Discurso de incorporación de doña Marleen Haboud Bumachar en calidad de miembro correspondiente (primera parte)

Primera parte del discurso con el que doña Marleen Haboud Bumachar se incorporó a nuestra Academia en calidad de miembro correspondiente en ceremonia virtual que se celebró el primero de julio de 2021.

Esta es la primera parte del discurso con el que doña Marleen Haboud Bumachar se incorporó a la Academia Ecuatoriana de la Lengua en calidad de miembro correspondiente en ceremonia virtual que se celebró el primero de julio de 2021.

Cada palabra es una semilla y cada semilla es generadora de múltiples palabras.

Agradecimiento

Gracias a todos quienes hacen la AEL, especialmente, a su directora, Dra. Susana Cordero de Espinosa, al Dr. Fabian Corral, al Sr. Embajador Francisco Proaño, al Dr. Simón Espinosa, entrañable amigo y maestro, quien se ha tomado el tiempo de escudriñar mi caminar por las lenguas. A Valeria Guzmán por sus palabras emotivas y elocuentes, y a Alejandro Casares por todo el cuidado que ha puesto para esta presentación.

Gracias a todos quienes ahora me acompañan acortando, gracias a la virtualidad, las distancias geográficas. Gracias a los hablantes que comparten sus voces, a los varios equipos del Programa de investigación Oralidad Modernidad; y a mi familia, por su apoyo constante.

Motivada por la petición de la RAE y la AEL interesadas en tener: “una visión del español en el Ecuador contemporáneo, sus especificidades y proyecciones, tomando en cuenta, de modo esencial, nuestra pertenencia a un entorno multicultural y plurilingüe, y la influencia en el español hablado en el Ecuador de algunas de las lenguas vernáculas de nuestros pueblos originarios”, comparto con ustedes algunos de los efectos de los contactos lingüísticos entre el español y las lenguas indígenas en el Ecuador; especialmente, con la lengua kichwa.

Español y lenguas indígenas en el Ecuador: un testimonio de multicausación y multiefectos.
Una mirada desde la lingüística de contacto

(Parte I)[1]

La historia de una lengua se da en función de la historia
de sus hablantes y no es un fenómeno que puede ser
totalmente estudiado fuera del contexto social en el que
está inmerso… (Thomason y Kaufman 1991)

Introducción

Enmarcado en la lingüística de contacto, este manuscrito trata del español de la Sierra ecuatoriana y algunas de sus múltiples facetas producto de la relación intensa y prolongada con las lenguas indígenas, especialmente con la lengua kichwa, rama del quechua, hablado en Ecuador por alrededor de un millón, y por más de diez millones a lo largo de los Andes (Cerrón-Palomino 1978).

Inicio estas líneas, acercándome brevemente a la realidad del Ecuador, país caracterizado por su compleja diversidad lingüística, cultural, étnica, y de alta biodiversidad; la misma que es, como bien sabemos, compleja, intrincada, retadora, y demanda, por tanto, de permanentes estudios prolijos que tomen en cuenta la realidad sociohistórica de los hablantes y en instancias comunicativas reales.

1. Ecuador: una historia de contactos

Si nos remontamos en la historia de lo que hoy es el Ecuador, sabemos bien que los conquistadores no llegaron a un territorio vacío sino a un espacio que ya había sido habitado desde 4.000 años AC.\. En efecto, antes de contar con ningún tipo de documentación escrita, el territorio que ahora corresponde a lo que es el Ecuador albergaba a diferentes confederaciones que habían alcanzado un alto grado de organización. Salomon (1980; 1986), quien los denominó Señoríos Étnicos describe exhaustivamente su organización social, económica y política, así como su resistencia a la conquista del Inca. Pese a que la información lingüística es escasa, se sabe que cada uno tenía su lengua propia como el caranqui, pasto, cañari, puruhá, esmeraldeño y panzaleo (Mapa 1)[2]. Estas lenguas, aunque han muerto, sí han dejado huellas aún muy tangibles en el español de hoy, como es el caso del cañari, en la región de Azuay y Cañar, o de la lengua palta en la provincia de Loja[3].

Mapa 1. Señoríos étnicos 500 AC – 1532 DC
Fuente: A partir de Haboud 1998 [1996]

Luego de la llegada de los incas (1490) se trató de imponer el quechua[4] como la lengua general en los territorios conquistados y se convirtió en un mecanismo de control del imperio inca, el Tawantinsuyo, imperio que se extendía desde el sur de Colombia hasta el norte de Argentina (Mapa 2).

Mapa 2. El avance del quechua con la llegada de los Incas
Fuente: A partir de Haboud 1998 [1996]

A pesar de la expansión del quechua, cuando los españoles llegaron (1532) a lo que hoy es el Ecuador, encontraron que muchos de los grupos indígenas de los Andes centrales todavía hablaban su propia lengua (Ayala Mora 1995; Benítez y Garcés 1990; Cerrón-Palomino 1978). Los españoles, a su llegada vieron la necesidad de usar el quechua, lengua que todavía estaba en expansión, como lingua franca entre la población indígena asentada en los Andes para así facilitar el proceso de cristianización, castellanización y conquista. Así, el quechua se convirtió en la lengua de gran parte de la población indígena de los Andes y fue extendiéndose por todo el territorio (Adelaar y Muysken 2004) (Mapa 3).

