Compartimos con ustedes el discurso con el que don Juan Valdano Morejón le dio la bienvenida a don Michael Handelsman en la ceremonia de su incorporación a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, en calidad de miembro correspondiente, el 12 de noviembre de 2012, en el Centro Cultural benjamín Carrión.
Discurso de bienvenida al Dr. Michael Handelsman en su ingreso como miembro correspondiente de Academia Ecuatoriana de la Lengua
La Academia Ecuatoriana de la Lengua está próxima a cumplir los ciento cuarenta años de vida; fue fundada en 1874. Cronológicamente hablando es la segunda más antigua entre las Academias de América. Es sabido también que nos encontramos en vísperas de celebrar los trescientos años de la Real Academia Española, docta institución que abrió sus puertas en 1713 y de la cual nuestra Academia es su correspondiente en el Ecuador. Estos hechos convierten a esta corporación en la más antigua y prestigiosa entidad cultural y privada del Ecuador, lo cual no es poco decir en este país en el que la vida de las instituciones, y más si son de carácter cultural, es siempre precaria y fugaz, pues, por lo general, se encuentran amenazadas por acaecimientos de orden político, social o económico. Si estas circunstancias muestran, de por sí, ese mérito exclusivo que a esta Academia le confiere una centenaria tradición acrecentada por un reiterado deseo de engrandecer, enriquecer y difundir la lengua castellana, lengua hispana y americana a la vez, mestiza y plural como toda nuestra cultura, no es, en este caso, su único merecimiento. Otro logro suyo, y no menor, se funda, pienso yo, en haber acogido en su seno a los más preclaros cultores del idioma, escritores, hablistas, gramáticos y pensadores de este país. La historia intelectual y literaria del Ecuador gravita entre sus centenarios muros. Es aquí donde se ha pensado el Ecuador a través de la palabra literaria; es aquí donde se ha seguido el rastro histórico de sus bellas letras expresadas a través de la lírica, la narrativa, el ensayismo y la dramática; es aquí donde se toma el pulso del habla de esta tierra, con sus variantes léxicas y fonéticas, tan dinámica en estos tiempos de globalizaciones; en fin, es aquí donde se estudia este idioma nuestro, castellano por su origen y ecuatoriano por destino, sangre de nuestra cultura, patrimonio intangible de la Nación.
Esta tarde la Academia Ecuatoriana de la Lengua se halla reunida en sesión pública y solemne con el único propósito de recibir como Miembro Correspondiente de ella al escritor norteamericano, don Michael Handelsman. Así pues, en nombre de esta Academia y por encargo de su directorio, me place darle afectuosamente la bienvenida a esta casa.
Michael Handelsman no es un desconocido entre nosotros. Él es uno de los estudiosos más calificados y más asiduos también de los procesos literarios y culturales del Ecuador contemporáneo. Su extensa obra escrita y publicada tanto en su país, los Estados Unidos, como en el nuestro, en inglés y en español, es una muestra fehaciente de esa preocupación suya, de esa devoción digna de aplauso y reconocimiento, por estudiar y entender las diversas facetas de las letras ecuatorianas del siglo XX vistas desde la problemática de la cultura contemporánea. Por ello, en un acto de justicia, la Academia Ecuatoriana de la Lengua, resolvió por unanimidad de sus miembros de número invitarle a que formara parte esta institución. En la actualidad es profesor de Literatura Hispanoamericana y Director del departamento de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Tennessee. En 1987 fundó, junto a otros académicos norteamericanos y ecuatorianos, la Asociación de Ecuatorianistas, sociedad que tiene el propósito de difundir la literatura ecuatoriana en Norteamérica y mantener un intercambio profesional entre investigadores y estudiosos de las letras de nuestro país. Desde su fundación, esta asociación ha organizado más de catorce congresos y reuniones sobre el Ecuador y su literatura con los auspicios de varias universidades y organizaciones académicas en Estados Unidos, Ecuador y México.
Michael Handelsman es un especialista en Literatura ecuatoriana. Sus investigaciones se han enfocado en el análisis e interpretación de dos aspectos poco estudiados por los historiadores de nuestras letras; me refiero a la particular literatura escrita por mujeres y a la llamada literatura afroecuatoriana. Ha aportado, además, con nuevas reflexiones a los procesos sociales y culturales del Ecuador en temas relacionados con la identidad nacional, la globalización, la interculturalidad y la decolonialidad. Estos son algunos de sus libros:
Amazonas y artistas: un estudio de la prosa de la mujer ecuatoriana. 2 tomos. Guayaquil. Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo del Guayas, 1978.
