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«Personas buenas», por doña Susana Cordero de Espinosa

Artículo que nuestra directora escribió para el diario El Comercio tras la sesión solemne en la que la Academia Ecuatoriana de la Lengua homenajeó a don Simón Espinosa Cordero, exsubdirector de nuestra academia.

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Foto: Mario Egas

1990: ‘Los primeros estudiantes de la Escuela de Formación de Educadores Populares, propuesta de universidad abierta para docentes que anhelan educación de calidad, fueron 14 mujeres’, contó doña Lilián Álvaro, en el homenaje que la Academia Ecuatoriana de la Lengua, AEL rindió a Simón Espinosa. En 1990, él escribía en HOY.

Doña Lilián le comprometió a dirigir un taller sobre el futuro del país y de América Latina, y Simón se quedó; durante cerca de 30 años subió semanalmente al cerro Ungüí, a 3030 metros de altitud, para enseñar a escribir a los docentes. (Nuestra pobreza educativa clama por rectores y maestros de todo nivel y ámbito que, conscientes de sus carencias e improvisaciones, busquen preparación!). Y sigue doña Lilián: ‘Cada pregunta era tomada en cuenta y respondida con exquisita erudición por el maestro. Su primer análisis partió de los versos de Machado: “Y cuando llegue el día del último viaje, / y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, / me encontraréis a bordo, ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar”’.

Sus cursos marcaron a educadores ‘populares y revolucionarios’. Llegaron maestros de Quinindé, San José de Minas, Ibarra, Calderón, el Valle de los Chillos, los barrios del sur. ‘La autoestima del grupo germinó con ejercicios de didáctica de la escritura, sintaxis, ortografía, vocabulario’. Hicieron suyas ‘las más hermosas expresiones de la lengua gracias a la pasión con la que el maestro condujo el análisis de párrafos que les descubrían lo esencial de la gramática’ y siete años después se constituyen en Escuela de Formación Docente, con Simón como rector; firman un convenio de cooperación con la Politécnica Nacional y les abren sus puertas la Universidad Técnica de Cotopaxi, la de Cuenca, la de las Américas, la UTPL, la PUCE, la Andina, la Flacs, red de universidades con las que se relaciona el Inepe. Todo y más contó doña Lilián: En una jornada de graduación al pie del cerro Ungüí, frente a un hermoso bosque, Simón exclamó: ¡Ojalá nunca lo talen! ‘Desde el 2008, al frente de una comisión municipal para declarar el bosque Parque Natural Chilibulo-Huayrapungo, el sur y Quito entero disfrutan del viento que proviene de la bocana de Lloa, de la humedad de la neblina, del aire fresco de los seis mil yalomanes, alisos, arrayanes sembrados. Volvieron las águilas, hay mirlos y colibríes’. Cuando en marzo 2012, Simón es nombrado doctor Honoris Causa de la UPN, su hijo menor, Simón, escribe esta semblanza de su padre: “Su principal defecto es tal vez su carencia total de ambición personal, tanto en el campo profesional como en el de acumular bienes materiales, su primera preocupación es colaborar …, por hacer del Ecuador un país bueno. Ello sumado a su fe ingenua y persistente en el ser humano, explican su constante y a veces irritante optimismo en que las cosas puedan mejorar. Ese optimismo lo ha llevado a participar en causas perdidas como el movimiento anticorrupción Manos limpias”… ¡Causas perdidas?, ¡nunca!

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