Mapa 3. La extensión del quechua
Fuente: Haboud 2021, a partir de Adelaar y Muysken 2004

Al mismo tiempo, algunos de los conquistadores y misioneros la aprendieron para facilitar sus actividades comerciales, educativas y de cristianización. Dussel (1983:509, en Botero 1991:115-6) describe el rol que tenía la lengua de los Incas en el proceso de evangelización, y comenta que para 1596 la iglesia había propuesto usar métodos más apropiados en la enseñanza de la doctrina cristiana, los mismos que incluían el uso del quechua que, a decir de los clérigos, era la lengua nativa de la mayor parte de la población indígena de los Andes:

La costumbre que hasta aquí hemos tenido en enseñar la doctrina cristiana a los indios en dos lenguas, primero en la española y después en la materna, nos ha parecido cosa superflua y muy prolija, pues ninguno está obligado a saberla más que en una lengua, por lo cual ordenamos y mandamos que aquí adelante, no se diga ni enseñe más que una lengua, y que sea la materna, si se pudiere, y donde no se entendiere la del inga ni hubiere la materna traducida, se podrá enseñar en lengua de Castilla.

Así, se va creando el español misionero que a su vez se transmite a las poblaciones conquistadas. Recordemos, sin embargo, que el español que llegó a América no fue uno solo. Según Boyd-Bowman (1968) y Bowman (2021) en su análisis de los censos de colonos de 1492 y 1580, el 35,8% de quienes llegaron eran andaluces, el 16,9% eran extremeños, el 14,8%, castellanos y el 22,5% restante de diversa procedencia. En términos lingüísticos esto significa que el 52,7% de los colonizadores tenía como propias variedades meridionales de la lengua, con predominio de la andaluza[5]. Si nos detenemos brevemente a mirar los datos mencionados, observamos el bajo porcentaje de castellanohablantes frente a las demás lenguas que participaron en la conquista. Probablemente, sobre estas se impuso el régimen de Castilla instituyendo el uso del castellano como la lengua de conquista, generando situaciones de bilingüismo entre tales lenguas y el castellano; dichos bilingüismos debieron ser los que llegaron a América.

En todo caso, el proceso gradual de la castellanización durante los siglos XVI y XVII en los Andes, fue influida tanto por las diferentes lenguas locales como por las diferentes formas del español y los bilingüismos que llegaron a América, si bien el quechua, que se había convertido en la lengua nativa de buena parte de la población indígena de la región andina, continuó como el principal medio de comunicación entre los pobladores nativos.

Guevara (1972) y Cordero (1989) entre otros, consideran que, a pesar de la destrucción causada por la conquista y el proceso de coloniaje, el uso del quechua se reforzó, primero por el aprendizaje de la lengua por parte de algunos españoles, luego por el proceso de extensión del quechua impulsado por los conquistadores en las poblaciones locales hablantes de otras lenguas.

A partir del siglo XIX, con el inicio de la época republicana, no cambió mayormente la situación de los conquistados, quienes continuaron al servicio de la iglesia y de los hacendados. Recordemos que las haciendas eran entonces los centros de poder económico y político, factor muy importante para comprender la intensidad y el efecto del contacto lingüístico, más aún si tomamos en cuenta que los indígenas trabajaban no sólo en la hacienda, sino también en las casas de los terratenientes ocupándose tanto de las tareas domésticas como de los hijos de los hacendados, muchos de los cuales se volvieron bilingües (Guevara 1972, Haboud 1998, 2022). Es muy posible que sea este bilingüismo extendido el que originó lo que Toscano (1953) denomina “español ruralizado”, entre las clases dominantes localizadas a lo largo de los Andes ecuatorianos.

Tomemos en cuenta, además que el quechua (a partir de ahora, kichwa por referirme al Ecuador) no es uno solo, sino que hay una serie de variedades con características muy propias. Montaluisa (2019) nos muestra las seis regiones de las variedades del kichwa en Ecuador (Mapa 4).

Para el caso de la región andina, la Sierra norte, provincias de Carchi e Imbabura, están culturalmente relacionados con los Pastos, ubicados en territorio que corresponde al departamento de Nariño, al sur de Colombia (Haboud 2022). Recientemente hemos visto que tal influencia llega hasta Cayambe (provincia de Pichincha).

En el resto de Pichincha, y avanzando por la cadena montañosa hacia el sur, Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Bolívar (Sierra centro) forman una zona similar. Hacia el sur, en la región austral o el austro, tenemos Cañar y Azuay que forman un conjunto en donde se mantiene la influencia de lenguas preincas como el cañari. En relación con el español, esta es la región conocida como del español morlaco. Finalmente, en Loja habita el pueblo Saraguro, un enclave posiblemente movilizado por los Incas, que mantiene el kichwa con sus propias particularidades. Esta zona, como puede verse en el Mapa 4, se extiende hasta Zamora, provincia localizada en el oriente ecuatoriano.

