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«Bruno», por don Simón Espinosa Cordero

Bruno Sáenz Andrade un ser amado. Se fue hace un año a los 77, número cabalístico para una persona fuera de lo común. Estuvo grave diez días en una clínica y, dado de alta, al salir...

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Bruno Sáenz Andrade un ser amado. Se fue hace un año a los 77, número cabalístico para una persona fuera de lo común. Estuvo grave diez días en una clínica y, dado de alta, al salir, allí mismo, la Muerte le vino a buscar.  

“¡Cuánto llano sin siembra, sin ninguna verdura! / ¡Cuánto cerro de plata, cuántas mieses de fuego segadas por la altura! /  Te levantas temprano. ¿Vas a calzar las botas y ceder al deseo de ascender a la cumbre? / ¿Vas a empuñar la azada? / La juventud te aguarda. / Un ardor que creíais perdido para siempre halla albergue en tu pecho. / El paso —aún no lo has dado— puede ser el primero. / No importa si tu planta se enreda, si tropiezas. / Hay una tierra entera que labrar, una patria / que tu alma reconoce —has cerrado los ojos— más allá de las / sierras, más allá de tu sombra”. [Antología de Bruno Sáenz Andrade, 1963-2005]

Dramaturgo. Matemático del alma: ningún día sin música clásica. Uno de los más comedidos de los académicos de la Lengua. “Bruno, ayuda a Fabián a poner al día los Estatutos”. “Bruno, hazte cargo de leer los cuentos que la Academia convoca para las escuelas de Quito”. “Bruno, contacta al embajador de Brasil, fecundo novelista”. “Bruno, cállate por favor en las reuniones de la Comisión Léxica que compila el Diccionario de Ecuatorianismos”. Todo ojos, todo oídos, su cerebro fulgurante no podía privarse de juegos de palabras que movían a risa.  Bruno: el presidente de los cuencanos pobres residentes en Quito, ex militar, quiere ver a tu hermano en el Ministerio de Educación para que cierre la Escuela del Milenio y reabra la escuela y colegio don Bosco que están en un pueblo amazónico. Bruno, tu hermano la cerró, gracias.

A más de poeta y escritor, Bruno sirvió a la Nación en varios cargos relativos a la cultura y al entrenamiento de ministros fiscales. Estudió en Toulouse, capital de Occitania, al sud oeste de Francia, cerca de la frontera con España. Uno de los perfumes más agradables de Bruno era la sencillez de trato y la alegría, pese a que no gozaba de buena salud. “Ciego, sordo como tapia, me enfrento con el misterio. Mi nada pende del cielo, de una hilacha de palabras”. [Noche Oscura en Antología de Bruno].

Este artículo se publicó en Telesucesos.

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