mismas que conocí anoche cuando soñé /que me soñabas?
Y ella, desde su catedral sumergida:
Desde mi catedral sumergida yo veo regresar tus / peces y tus pétalos a mis cúpulas heladas / tus voces buscan más voces.
Su contención y condensación dicen de un existir denso y condensado, rico de sensaciones, sueños y palabras. Y llega al alma con las cuatro líneas sustanciales de Retorno:
Los pájaros han vuelto a mi ventana /oscuros libres ajenos / queman el aire cantan // pero no anidan // cruza el desierto de mi nombre / beben de mi sed / los pájaros tardíos // mi casa es un enjambre de alas que se fueron.
Constatación o queja de sí misma, de su antigua soledad como la del mundo o como la de quien tiene la entereza de saberse solo, en sus poemas no nos habla de ella, nos habla de todos.
La emoción de leerla bien vale días de preocupación, de falta de tiempo, de no tener con quién decir lo que nos dice, con quién comentar su nostalgia, con quién, ese estar sola.
El muro:
El muro avanza vertical contra un cielo sin nubes / almenas / luz opaca de la luna / ventanas clausuradas / y un aroma a jacintos que tiñe de púrpura estas líneas/…
Gracias, Sara, por tu trabajo incesante con la palabra, mas no solo con ella; con cuanto de vida la palabra exige, te ha exigido, y seguirá pidiéndote.
Si nosotros, como el muro, avanzamos hacia el horizonte, si la luna opaca nos envía su luz, ¿teñirá el aroma a jacintos de púrpura estas palabras mías?
No lamento robarte formas: tu poesía es de todos; me quejo de haber existido sin ella y de que existan quienes no logren aprehender el sabor de la auténtica poesía, la de quienes buscan ruido, no ese silencio al que tú tiendes delicada y sutilmente, hasta el fin…
Qué privilegio haber sido yo quien en busca de silencio llegó a encontrarte, Sara, e intentó decir algo sobre tu obra, sobre ti, aun sin lograrlo.
“Jacintos de púrpura” mis palabras sobre tu labor soñadora y soñada.
María Augusta Vintimilla, nuestra talentosa crítica, te presentará y dará la bienvenida a nuestra casa…
Cuenca, 7 de diciembre de 2023