Mapa 4. Variedades de la lengua kichwa
Fuente: Haboud 2021, a partir de Montaluisa 2019

Para la Amazonía, Montaluisa menciona que existen al menos tres variedades de la lengua kichwa, la misma que se interrelaciona prácticamente con todas las lenguas amazónicas; al punto que los hablantes de algunas nacionalidades como la andwa y la zapara se han kichwizado.

No olvidemos además las otras lenguas indígenas existentes en el resto del territorio ecuatoriano. En la Costa: awapit, chapal’aa, tsa’fiki, y sia pedee; en la región amazónica: a’i cofán, paikoka, baikoka, waotededo, shuar, achuar, shiwiar, zapara (esta última en franca situación de desplazamiento), y shimigae, lengua de la nacionalidad andoa (andwa) cuyo último hablante falleció en 2012; sin embargo, la lengua se mantiene como un fuerte elemento de autoidentificación (Mapa 5).

El caso es que esta amalgama de lenguas, culturas, historias y cosmovisiones se interrelacionan con el español, dando lugar a varios españoles serranos y amazónicos (Emlen 2020), los cuales muestran una serie de rasgos muy propios, todavía poco estudiados.

Mapa 5. Lenguas Indígenas en el Ecuador
Fuente: Haboud 2010 (www.oralidadmodernidad.org/geolinguistica/)

Por lo expuesto, la dificultad de determinar las variedades del español y del español de contacto no son pocas y dificultan en extremo la tarea de los investigadores. Contamos, hasta el momento, con el mapa de dialectos del español ecuatoriano diseñados por Merchancano (2017), que se basa en las divisiones geográficas (Mapa 6). Para el caso de la Sierra, el autor ha tomado en cuenta las zonas dialectales del kichwa. Si bien este mapa nos permite tener un acercamiento a la riqueza dialectal del español, no podemos olvidar que, como dice Cerrón Palomino (1978), en relación con el quechua, las clasificaciones dialectales no deberían estar sustentadas en consideraciones geográficas ni etnohistóricas, sino en datos surgidos de trabajos comparativos basados en análisis lingüísticos; y es que los límites geográficos son fácilmente vulnerados por los hablantes. De ahí la necesidad de trabajos permanentes que nos permitan conocer a mayor profundidad la emergencia de variedades que dan cuenta de la cambiante realidad de los hablantes. En este sentido, deja de sorprendernos la afirmación de Resnick (1976/1993, pp. 85-86) quien afirmaba que la América hispana tenía 256 zonas dialectales del español.

Mapa 6. Dialectos del español
Fuente: Merchancano 2017

Finalmente, otro factor que debemos tomar en cuenta es el de las intensas movilizaciones de ecuatorianos de todas las regiones del país que desde el siglo pasado han llegado a varios países del mundo, sobre todo a Europa y Estados Unidos. Esto ha implicado una relación permanente con otras lenguas y sus variedades, incrementando nuevas características a “los españoles” hablados en el Ecuador de hoy.

En suma, y a pesar de la minorización de los pueblos indígenas, esta historia social de sucesivos contactos e intercambios ha contribuido a la aparición de efectos lingüísticos novedosos e inusitados que están en espera de ser estudiados.

Mapa 7. Una aproximación visual a las variedades del español en Ecuador en su relación con las lenguas Indígenas y las influencias externas

Primeras reflexiones

A partir de lo expuesto, podemos afirmar que:

  • Hay una mega diversidad de historias, culturas, cosmovisiones, lenguas y variedades que están en permanente ebullición debido a la evolución propia de cada lengua, las situaciones cambiantes de los hablantes y los múltiples contacto.
  • Los límites marcados en los mapas se diluyen en las prácticas lingüísticas, pues las lenguas y sus variedades las traspasan sin ninguna dificultad y en forma dinámica y permanente.
  • Las variedades del español en el Ecuador de hoy son el resultado de múltiples contactos (multicausación) y tienen, por tanto, multiefectos.
  • Los entramados lingüísticos mencionados hasta el momento están marcados por intensas relaciones sociohistóricas, factores muy importantes para entender algo de la compleja realidad lingüística, que para el investigador se convierte en un reto, pues, como menciona Cerrón Palomino (1978: 223).

[…] en el terreno real de interacciones lingüísticas y sociales nos enfrentamos a un mosaico de hablas diferenciadas, en el que pareciera imposible todo intento de clasificación […]. Es esta realidad intricada, pero natural en el desarrollo y evolución de las lenguas (en tanto que estas son usadas por grupos humanos), la que deberá ser “ordenada” por el clasificador

2. Breves clarificaciones teórico-metodológicas

Una vez contextualizada la situación de contacto, y como antesala a la ilustración de algunos de los efectos lingüísticos en la región de la Sierra, subrayo que la perspectiva que ha guiado estos estudios se enmarca en la lingüística de contacto; es decir aquella que más allá de la descripción de los efectos de los contactos entre lenguas, busca dar cuenta de los factores lingüísticos y extralingüísticos que rodean a las lenguas en contacto, los procesos que las interrelacionan, las estrategias que desarrollan los hablantes en instancias sociocomunicativas concretas. Por supuesto es vital tomar en cuenta si el tipo de contacto es breve, prolongado, intenso, abrupto, violento, directo o indirecto.

