
Bebe en mi boca, Amado, toda la humana angustia,
el deleite supremo como en ardiente vaso;
embriáguete el aroma de mi carne que mustian
ha de nutrir mañana el terrestre regazo.
Sórbeme el alma, Amor, en un beso infinito,
como el Sol a la gota de lluvia cristalina;
inmólame a tus ansias con el fervor de un rito
secreto celebrado por voluntad divina.
Sea un abrazo salvaje, agotador i mudo,
que junte nuestras vidas en apretado nudo
al que Destino i Muerte no mirarán siquiera.
Para que se eternice nuestra ardiente locura
en rosal o en estrella de luz lírica i pura
con sangre de tu Ensueño i azul de mi Quimera!