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«Tiempo», por don Marco Antonio Rodríguez

La historia del pensamiento registra períodos, cada uno de los cuales tiene una imagen emblemática del ser humano. En la Antigüedad, su estampa fue la del sabio rodeado de discípulos...

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La historia del pensamiento registra períodos, cada uno de los cuales tiene una imagen emblemática del ser humano. En la Antigüedad, su estampa fue la del sabio rodeado de discípulos. En la Edad Media se unimismó con un dios devenido de la antropología cristiana. La Ilustración le situó como técnico de saberes, intentando un rompimiento con la referencia de Dios, fundando el segundo despertar de la filosofía y un futuro mejor gracias a la tecnología.

Vivimos el tiempo del ser tecnológico. La tecnología le nutre y esta se alimenta de él. Le enriquece porque acrecienta sus probabilidades de materializar sueños inalcanzables, pero también lo disminuye y embrutece. Zygmunt Bauman habla de la ‘globalización negativa’, impregnada por un abrumador individualismo, el languidecimiento de los vínculos humanos y la extinción de la solidaridad.

Un grupo de estudiosos explora las ‘conquistas tecnológicas’. Entre otras más actuales dicen que Spotify está fundiendo a las discográficas. Netflix eliminó los videoclubes y diezmó el público de los cines. WhatsApp terminó con la telefonía fija y amenaza la celular. Las redes sociales reemplazan a los medios comunicacionales y portales de contenido. Los celulares condenaron a las casas fotográficas. Tesla puso en duda el futuro de las industrias automotrices. El e-mail el de los correos postales. YouTube mengua permanencia a las empresas de televisión.

Wikipedia desplazó a los diccionarios. La realidad virtual es cada vez más real. ¿Y el ser humano? Alrededor del tiempo emergen utopías y conflagraciones que forjan la vida. El tiempo: todo lo cede y todo lo despoja. Exuberancia y carencia. Nadie sabe qué tiempo cierto vendrá. Nuestra arcilla es el tiempo, el inagotable, impasible tiempo. Por eso, quizás, deberíamos renovarnos día a día para continuar en este juego vertiginoso que es la vida. Yendo para adelante, no porque detrás vengan muchedumbres, sino porque ya hay mucha gente delante de nosotros que nos lleva ventaja.

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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