Hoy en día, no hay duda que los contactos intensos y prolongados, como han sido los contactos del español (‘los españoles’) y el kichwa (‘los kichwas’) nos han demostrado que las lenguas que están en inter-relación, para influirse, no necesitan ser tipológicamente similares, ni pertenecer a la misma familia lingüística, ni tener igual prestigio, pues los contactos ocurren entre cualquier código lingüístico, y los efectos resultantes pueden darse en todos los subsistemas de la lengua (Muysken 1985). Esto se debe a que el factor más importante para su producción no solo se encuentra en las estructuras internas de las lenguas involucradas, sino en fuerzas sociales y necesidades comunicativas que generan creativamente estrategias de negociación y adaptación. En este sentido Granda(1999 y 2002) sostiene que, en relación con muchos de los efectos del contacto lingüístico, con más frecuencia es una explicación externa sólida la que nos da más luces para entender los fenómenos resultantes del contacto. Así, no es de admirarse que para la lingüística de contacto sea muy importante recoger datos de habla natural, es decir de interacciones comunicativas reales que son dinámicas, complejas y cambiantes y, por tanto, un reto para el investigador quien debe situarlas en los contextos histórico-socio-culturales y cognitivos de los hablantes, factores todos que inciden en el rumbo que toman los contactos.

Como bien afirman Godenzzi y Haboud (2022), las lenguas, en tanto instancias estructurantes, emergen de las múltiples interacciones verbales, siendo afectadas por el discurso y su entorno particular, y evolucionan dentro de ecologías determinadas, que son a la vez socio-históricas y perceptivo-cognitivas; de ahí que las cambiantes ecologías del lenguaje sean claves para comprender la forma en la que se mueve cada lengua. Así, cuando el entorno ecológico es bilingüe o multilingüe, las interacciones comunicativas son procesos multidimensionales en permanente ebullición que hacen uso de una serie de estrategias, entre otras, las transferencias directas o indirectas (Silva-Corvalán 1998), la convergencia lingüística (mecanismo que permite relacionar las lenguas en contacto para crear algo nuevo), o la construccionalización entendida como reconstrucción sintáctica, semántica y pragmática de una estructura ya conocida para convertirla en otra nueva, como es el caso de mandar sacando que se convierte en un causativo ‘hacer salir’; o bien la gramaticalización, proceso por el que un ítem léxico se convierte en gramatical. Procesos como los de gramaticalización, naturales en toda lengua, pueden acelerarse en situaciones de contacto, reforzándose así la función gramatical en detrimento del significado original del elemento léxico. Por lo general, el establecimiento paulatino de un nuevo concepto semántico permite una abstracción semántica, como es por ejemplo del caso del verbo ir que se convierte en una expresión gramatical de futuridad.

Finalmente, y a modo de clarificación, tómese en cuenta que la lingüística de contacto se interesa por los efectos de las relaciones entre lenguas y variedades tanto en bilingües, como en monolingües, lo que en ocasiones puede resultar extraño para algunos investigadores.

Con el fin de ver la dinámica del contacto y algunas de las innovaciones y respuestas emergentes producto del contacto lingüístico y de las relaciones sociales, la siguiente sección ilustra algo de este festival lingüístico. Me centro en hablantes monolingües de español de la Sierra central del Ecuador, si bien, con fines aclaratorios, mencionaré algunos casos de población bilingüe.

3. Algunos fenómenos frecuentes en el español andino ecuatoriano

A partir de datos propios y de investigaciones en marcha, analizo algunos de los efectos del contacto del español con el kichwa. Si bien menciono algo sobre el léxico, me detengo, sobre todo en aspectos estructurales.

3.1 Nivel fonético-fonológico

En general se mantiene en la población hispanohablante serrana el debilitamiento vocálico, el consonantismo, y el seseo[6]; sin embargo, y aunque concita la atención de numerosos estudiosos, me centraré únicamente en las realizaciones de la <r>, pues estas nos permiten visualizar las dinámicas del contacto, así como los efectos sociales y las ideologías lingüísticas, con frecuencia contrapuestas.

Mientras en la Costa la <r> se realiza, sobre todo, como una vibrante; en la Sierra, bilingües y monolingües tienden a asibilar, tanto la vibrante simple en posición inicial [ɹ]ico, posición media ma[ɹ]lensita, o final amo[ɹ]; así como la vibrante múltiple <carro> ca[ɹ]o, y los grupos consonánticos <trabajo> t[ɹ]abajo. Hay, sin embargo, una serie de innovaciones entre las generaciones jóvenes y adultos jóvenes de distintos niveles socioeconómicos quienes tienden a dejar la asibilación, concebida como característica de hablantes indígenas, por una vibrante[7].

