«El habla del país», por don Fabián Corral

La Universidad San Francisco de Quito presentó una reedición de «El habla del Ecuador», diccionario de ecuatorianismos de Carlos Joaquín Córdova. Compartimos con ustedes el prólogo escrito por don Fabián Corral Burbano de Lara.

Prólogo escrito por don Fabián Corral Burbano de Lara a la tercera edición del diccionario de ecuatorianismos El habla del Ecuador, publicado por USFQ Press de la Universidad San Francisco de Quito.

Carlos Joaquín Córdova, a la altura de sus venerables noventa y cinco años, publicó una versión corregida y aumentada de su “Diccionario de Ecuatorianismos”. Transcurrido el tiempo desde entonces, la Universidad San Francisco de Quito lo reedita ahora, cuando el texto ha crecido en prestigio hasta convertirse en un clásico de nuestra lengua.

Libro singular, porque registra, con puntualidad y precisión, la evolución de la sociedad desde lo más entrañable y cotidiano: su idioma. Libro valioso, porque alude a la memoria de lo que existió, y de lo que existe entre los bastidores de las costumbres, pese a la confusión de un país que vive apostándole a la inmediatez y a las negaciones. Libro importante, porque es un testimonio de ese enorme legado de experiencias, costumbres, decires, paisajes y anécdotas que constituye la infraestructura humana de nuestra tierra, la que persiste, la que permite anclar las raíces, la que explica lo que somos y de dónde procedemos.

Los diccionarios, los vocabularios, son libros de historia, síntesis de la geografía e inventario de la vida cotidiana. Cada palabra, cada expresión idiomática, encapsula un mínimo retazo de cultura, alguna memoria y mucha experiencia. El libro de Carlos Joaquín Córdova es, precisamente, eso, un inventario y un testimonio del Ecuador desde los giros, las palabras, los decires y las expresiones que, a lo largo de los siglos, fue modulando nuestra gente.

Es, además, una evidencia del mestizaje racial y cultural, ese fenómeno que disolvió culturas, fundió modos de ser y sentir, y permitió el nacimiento del Nuevo Mundo. El idioma es la mejor evidencia de ese proceso que aún no concluye, y que, al viejo castellano que llegó hace quinientos años con las armaduras y los caballos, agregó los aportes del quichua, sus sesgos, declinaciones y modismos, proceso que sigue incorporando lo que viene del mundo y la tecnología, lo que traen los migrantes, lo que aportan las invenciones, lo que imaginan los jóvenes. El resultado, es el “habla viva”, lo que decimos cada día. El idioma sirve para comunicarse y vivir; con él se piensa, se siente y se recuerda. El idioma tiene que ver con el arte de conversar, con esa magia de entablar un diálogo y entender al otro. Este libro es el testimonio de que, desde siempre, los individuos y las sociedades se hacen hablando, escuchando, imaginando términos y adecuando palabras a las circunstancias.

Más que un diccionario, el libro de Carlos Joaquín Córdova, “El Habla del Ecuador, Diccionario de Ecuatorianismos”, es una bitácora de costumbres y de historia vieja y reciente. Es testimonio de innumerables trayectorias vitales, porque tras los modismos, escondidos entre los secretos del origen de las palabras, están, al mismo tiempo, lo que fueron los abuelos y la cosecha reciente de los migrantes, están la inventiva y los modismos de la modernidad; están la antigüedad que ya olvidamos y la globalización que ahora nos marca. En el idioma estamos nosotros, porque todos hacemos cada día las palabras, las dotamos de sentido, las cargamos de pasión, ahondamos lo que expresan o negamos lo que contienen. Así, pues, quien se atreve y logra, como Córdova, escribir un libro de esa índole, es un testigo envidiable, un cronista y un historiador que, a través de las palabras, descubrió e interpretó la índole de la sociedad.

Importante labor esta de sumergirse en el habla regional, porque así se llega a los fondos del país y, a veces, gracias a la mínima expresión cotidiana, se descubren cosas que de otro modo no se saben. Con frecuencia, claro está, nos quedamos con la interrogante, pero leyendo un texto como el de Córdova, podemos establecer que hablamos un idioma peculiar, en parte el castellano antiguo que por acá se quedó sobreviviente, y que, en sus intersticios, prosperan muchos términos nativos, quichuismos, giros provincianos y novísimas expresiones que acaban de llegar del mundo.

La reedición del libro de Carlos Joaquín Córdova, ahora con el auspicio de la Universidad San Francisco de Quito, es un aporte a la cultura, al idioma rural que no debe olvidarse, a la historia del país desde la perspectiva de las palabras, desde la evidencia de cómo la gente moduló los decires, de cómo articuló sus sentimientos, testimonios y nostalgias.

Quien acceda a este texto podrá advertir la singular trascendencia del trabajo del autor, de su constante búsqueda de términos, giros y testimonios que nacieron de una forma de vida y prosperaron en la sociedad. Y podrá advertir, además, la importancia de la contribución de la Universidad San Francisco de Quito al reeditar la obra.

Fabián Corral Burbano de Lara
Académico de Número
Academia Ecuatoriana de la Lengua

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