El modernismo en las revistas literarias del Ecuador: 1895-1930. Ensayo preliminar y bibliografía. Cuenca: Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Azuay, 1981.
Incursiones en el mundo literario del Ecuador. Guayaquil: Universidad de Guayaquil, 1987.
En torno al verdadero Benjamín Carrión. Quito: Editorial El Conejo, 1989.
El ideario de Benjamín Carrión (Selección y análisis crítico). Quito: Editorial Planeta, 1992.
Lo afro y la plurinacionalidad: el caso ecuatoriano visto desde su literatura. Oxford, Mississippi: Monographs, 1999.
Culture and Customs of Ecuador. CT: Greenwood Publishing Group, 2000.
Leyendo la globalización desde la mitad del mundo: identidad y resistencias en el Ecuador. Quito: Editorial El Conejo, 2005. (Esta obra mereció el Premio “Isabel Tobar Guarderas” otorgado por el Municipio de Quito).
Género, raza y nación en la literatura ecuatoriana. Hacia una lectura decolonial Barcelona: Guaraguao Revista de Cultura Latinoamericana/CECAL, 2011.
No es común toparnos con un estudioso como Handelsman, nacido bajo el signo de otras constelaciones, lejano a nuestra historia y tradiciones, un extranjero interesado en descifrar los insondables laberintos de la cultura de los pueblos andinos y, en concreto, de la vida ecuatoriana. Si antes, en el siglo XIX y en el XX, desfilaron por este paisaje caravanas de viajeros curiosos, procedentes de Europa y Norteamérica, diplomáticos unos, hombres de ciencia otros, fueron de aquellos que llegaron a este país con el ánimo de recorrerlo y observarlo con esa mirada propia del explorador que se apresta a atravesar fragosos territorios sembrados de sorpresas y peligros; fueron de aquellos que llegaron en busca de aventura en un país exótico y tropical; de aquellos cuya percepción si bien atenta, no llegó a penetrar en el espíritu del pueblo que visitaban ya que su visión estuvo cargada de eurocentrismo y más prejuicios que, de manera inconsciente, traían como parte de su cultura. Esta fue, por ejemplo, la mirada, minuciosa pero lejana, que se trasunta en los informes y cónicas de viaje de visitantes tan cultos como interesados, como lo fueron Friedrich Hassaurek y Jiménez de la Espada, embajador de los Estados Unidos el primero, miembro de la Comisión Científica española, el segundo y quienes arribaron al Ecuador entre 1860 y 1865, es decir, en los cruciales años de la presidencia de Gabriel García Moreno. De la Espada, interesado más en la naturaleza, la geología y la botánica de este país no entendió la vida y la cultura del pueblo ecuatoriano al que lo vio, de paso, al lomo de una mula o desde una precaria canoa que se desliza por azarosas aguas amazónicas; lejanía e incomprensión que se resume en frases como ésta que él consigna en su diario de viaje, pues dice: “sus habitantes (los ecuatorianos) muy retraídos, hacen que la sociedad sea inaccesible al viajero”. Inaccesible al visitante extranjero será siempre una sociedad cualquiera cuando se la contempla con una mirada ajena, como yo la llamo, con los prejuicios del colonialista, con las aprensiones y los intereses del europeo convencido de su superioridad frente a los demás pueblos del mundo.
Muy lejos de esta actitud, Michael Handelsman no es el turista que llega a tomar fotos del un exótico país tropical, ni el viajero que se lleva de recuerdo unas cuantas artesanías; es un estudioso que ha buscado entender, desde dentro la vida ecuatoriana; que buenos años de su vida ha congeniado con la gente de este país; que ha logrado construir un discurso científico sobre los procesos literarios del Ecuador adentrándose en el mundo simbólico de nuestra cultura. Sus trabajos sobre la literatura afroecuatoriana, estudiada más por antropólogos sociales que por críticos literarios, así como sus estudios acerca de la literatura escrita por mujeres de este país, dan cuenta de hallazgos y asertos que resultan esclarecedores para nosotros mismos. Ello se demuestra en una nota personal que Juan García —importante historiador y trabajador de los procesos afroecuatorianos de la Comarca del Pacífico—le ha escrito a Handelsman a raíz de un estudio que éste hizo sobre Nelson Estupiñán Bass y en la que comenta: “…sus trabajos los hemos leído ‘casa adentro’… en distintos grupos de reflexión y en los que muchos hermanos y hermanas comparten la visión de que se trata de un material útil para nuestras reflexiones, pues nos muestran una manera distinta de entrar en lo nuestro. Una manera de leer nuestras visiones sin los lentes oscuros que algunos ‘expertos en negros’ suelen usar para tratar de vernos mejor” (2011). Opiniones como estas, expresadas por Juan García (y frente a las cuales nuestro autor dice sentir “sentimientos de satisfacción y humildad”), muestran el grado de empatía que ha logrado construir entre él, como investigador y crítico literario, y la realidad observada, la culminación de un proceso intelectual de acercamiento a la cultura latinoamericana que, según me lo ha confesado el propio Handelsman, lo inició por los años sesenta, cuando él era un estudiante de liceo en la ciudad de Nueva York.