En la provincia amazónica de Napo, los hablantes bilingües y monolingües tienden a producirlas como una rótica (alveolar tap) [ɾ], ya sea en posición inicial: <rico> [ɾ]ico, intervocálica: <aro> a[ɾ]o, o final: <amor> amo[ɾ]; así como la vibrante múltiple: <carro> ka[ɾ]o. Los grupos consonánticos /tr/ se rompen con la inserción de una vocal epentética: trabajo > tarabajo, abrazo > abarazo. Según Wroblewski (2010), el sistema consonántico y vocálico en Napoestá en transición por la influencia del kichwa serrano, de las variedades de español que circundan la región y por los medios de comunicación masiva. Así, es comprensible que /r/, en un mismo contexto, se produzca como vibrante, asibilada, o rótica [r], [ɹ], [ɾ][8].

Según Gnerre (2004), los shuar, en la Amazonía, aunque prefieren la vibrante, asibilan /r/ en posición inicial, media, final, y en grupos consonánticos: <rata> [ɹ]ata, final <amor> amo[ɹ], <trae> t[ɹ]ae. El investigador sugiere que seguramente se debe a la influencia del kichwa serrano o del español de Cuenca y Cañar.

Hay discrepancias en cuanto al origen de la asibilación. Toscano (1953) afirma que se trata de una influencia de las variedades del español que llegaron a América y que la transfirieron a los grupos indígenas, convirtiéndose en una característica indígena. Si es así, serían los indígenas bilingües quienes debieron haber trasladado tal característica a criollos y mestizos para quienes trabajaban y a las nuevas generaciones que los indígenas cuidaban. Se trataría entonces de un caso de transmisión y retrotransmisión.

Más allá del fenómeno lingüístico que concita la atención de asibiladores y no asibiladores, las múltiples realizaciones de /r/ generan reacciones aparentemente contradictorias, pues hoy en día continúa siendo discriminada, pero al mismo tiempo valorada como estandarte identitario. Menciono casos recogidos recientemente durante instancias comunicativas públicas y privadas, formales e informales:

  1. En provincias del sur del país, como Azuay (Cuenca), grupos de niveles sociales altos defienden la asibilación como parte de su identidad: si no arrastramos la r, no somos cuencanos[9].
  2. En un sentido similar, jóvenes universitarios de la provincia de Tungurahua protestan contra las inequidades sociales y buscan reforzar su origen provinciano y defender sus derechos enfatizando la asibilación en sitios públicos, medios de comunicación y redes sociales[10].
  3. En relación con la misma provincia, Tungurahua, hablantes considerados de la “alta”, herederos de terratenientes que con frecuencia ocupan cargos políticos públicos, como la gobernación, prefectura o alcaldía, mantienen la asibilación y la consideran parte de su identidad. Por otra parte, algunos grupos menos favorecidos la usan como estrategia de burla frente a los grupos más favorecidos; y evitan usarla por considerarla desprestigiada. Los hablantes que la evitan tienden inclusive a la ultracorrección acentuando la vibración. Además, entrevistados de este grupo comentaron que sus padres, asibiladores, les “castigaban por arrastar cualquier /r/, por que suena feo, y porque así hablan en los mercados” (Díaz 2021).

El caso es que la /r/ parecería haberse convertido en una radiografía de una sociedad en la que las condiciones estructurales continúan atravesadas por una profunda diferenciación social, étnica, cultural y lingüística, pero que al mismo tiempo está en proceso de redefinición.

Si intentamos representar las distintas realizaciones de /r/ por parte de hablantes monolingües kichwas (extremo izquierdo), distintos grados de bilingüismo kichwa-español o de español-kichwa (centro), o monolingües hispanohablantes (extremo derecho) nos encontramos en una difícil encrucijada, pues un mismo hablante puede producir una vibrante, una asibilada, o una rótica según la situación socio-comunicativa, su agencia, empoderamiento y autoidentificación. De ahí la imposibilidad de generalizar las características hasta ahora encontradas (Figura 1).

Figura 1. Continuo de bilingüismo y el dinamismo de la /r/
Fuente: Haboud para este estudio a partir de Haboud 1998[11]

3.2 Nivel Morfológico-semántico-pragmático

En esta sección, me refiero específicamente a innovaciones del uso del gerundio con verbos de movimiento. El gerundio ha sido uno de los temas más estudiados en relación en el español andino ecuatoriano, no solo porque, como dice Cordero de Espinosa (2004: 497-498) “el gerundio es una forma verbal esencial para nuestra comunicación”, sino porque marca procesos cognitivos que nos permiten conocer las formas en las que percibimos, concebimos y expresamos eventos y acciones de nuestra cotidianidad.

Esto, sin duda, se cristaliza con el uso muy frecuente que bilingües (lengua indígena-español) y monolingües hispanohablantes hacemos del gerundio en el Ecuador, no solo de las perífrasis con sentido de causatividad: Le dejó matando (‘le mató’, ‘le dejó muerto’), le mando maquillando (‘le mandó maquillada’, ‘le mandó maquillada’), de construcciones que atenúan la cortesía y tienen un sentido de beneficio hacia el hablante, como Dame abriendo la puerta (‘por favor, abre la puerta por mí/para mí’), sino por el uso de construcciones de gerundio con verbos de movimiento que muestran interesantes innovaciones en relación con el español peninsular. Es a estas construcciones, a las que me ceñiré en esta sección[12].

