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«Sonia y su poesía», por don Marco Antonio Rodríguez

Sonia Manzano es pianista, narradora, ensayista, poeta. Su obra lírica está sobrehilada por un desaforado intento de desacralizar todo, desarticulando el tradicionalismo con imágenes...

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Foto tomada del canal de YouTube de Educa.

Sonia Manzano (Guayaquil, 1948) es pianista, narradora, ensayista, poeta. Su obra lírica está sobrehilada por un desaforado intento de desacralizar todo, desarticulando el tradicionalismo con imágenes nutridas de violentismo en un ejercicio lúdico sapiente y turbulento: juego de espejos con signos autónomos, extravagantes, llegando incluso a la incongruencia, asumida como la delirante búsqueda de una originalidad que devele su vigorosa nervadura humana. “Corsaria como soy/ agarro a las naves por los cuernos/ desnuco su apatía/ les arranco mugidos transocéanicos”. O esto otro: “En esta, mi primera relación con el texto,/ textualmente me revuelco en el lenguaje”.

Darío, Nervo, Martí, Medardo Ángel Silva… sus primeras influencias. Pero Sonia demuele sus lecturas y las fagocita hasta dar con su sarcasmo, arte de abrir sus ojos en medio del derrumbe. Hastío, agobio y respuesta áspera, vehemencia, dilatada codicia para dar con la palabra clave y, luego, embastarla con otras hasta erigir su poema: su reto perpetuo. Otro nutriente proviene de Nicanor Parra y su antipoesía. Pero Sonia levanta su creación lírica en sus propios claroscuros colmada de expresiones que procuran revelar el infortunio y la insustancialidad de la existencia humana en una sociedad automatizada. Lo musical, lo exótico y luctuoso signan también su itinerario poético. “No constas en mis sagradas escrituras/ no eres el ángel prometido/ que bajará a la tierra/ para limpiar con ácido/ el menos original de mis pecados”.

‘El nudo y el trino’ fue su primer poemario. Lengua bífida, resuelta entre la rebelión y la angustia existencial. ‘Semana que no tiene jueves’: denuncia y sentencia desde una suerte de embrionario dogmatismo, contra quienes cree culpables de un sistema político económico injusto y pervertido. Buena parte de la poética de Sonia se inscribe en la literatura feminista. ‘Los nada gentiles escritores machos o (Defensa de las escritoras hembras)’ se torna un abrasivo manifiesto en este sentido.

‘El ave que todo lo atropella’: refrendatorio de sus claves poéticas, afinamiento de su mordacidad. En ‘Caja musical con bailarina incluida’ las palabras fluyen por su propia cuenta. Refunda su poesía en ‘Carcoma con forma de paloma’, la palabra aparece en este texto, desnuda, sola, engarzada por el tiempo: agua de la memoria. En ‘Full de reinas’ esplende su discurso de género mediante el acoplamiento de una mujer plural, extraña amalgama de mujeres de distinta laya que forjan la cotidianidad de su universo.

Desdeño con lo establecido y con la razón misma de la poesía. Más que crítica de nuestros “valores”, prejuicios, pacaterías, la poética de Sonia Manzano exhala fogosidad, exasperación, desafío y a ratos repulsión por lo que nos rodea, mientras la palabra circula desolada y herida, siempre insatisfecha y discrepante. “Escribo a media luz/ viejos tangos del ayer/ Un gato de porcelana/ se acaba de romper/ en el cuenco entumecido de mis manos”.

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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