Según sus propias palabras, se siente satisfecho de haber logrado adentrarse en un universo cultural distinto al suyo y de haber alcanzando un buen dominio de sus de sus claves y su lenguaje, él sabe, según sus propias palabras que siempre será arduo “aquel esfuerzo por dejar atrás la tendencia a hablar sobre otras culturas—las latinoamericanas en particular—para llegar a la posibilidad de hablar con las mismas, pero siempre con respeto y dentro de una relación crítica y democráticamente dialogal que, tal vez, apunte a una verdadera y todavía elusiva interculturalidad”. (2012)
Por ello, resulta interesante conocer la trayectoria vital e intelectual de Michael Handelsman, sobre todo las circunstancias particulares que lo llevaron a interesarse en el estudio de las letras de este país hasta el punto de convertirse en un reputado ecuatorianista. Michael, como lo llamamos los amigos, es un gringo francamente simpático, de trato amable y cordial, un anglosajón atípico, de porte espigado, rostro enjuto, abarbado y canoso, con semblante más de un quijote o de un místico castellano de la época de Santa Teresa de Ávila que la de un rubicundo magister de Harvard, un monje escapado de algún cuadro del Greco, quien solía pintar santos alargados con su pincel flamígero.
Pues bien. Michael, según lo ha revelado en una misiva dirigida al autor de esta nota, él comenzó a estudiar el español en 1960, cuando aún era un colegial. Por entonces, apenas tenía doce años y la presencia de la comunidad latina en los Estados Unidos se presentaba a través de dos instancias incomprensiblemente soslayadas: por un lado, estaban los puertorriqueños —“supuestamente vagos”, como él no anota, cuando no peligrosos— que transitaban en Manhattan, especialmente en aquella famosa terminal de buses llamada Port of Authority; y, por otro lado, estaba el mundo trágicamente glorioso de las corridas de toros y los toreros captado por Hemingway en su Death in the Afternoon. “Por una serie de circunstancias académicas y de puro azar –confiesa el propio Michael Handelsman en la referida carta- no dejaría de estudiar el castellano, ni en el colegio ni en la universidad. Y, poco a poco, las sutilezas y las complejidades inherentes al aprendizaje de otra lengua junto a las aproximaciones culturales implícitas en los estudios serios y meticulosos dirigidos por maestras y maestros instruidos, emergían para, primero, contrarrestar y, luego, complementar aquellas impresiones iniciales que reclamaban otra mirada y otra sensibilidad más agudas e incisivas. Después de decidir escoger el español como su principal concentración en la universidad de pregrado (Gettysburg College), tuvo la oportunidad de pasar su penúltimo año en la Universidad Complutense de Madrid. En su último año de pregrado, estudió un mes en Lima y, al graduarse en Gettysburg College, en 1970, ganó una beca Fulbright para estudiar un año en Ecuador. Durante su año Fulbright, hizo una pasantía en El Universo de Guayaquil, trabajó de voluntario en ASENIR—una iniciativa educativa dedicada a niños discapacitados—, cada sábado daba clases de inglés en un programa televisivo del Canal 2 auspiciado por el Centro Ecuatoriano Norteamericano e impartía clases de inglés en la Universidad Católica de Guayaquil y en la Universidad de Guayaquil. Y leía y conversaba y conocía mientras se enamoraba del Ecuador…y de una ecuatoriana en particular con quien se casó. Es así como echó raíces tanto emocionales como profesionales en la Mitad del Mundo. Esta historia –rememora Handelsman- tiene ya 42 años… Toda una vida”.