Las perífrasis de gerundio con verbos de movimiento son de uso frecuente en el español peninsular. Estas hacen referencia a un evento que modifica temporalmente a lo expresado en la oración principal, y pueden connotar:

(a) simultaneidad con la acción del verbo principal:
(1) Bajo cantando sola ‘mientras camino, canto’.
(2) Vengo llorando…’mientras vengo lloro’.

(b) continuidad de una acción (perífrasis durativas):
(3) Los precios vienen subiendo ‘los precios continúan subiendo’.

(c) anterioridad inmediata, aunque con muchas restricciones:
(4) Se desmayó intentando subir al avión ‘se desmayó justo antes de subir al avión’

(d) posterioridad inmediata, aunque su uso está considerado normativamente como una forma que debe ser evitada:
(5) Se graduó como cineasta, yéndose después a Italia ‘se graduó como cineasta y luego se fue a Italia’.

El español andino ecuatoriano, usa (a) frecuentemente, si bien, (c) y (d), aunque con lecturas no marcadas que expresan anterioridad mediata, en la que la realización de un evento ha terminado (lectura perfectiva) antes de iniciar el otro (sentido de consecutividad), de modo que (2) puede leerse como: ‘Lloré antes de venir’/ ‘Vengo después de llorar’, como se deduce de este diálogo (6), o de la instancia en (7):

(6) Contexto [ A llega tarde a la clase. Durante la pausa, B le pregunta]
A. Ve, ¿qué te pasa que no hablas?
B. Vengo llorando a mares
A. Bien guapa te veo
B. En mi casa, loca; en mi casa (lloré). El bonito me dijo que se va de viaje
A. Ah, por eso te atrasaste, pero bien maquillada estás.

(7) Ayyy Marleen, venimos dando un examen súper difícil ‘luego de dar un examen difícil vinimos’(estamos llegando) / * mientras venimos -veníamos- damos un examen súper difícil[13].

En estos casos, el gerundio tiene aspecto perfectivo y expresa el significado canónico del gerundio compuesto, el mismo que prácticamente ha desaparecido del registro oral informal del español andino ecuatoriano (/ ‘habiendo llorado…’ / ‘habiendo dado un examen…’).

Además de la perfectividad, los ejemplos citados evocan el sentido de consecutividad que los dos eventos desarrollados tienen para el hablante. Estas perífrasis, con lecturas semánticas de consecutividad, perfectividad e inmediatez, son de uso muy frecuente entre monolingües hispanohablantes de áreas urbanas que han tenido acceso a niveles educativos altos; así como también entre hablantes bilingües kichwa-español (Haboud 1998, 2022) (8 a 10), y entre hablantes bilingües de otras lenguas indígenas y español.

(8) Acabando el colegio, voy a la universidad. (k-esp 1)
(9) Envolviendo bien los maitos[14], pones a cocinar. (shuar-esp)
(10) Tomando chicha, tengo sueño. (waotededo-esp)

Aunque el uso del perfectivo entre monolingües hispanohablantes de la Sierra ecuatoriana que viven fuera del país merece una investigación específica, presentamos varios ejemplos recogidos entre ecuatorianos que han residido en los Estados Unidos por más de cuatro años:

(11) Saliendo del pueblo, sí se burlan de uno.
(12) Llegando te vas dando cuenta de lo que ha sido la migra (control migratorio).
(13) Regresando ya toca acostumbrarse.

Finalmente, es importante subrayar que el sentido de inmediatez y cercanía de los eventos que se conciben como encadenados, se da no sólo en el sentido temporo-espacial, sino también en el de las relaciones sociales. Según algunos entrevistados, estas construcciones también implican relaciones sociales más estrechas, posiblemente por la informalidad de las instancias discursivas y porque los eventos a los que se hace referencia no son del todo desconocidos por los participantes. Por el contrario, se prefiere el español canónico en aquellos casos en los que se necesita marcar una distancia temporal y/o espacial y social, de ahí que se lo prefiera en situaciones formales, escritos oficiales, o eventos que pueden ocurrir dentro de un marco temporal amplio[15].

Más allá de los verbos de movimiento

En el español andino, no es necesario tener un verbo de movimiento para crear construcciones perifrásticas como las descritas entre (6 y 13) pues estas lecturas son posibles en un paradigma abierto.

(14) Contexto: [ Disculpa de un estudiante a su profesora por estar desatento en clase]
Perdón, pero hoy no estoy. Es que solo durmiendo me pongo pilas. ‘solo después de dormir estoy atento’/ ‘solo habiendo dormido, estoy atento’

(15) Contexto: [ El dentista a su asistente que está por salir]
Guardando bien los periódicos irase.una vez que guarde los periódicos, puede irse’/ ‘habiendo guardado los periódicos, puede irse’

Lo ilustrado empata exactamente con lo documentado por Toscano (1953) y comentado por Grimm, Juan.1989 [1896] para el kichwa de la Sierra, en donde es común escuchar: Puñushpa rurani (‘durmiendo trabajo’, ‘habiendo dormido, trabajo’, ‘cuando duermo sí trabajo’, ‘si duermo, trabajo’).

