«Oh! Cruel tormento del amor que duda!
Más que el olvido, al corazón devora;
Entrega el alma a tempestad sañuda;
¡es irrupción de sombras en la aurora!»

(Remigio Tamariz, «Malvarrosa»)

Las palabras se desvanecen porque las lleva el tiempo; son sombras del pasado; memorias en la intimidad de los que escuchan…

Remigio Tamariz Crespo, poeta cuencano, romántico, triunfador en la segunda Fiesta de la Lira con los premios Flor natural y la Violeta de Oro, por sus inspirados poemas “Lucía” y “El solitario”, maestro del buen decir, de la descripción de paisajes en sonetos perfectos, fue también un político que representó a su provincia en el Congreso Nacional y era versado en las artes de la adivinación.

Se cuenta que un grupo de Diputados reunidos en el corredor del palacio legislativo, alguien contó que en el transcurso de pocos días se iba a desposar con una mujer llena de talento y belleza; al instante Remigio Tamariz que le escuchaba, dijo “estoy preocupado por ti, veamos las líneas de tu mano a ver que te depara el futuro”, apenas lo hizo se mostró pensativo y advirtió: “reflexiona un poco más porque veo tu muerte muy próxima”, unos seriaron y otros se enojaron.

El interesado, no dijo nada y se retiró; pero tenía una “querida” que prefirió verlo muerto antes que casado con otra y lo hizo pocos días después de esta advertencia.

Remigio Tamariz fue objeto de investigación por la Policía: “¿Cómo sabía Usted que esto iba a pasar…?”

A los dotes de poeta, estudioso y político, Remigio sumaba las cualidades de vidente.

Este artículo apareció en el diario El Mercurio.