«El Ecuatoriano» (Julio Pazos Barrera)

Nos acercamos y la luz encerrada en el pueblo comienza a fluir / y hay que ver esos magníficos pájaros que forma; / azaleas y sigses / y una fauna de ángeles y antepasados / cruzando la luz… / Él está en sus recuerdos. / Su poncho gris...

Nos acercamos y la luz encerrada en el pueblo comienza a fluir
y hay que ver esos magníficos pájaros que forma;
azaleas y sigses
y una fauna de ángeles y antepasados
cruzando la luz…

Él está en sus recuerdos.
Su poncho gris suelta puñados de luz
y sentimos la otra vida:
un rocío permanente,
un aire de cordillera…

El Ecuatoriano ha quedado inmóvil.
Nosotros, hace un rato anclados en su mar,
contemplamos un rodeo de huiracchuros
perdiéndose en la bruma;
el eco, el viento, las fisuras del cielo
nos han borrado el final,
no habrá final sino violentas luminarias en el sueño.

El Ecuatoriano sigue inmóvil.
Ya no está en la circunstancia.
Refugiado en la nube
solo piensa
en un amancay de la niñez.

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