También este paradigma verbal abierto es usado por bilingües de varias lenguas indígenas:

(16) Vendiendo animalitos compré aquí. (k-esp)

(17) Volviéndose director, ojalá no nos engañe. [CA/20]

(18) En tiempo pasado no había remedios. Siendo así, pasando, acostándose, muriéndose, morían. (tsa’fiki-esp)

(19) … los shuar podían volar y enamorar así a muchas mujeres. Es esta la razón por la que los shuar volando volando volando enamorando iban a muchas mujeres y tenían muchos hijos. (shuar-esp) (Narración de AW-2018).

Lipski (2013) considera que la alta frecuencia del gerundio debió haberse motivado por la lectura que los misioneros hicieron del adverbializador kichwa -s(h)pa al tratar de comunicarse con los indígenas. Este debió haberse transferido a los indígenas, quienes, a su vez, trasmitieron a los hablantes de español de haciendas y latifundios, generalizándose en los distintos estratos sociales, como se lo mantiene hasta hoy.

Esta innovación ha sido posible gracias a la Convergencia lingüística de las dos lenguas en contacto (español y kichwa). El español andino hace uso muy prolífero de las perífrasis del español abriendo el paradigma de uso y aumentado las lecturas de perfectividad, consecutividad e inmediatez, gracias a un proceso de gramaticalización acelerado por el contacto (Haboud 1998 y 2005), en donde el verbo de movimiento, o debido al paradigma abierto, expresa un evento activo o cognitivo que precede a otro evento. Como se da en la mayoría de los casos de gramaticalización, el establecimiento paulatino de nuevos conceptos semánticos permite al hablante hacer extensiones semánticas que reflejan formas propias de concebir el desarrollo de dos eventos y su interrelación[16].

3.3 Los marcadores discursivos

Llamados también enlaces o conectores extra oracionales o argumentativos, los marcadores discursivos no se integran en la oración, y pueden aparecer al inicio o al final de la misma. Son unidades lingüísticas invariables que guían la manera en que se debe interpretar y procesar los elementos del discurso; tal invariabilidad debe entenderse como una alusión a su relativa fijación sintagmática y morfológica, no ejercen una función sintáctica, sino que constituyen vínculos supraoracionales facilitando la cohesión textual y la interpretación de los enunciados (Martín Zorraquino y Portolés, 1999).

Varios estudios sobre el uso de marcadores discursivos en el español de la Sierra Ecuatoriana muestran ser producto del uso que ya se da (o se dio) en español y de partículas kichwas que gracias a una transferencia indirecta amplían el uso y/o la frecuencia de uso en el español andino[17].

En este documento, me enfoco en el uso de -ka agentivo del kichwa, como en ñuka-ka Marlenami kani ‘Yo soy Marleen’. Una de las funciones atribuidas a -ka es la nominativa, sin embargo, es además un enfatizador: Lindo-ka (‘sí que es lindo’). Estudios recientes muestran que, además -ka es un marcador de foco contrastivo, como en: (20) Hola, ¿tú eres Yvette? ¡No! Yo, Marleen-ka. Este morfema se ha transferido al español de bilingües y monolingües con funciones similares, si bien, ha sido, y sigue siendo socialmente indexado, como expresa FO a referirse a su papá:

Yo me acuerdo que mi papá conocía el uso del -ka en ejemplos como: “y diay-ka”, “entonces-ka”, “tonces-ka”. Desde niño mi papá tuvo contacto con los picapedreros de la basílica y escuchaba eso, pero en su casa no hablaban así… probablemente se burlaban del hablado indígena…no sé (07.21)

Puma (2021), en estudios recientes confirma el uso de -ka entre ecuatoriano hablantes bilingües español-inglés o inglés-español, que viven en NY y que no han tenido influencia directa con hablantes kichwas. Es interesante notar que estos hablantes han ampliado el paradigma de uso, lo que les permite focalizar un verbo (21), una frase preposicional (22), un adverbio (23) o un nombre (24), reemplazando estrategias focalizadoras propias del español como la prosodia, la sintaxis o la léxica:

(21) A. Necesitas caminar.
B. ¡No!, correr-ka, eso dijo el médico

(22) A. ¿Viniste en Tame?
B. En Latam-ka; no ves que Tame murió

(23) ¡Calientito está aquí! Afuera-ka bien frío está. (Puma 2021)

(24) A. Dicen que el Robert vive en una casita.
B. ¿Casita? Palacio-ka, tres pisos tiene.

Esto nos muestra, no solo la versatilidad del contacto, sino también el hecho de que los efectos del contacto, además de atravesar fronteras pueden darse a largo plazo y caracterizar a hablantes de herencia.

Reflexiones finales

En esta líneas he tratado de mostrar algunas de las características del español hablado en los Andes ecuatorianos, sus causas y efectos. Me he valido, para ello, de la perspectiva de la lingüística de contacto que se interesa por describir y entender los efectos del contacto que, como hemos visto conforman un laberinto de múltiples contactos entre variedades de españoles, variedades de kichwas y de otras lenguas indígenas. Así, se han ido entretejiendo necesarias convenciones de comunicación, todas legítimas dentro de un proceso social dinámico.

