Buenas tardes con todos los que conforman grupo tan selecto de académicos de la lengua, el motivo del presente es para saber por qué no figura en ninguna parte la persona del Hno. Miguel ya que les estoy escribiendo a vísperas de conmemorarse 175 años de su incorporación a la Academia de la Lengua gracias de antemano por la atención prestada.
Un comentario
Señor don
Vicente García
Presente
Apreciado amigo: Recibimos su grata comunicación, que contesto con gusto. En primer lugar, he de decirle que hay en su carta una ligera equivocación en cuanto a la cifra que indica los años que han pasado desde la incorporación del Santo Hermano Miguel a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, cuya presencia entre los académicos del pasado en calidad de miembro de número, tanto nos honra.
Efectivamente, se dice que se conmemorarán los 175 años de la incorporación de este egregio maestro, pero la Academia Ecuatoriana, instalada en Madrid en 1874 y aprobada jurídicamente por el expresidente Gabriel García Moreno, en 1875, cuenta solamente con ciento cuarenta y tres años de existencia.
Al respecto, en un muy bello libro titulado Los miembros de número de la Academia ecuatoriana de la Lengua muertos en el primer siglo de su existencia, escrito por nuestro querido exdirector y sabio polígrafo don Julio Tobar Donoso, en 1976, se da cuenta de la vida personal y académica del santo Hermano Miguel, Tengo el gusto de enviarle una copia de esta corta pero sustancial biografía.
Reproduzco para usted el párrafo relativo al ingreso en la AEL, del ilustre santo:
El 18 de febrero de 1892, La Academia Ecuatoriana le nombraba socio de número, en remplazo -¡qué contraste!- del ilustre polígrafo general Francisco Javier Salazar. El Hermano Miguel ingresó en la Corporación el 2 de agosto del mismo año, con vasto y profundo discurso sobre la influencia del cristianismo en la moral, las ciencias y las artes
En cuanto a nuestra página Web, en ella no tenemos información mayor sobre los académicos. Su justo reclamo me ha dado la idea de publicar en ella este libro de nuestro querido exdirector, a fin de que se tenga noticia de la vida y la obra de tantos hombres extraordinarios, que honraron con su vida la de la Academia Ecuatoriana de la Lengua.
Reciba usted los sentimientos de mi genuina amistad,
Susana Cordero de Espinosa
Directora de la AEL