Pero aquí no acaba la historia de Michael ya que, tal como él mismo nos relata, al terminar su año Fulbright, ingresó en el programa graduado de Lenguas Románicas en la Universidad de Florida. En 1973 recibió su Maestría en castellano con una tesina sobre la narrativa del novelista español, Miguel Delibes. Luego, en 1976, recibió su Ph.D. en Lenguas Románicas con una tesis sobre narradoras ecuatorianas, la misma que se publicó en forma de libro titulado Amazonas y artistas. Un estudio de la prosa de la mujer ecuatoriana (1978) Además de su Ph.D., Handelsman también hizo un diplomado en Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Florida; para realizar la investigación de su tesis doctoral, había conseguido una beca de la OEA que le permitió pasar diez meses en el Ecuador donde recorrió bibliotecas y archivos y descubrió una importante cantidad de libros y revistas literarias que hasta ese momento se habían quedado en el olvido. En 1976, comenzó su carrera como investigador y docente universitario al incorporarse como profesor en la Universidad de Tennessee en Knoxville. En sus 37 años de profesor de esa institución, Handelsman se ha distinguido tanto como docente e investigador y como administrador. Actualmente es el Director del programa de Estudios Globales y Director de la Oficina de Becas Nacionales de la Universidad. Fue Director del programa de Estudios Latinoamericanos por más de 20 años, y durante su dirección inició varios convenios con universidades de Brasil y Ecuador. Ha recibido varios premios de excelencia como docente y como investigador y, por lo tanto, ha sido designado Profesor Distinguido de las Humanidades desde 1987. Durante su carrera profesional ha ganado seis becas Fulbright y una beca de la OEA. Autor de más de 70 artículos publicados en revistas indexadas y de 14 libros que son testimonio de su dedicación continua y permanente a las letras y cultura del Ecuador. Su libro titulado Leyendo la globalización desde la mitad del mundo. Identidad y resistencias en el Ecuador (2005) recibió dos premios prestigiosos: el AB Thomas Book Award del Southeastern Council of Latin American Studies de EEUU y el Premio “Isabel Tobar Guarderas” del Distrito Metropolitano de Quito por el mejor libro publicado en 2005 en el Ecuador en las ciencias sociales. Su último libro se publicó en Barcelona en diciembre 2011 y se titula Género, raza y nación en la literatura ecuatoriana. Hacia una lectura decolonial; tiene un libro en prensa que ha coeditado con Juan Carlos Grijalva titulado De Atahualpa a Cuauhtémoc. El nacionalismo cultural de Benjamín Carrión y José Vasconcelos. Handelsman ha participado en numerosos congresos de literatura en EEUU, Europa y América Latina, y ha sido profesor visitante en la Universidad de Kentucky de EEUU y la Universidad Andina Simón Bolívar, Sede Quito. Además, es profesor honorario de la Universidad Andina Simón Bolívar de Quito y fue seleccionado por el Consejo Universitario Superior de la Universidad Andina Simón Bolívar y la Secretaría de la Comunidad Andina como Presidente de la Comisión Externa de Evaluación y Acreditación de la Universidad Andina Simón Bolívar. Su aporte como investigador de las letras hispanoamericanas en general, y del Ecuador en particular, ha girado en torno a varios temas entrelazados: escritoras, revistas literarias, el modernismo, la obra y pensamiento de Benjamín Carrión, las letras afro, las identidades nacionales, la globalización y lo decolonial. En 2005 el Distrito Metropolitano de Quito le premió con Medalla de Honor por sus más de 35 años de análisis y diseminación de la cultura ecuatoriana.
En cierta forma, aquella terminal de buses frecuentada por puertorriqueños y en la que por primera vez Handelsman entró en contacto con el mundo latino, con su gente, su habla y su cultura fue su punto de partida; un embarque simbólico en lo que, andando el tiempo, llegará a determinar su vida intelectual y su mundo privado. Más tarde, y ya en el camino, gracias a profesores, libros y estudios se adentrará en las interioridades del universo latinoamericano de sus escritores y escritoras, de sus decires y fantasías, en fin, de esta cultura que, no obstante haber estado siempre cerca de él, le era desconocida. Ese viaje que Michael emprendió en aquel terminar de buses de Nueva York ha resultado largo, rico en experiencias, en conocimientos; un caminar fecundo del que han surgido libros, impartido lecciones, compartido sueños, acrecentado amigos, un periplo que le ha traído hasta aquí, al umbral de esta casa, la Academia Ecuatoriana de la Lengua que hoy le abre las puertas para recibirle como uno de sus miembros correspondientes. Bienvenido Michael a esta casa.
Juan Valdano
11 de noviembre de 2012.