Aunque brevemente, he mostrado también, como esta perspectiva nos permite entender de mejor forma los efectos lingüísticos y sociales del contacto. La lingüística de contacto nos ayuda a responder a varios de los cuestionamientos en torno a la situación de contacto histórico y actual, así como también a vislumbrar efectos futuros de las hablas plurilingües en sociedades como la ecuatoriana.

Metodológicamente, muestro la importancia de partir de datos de habla natural situada, recogidos durante instancias comunicativas formales e informales que se producen en la cotidianidad. Estos, si bien deben analizarse contextualizadamente y tomando en cuenta la realidad sociohistórica de los hablantes, deben analizarse como dinámicos y versátiles. Solo así evitaremos caer en generalizaciones que suelen darse a partir de estudios reducidos y aislados producto de datos tomados durante encuentros fugaces, comentarios de terceros o visitas pasajeras.

Se ha ilustrado casos de convergencia lingüística, transferencias directas e indirectas, así como procesos de recreación y ampliación de paradigmas existentes, los mismos que facilitan la emergencia de formas comunicativas tanto para la población monolingüe, como la bilingüe.

Más allá de los aspectos lingüísticos, hemos visto como varias características motivan ideologías contrapuestas que se convierten en un espejo de la sociedad en la que están inmersas.

En cuanto a las fronteras, no cabe duda que el concepto de frontera, más allá de su concepción como límite territorial, necesita ser redefinido tomando en cuenta los constantes flujos de personas e ideas que, por definición, traspasan fronteras creando nuevas estrategias comunicativas.

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[1] Este manuscrito corresponde parcialmente a mi discurso de incorporación como miembro correspondiente de la Academia Ecuatoriana de la Lengua (Quito, julio de 2021), en el cual me referí al contacto lingüístico entre el español y las lenguas indígenas, y a sus efectos. Dada la extensión del mismo, presento aquí, a modo de una primera parte, algunos efectos del contacto en el español de los Andes ecuatorianos. La situación de las lenguas indígenas por efecto del contacto, serán tema de otro documento (Parte II).

[2] A menos que se indique lo contrario, los mapas que se incluyen en este trabajo han sido diseñando y/o ajustados por Santiago Ortega.

[3] Para una descripción de elementos léxicos y fonético-fonológicos presentes en el español de Cañar, Azuay, y Loja, puede verse Aguirre, et. al. 2021.

[4] La familia quechua tiene dos divisiones principales, el quechua I hablado en Perú Central, y el quechua II hablado en el resto de lo que fuera el Tawantinsuyo, tanto al norte como al sur del quechua I. La variedad hablada en Ecuador corresponde a la norteña del quechua II, y es reconocida como quichua; hoy con la ortografía oficial de kichwa. Si bien al referirme a la historia de la lengua, lo denomino quechua, al describir su uso e influencia en Ecuador, lo denomino kichwa.

[5] Véase, Marimón Llorca (s/f), Frago 1999; y Frago y Figueroa 2003, quienes comentan sobre la heterogeneidad de los dialectos peninsulares que llegaron a América debido a la presencia de castellanos viejos, leoneses, riojanos, navarros, aragoneses, emigrados de Castilla la Nueva, extremeños, catalanes y vascos.

[6] Para varios otros fenómenos fonético-fonológicos, como el debilitamiento vocálico, el consonantismo, la sonorización de /s/, la fricativización de /p/, entre otros; puede verse: Toscano 1953, Lipski 1989, Haboud y de la Vega 2008, Chappell 2011, García 2018, Godenzzi y Haboud (en prensa).

[7] Para estudios sobre asibilación en Quito, ver Gómez 2003, y en prensa. Para algunas de las realizaciones innovadoras de bilingües de Cañar y Cotopaxi: www.oralidadmodernidad.org/documentacion/cotopaxi

[8] Wroblewski (2010) incluso sugiere que sería necesario reconocer, no dos alófonos de /r/, sino tres.

[9] Véase, por ejemplo, la Real Academia de la lengua morlaca.

[10] Experiencias registradas en aulas de la Universidad Católica entre 2017 y 2019.

[11] Agradezco a Jefferson Imbaquingo por la actualización del diseño de este continuo.

[12] Haboud 1997, 1998, 2005, 2019, Haboud y de la Vega 2008, Haboud y Palacios 2017, Palacios y Haboud 2018, Nino-Murcia 1995 y 1988, Olbertz 2003, entre otros.

[13] Situaciones como está serían ahora posibles con una clase virtual.

[14] Especie de tamal de preparación frecuente en la Amazonía.

[15] Agradezco a Irene Donoso por varios de estos comentarios.

[16] Varias otras innovaciones del español andino ecuatoriano, como el leísmo, la omisión de clíticos, las estrategias de cortesía, los usos pronominales, entre otros, pueden verse en Haboud y de la Vega 2008, Haboud y Palacios 2017, Palacios y Haboud 2018, Palacios 2015, Pérez 2019, Yépez 1986.

[17] Ver, por ejemplo, los usos de pero, ya, ve en posición final, como atenuadores y/o enfatizadores de afirmaciones, peticiones y mandatos: Estrella 2018, Palacios y García Tesoro 2014, Olbertz 2013, Haboud 2022.

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