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«Cuando los números cantan», por don Juan Valdano

Hay tres creaciones del hombre que lo convierten en un ser excepcional: la música, las matemáticas y el arte literario. Son tres lenguajes a través de los cuales interpretamos el universo. Fue Leibniz quien dijo: “cuando Dios canta para sí mismo canta álgebra”...

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Hay tres creaciones del hombre que lo convierten en un ser excepcional; estas son: la música, las matemáticas y el arte literario. Son tres lenguajes a través de los cuales interpretamos el universo. Fue Leibniz quien dijo: “cuando Dios canta para sí mismo canta álgebra”. Célebre declaración de un matemático en la que se relieva esa misteriosa relación que existe entre la música y el número. Leibniz no fue músico, pero sí filósofo y creador al igual que Newton del cálculo diferencial.

En los orígenes del pensamiento occidental, Pitágoras marcó ya el camino cuando afirmó que el universo estaba escrito en lenguaje matemático. Si esto es así, la música sería su lectura. Según la tradición platónica, la música y las estrellas se relacionan a través de vínculos que son audibles solo en otra dimensión de la experiencia y cuyas claves estarían enlazadas a un número no revelado que explicaría el orden cósmico. Idea fabulosa que tiende el puente a un saber hermético y aun esotérico.

El pensamiento filosófico del Renacimiento fue neoplatónico, proclive a establecer correspondencias entre el mundo real y el mundo de las ideas. De ahí que poetas de la época hablaran de una perfecta armonía entre el cosmos y las formas de la naturaleza y astrónomos como Kepler plantearon la existencia de una “música de las esferas”. Románticos y simbolistas del siglo XIX redescubrieron secretas analogías entre lo perceptible y lo ideal. La sensibilidad filosófica de Schopenhauer fue fundamentalmente musical. Las formas de la música —opinaba— duplican la estructura básica del mundo; así: “las notas de un bajo son análogas a la naturaleza inorgánica, las armonías son análogas al mundo animal y las melodías son análogas al mundo humano”.

Hoy se habla de la existencia de un canon en el que subyacen relaciones matemáticas en la música de Bach o en una partitura de Pierre Boulez. Una fuga bachiana bien podría transcribirse en una ecuación algebraica. Y hay quienes hablan de la música de los números primos, misterio que aún permanece oculto. De muy antiguo ya se había relacionado la música con la armonía del macrocosmos estelar; ¿por qué no, hoy, redescubrir otras relaciones entre la música y la armonía que subyace en el microcosmos, en la estructura atómica y molecular de la materia, idea sustentada por Juan Esteban Valdano, compositor ecuatoriano?

Todos los sentimientos pueden ser expresados a través de la música. La música tiene la capacidad de abrirnos a lo trascendente; no necesita traductores, despierta inmediatamente nuestra emoción. Es una forma de descifrar el misterio del mundo. La notación musical como las relaciones matemáticas son formas de un lenguaje universal; ambas apelan a la razón, solo que la segunda, además de ello, llega al corazón humano. La música es una geometría acústica que conmueve.

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