Y en espiral del sueño…
como quien ronda el huerto
de raíces ocultas.
Como quien huele el polvo
Sacudido de la dureza de las piedras.
Como quien se restaña
las heridas primarias
y pretende borrarse las torpes cicatrices,
con extraño herbolario
que creció en los rincones de la ortiga y del hueso.
Como quien oye el eco
de un pájaro de augurios y de llanto,
en una noche discontinua
de ceniza, de lluvia y de relámpagos.
Como quien busca el agua
que le envenenaron.
Como quien hace astillas
la salvadora tabla en la tormenta
Como quien da la mano
al mercenario
que le engañó gimiendo sobre el barro
y le guiñó su ojo amaestrado
hasta salvarse,
para luego estrujar sus corolas amadas…
Como quien saca el cuerpo,
de animal perseguido,
de animal azotado
para caer de nuevo,
sin voz ni resonancias,
hasta el vértigo,
hasta el hechizo de la náusea.
Como quien se abandona
en el rito interior de la desesperanza,
quedamente
sobre el ardiente piso del asfalto,
o en fríos callejones sobre hojas de diarios
con la última noticia
en tintas de la muerte anticipada.