Este parece un texto del libro de cuarto grado.
Es de una ingenuidad que asusta
como un cuadro de realismo mágico,
con un diminuto gato oculto en la selva.
El sujeto es un libro bajo el brazo.
El libro resiste.
Llega el momento de alabar la tinta en el papel
Y de confesar que vale la pena leer.
El libro dura algo más que el sujeto,
es tan ingenuo que dan ganas de llorar
y enjugarse las lágrimas con un pañuelo magenta.
Durante horas leo y camino en otro jardín,
leo y atravieso el territorio del azar,
leo y me encuentro con el cesto vacío
en el paraje sin respuestas.