Tiene un fondo de autores y temas ecuatorianos de más de medio millón de títulos, que incluye siete mil de libros publicados en Ecuador entre 1759 y 1900; su hemeroteca alberga periódicos, revistas, semanarios, catálogos, etc., desde el siglo XIX, como El Patriota de Guayaquil (1823), La Alforja (Cuenca, 1829) o El Republicano (Quito, 1832); posee un amplio archivo histórico, diez millones de páginas digitalizadas y veintiocho colecciones de arte. Mediante Ley, el Congreso Nacional la reconoció, en 1995, como obra de interés nacional por «ser la biblioteca archivo más completa de autores y temas ecuatorianos», le confirió fondos propios y la declaró archivo del Depósito Legal del Libro[1]. La Ley Orgánica de Cultura de 2016, que dispuso que el Depósito Legal esté en la Biblioteca Nacional Eugenio Espejo, estableció que la BEAEP sea el archivo de respaldo de dicho Depósito Legal[2]. Fundada en 1929, en el Colegio del Noviciado de los Jesuitas, en Cotocollao, entonces, en las afueras de Quito, la Biblioteca de Autores Ecuatorianos, desde 1961, lleva el nombre de su fundador, el padre Aurelio Espinosa Pólit, S.I.
Espinosa Pólit (Quito 1894-1961) es autor de una obra que incursionó en varios campos: traductor del catalán, francés, inglés, italiano, griego y latín, especialista en Virgilio, pedagogo e innovador de la didáctica en literatura, biógrafo, etc. Sus principales libros de crítica literaria son Estudios Virgilianos (en colaboración, 1931), Dieciocho clases de literatura (1947) y Olmedo en la historia y en las letras (1955). Asimismo, publicó ediciones críticas y traducciones de la Eneida, Bucólicas y Geórgicas, de Virgilio, (1961); El lebrel del cielo, de Francis Thompson, (1948); la Lírica Horaciana, (1953); y Antígona, de Sófocles, (1954). A quienes deseen conocer más sobre la obra del jesuita, invito a leer: Aurelio Espinosa Pólit, S.I.: crítico literario.
Una carta A la ciudadanía, del 18 de febrero de 2022, firmada por el P. Gustavo Calderón, S.I, provincial de los Jesuitas, el P. Iván Lucero, S.I, director del Centro Cultural BEAEP, y respaldada por la adhesión de más de 250 intelectuales y artistas llama a la solidaridad con la BEAEP y expone que: «El 7 de diciembre de 2021, el Estado ecuatoriano a través del Ministerio de Cultura y Patrimonio entregó a la BEAEP la cantidad de USD$ 194.458,88 que, comparada al monto que nos corresponde por ley, supone un recorte del 68 %»[3]. Tal parecería que, como Estado y sociedad, siempre estamos en deuda con la creación artística y los creadores, el desarrollo de las bibliotecas como fuentes de consultas de la ciudadanía y el cuidado de la memoria histórica de nuestra nación plural que reside en los archivos. Y, además de la deuda permanente con el sector cultural, está la política económica de que los recortes presupuestarios hay que empezarlos por las instituciones culturales. Una reducción presupuestaria del 68 %, con el agravante de que el dinero se transfiere al final del año fiscal, es condenar a cualquier institución a su desaparición.
En 2006, la BEAEP atravesaba un grave problema presupuestario toda vez que con la dolarización y el cambio de denominación de «salario mínimo vital» por «remuneración unificada», la asignación que tenía, en la práctica, se licuó. En mi calidad de ministro de Educación y Cultura, hice una consulta al procurador general del Estado, exponiendo el criterio institucional de que debía entenderse «en la parte pertinente del artículo 4 de la Ley de la Biblioteca Ecuatoriana “Aurelio Espinosa Pólit”: “… no será inferior al equivalente a mil quinientas (1500) remuneraciones unificadas”»[4]. José María Borja Gallegos, procurador del Estado —cuyo criterio es vinculante— respondió que a la BEAEP «no solo le asiste el derecho a recibir una asignación presupuestaria igual o mayor» a la que señalaba la Ley de 1995, «sino que tal asignación debería corresponder a una suma que tenga un poder adquisitivo similar a aquella que tenía el momento en que se creó el beneficio»[5]. Así, para el año 2007, el presupuesto de 6.000 dólares se estableció en 240.000. El criterio vinculante del procurador del Estado sustenta el presupuesto que hoy, nuevamente, se licuaría de mantenerse una reducción como la señalada por los jesuitas.
Si queremos desarrollar un Plan Nacional del Libro y la Lectura, la primera tarea es el fortalecimiento de la Red de Bibliotecas que preside la Biblioteca Nacional. Una de las mayores bibliotecas de esta red, si no la mayor, es la BEAEP, que para cumplir sus objetivos institucionales requiere el presupuesto que por Ley le corresponde. Al igual que yo, decenas de investigadores académicos, intelectuales y artistas, confiamos en la sensibilidad de la ministra de Cultura y Patrimonio, María Elena Machuca, que ha trabajado en instituciones de la memoria social y conoce sus necesidades, para solucionar un problema que, al final del día, se resuelve con la voluntad política de proteger una institución que es, en sí misma, un fundamental acervo bibliográfico de la nación. Sería lamentable que, por la aplicación de fórmulas economicistas, dañemos y perdamos noventa y tres años de experiencia creciente, ejemplar y necesaria. Espinosa Pólit, en 1930, recién fundada la biblioteca, escribió que esta tenía por objetivo «reunir y ordenar todos los sillares de la que ha de ser un día nuestra tradición nacional, religiosa, histórica, científica y literaria»[6]. Así, desde sus inicios, la BEAEP ha contribuido discreta, solvente y profundamente, a la conservación de la memoria de la inteligencia del país diverso que somos.
Este artículo apareció en el blog personal del autor.
[1] Ecuador, Ley de la Biblioteca Ecuatoriana Aurelio Espinosa Pólit, Registro Oficial No. 618, Suplemento, 24 de enero de 1995, arts. 2 y 4.
[2] Ecuador, Ley Orgánica de Cultura, Registro Oficial No. 913, VI Suplemento, 30 de diciembre de 2016, art. 39.
[3] La carta aparece en la cuenta de Facebook del Centro Cultural Biblioteca Aurelio Espinosa Pólit: https://www.facebook.com/CCBEAEP/photos/pcb.4737292689653114/4737286299653753/
[4] Del ministro de Educación de Cultura al procurador general del Estado, Oficio No. 967-DAJ-2006, del 11 de abril de 2006.
[5] Del procurador general del Estado al ministro de Educación y Cultura, Oficio No. 0026021, del 6 de julio de 2006
[6] Aurelio Espinosa Pólit, «Una biblioteca ecuatoriana en el Colegio Noviciado de Cotocollao», Mi Colegio, (mayo de 1930).