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«La luz del primer amor», por Susana Cordero de Espinosa

Hijo de un obrero francés muerto en la primera Guerra Mundial cuando el niño Albert Camus tenía un año de nacido, y de una sirvienta española, tuvo maestros excepcionales, llenos de ideales humanistas...

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Hijo de un obrero francés muerto en la primera Guerra Mundial cuando el niño Albert Camus tenía un año de nacido, y de una sirvienta española, tuvo maestros excepcionales, llenos de ideales humanistas. El huérfano, que vivía al borde de la miseria con su madre silenciosa y cansada y una abuela despótica, a la cual aquella suplicaba “que no pegara a los dos niños demasiado fuerte”, fue distinguido por el afecto y la ayuda de sus profesores, que captaron su claro talento, como inducimos de lo narrado por él mismo en El revés y el derecho, su primer libro, que preserva largo tiempo sin publicar. En él evoca su infancia y adolescencia; cuando finalmente esta obra salió a luz, explicó: “Hay más amor verdadero en estas páginas desmañadas, que en todas las que las han seguido”. Al respecto, escribí: “El libro muestra el inicio de preocupaciones que acompañarán a Camus su vida entera y que definen su actitud de tono moral frente a la existencia… Debemos darnos razones: nuestro quehacer ha de partir de un ‘qué hacer’ con la vida, si buscamos elevarla al rango exigido por la razón, unida a la voluntad de ser. En ella, todo ha de tener sentido para nosotros mismos y ante los demás: cuanto beneficia, daña o es indiferente respecto de los otros es una actitud moral, un compromiso ante el existir”.

Camus, libérrimo en su ateísmo, usa una palabra que suele llegar a nosotros desde el ámbito de lo religioso: ‘misericordia’: “Hay que poner sus principios en las cosas grandes. Para las pequeñas, basta la misericordia”.

La misericordia es el amor de acercamos a lo pequeño, esclarecerlo y encontrar en su energía la fuente del fervor. El revés y el derecho es el curso que tomaron, para expresarse, el amor y la piedad que el niño Camus sentía por su madre y, que, en el texto, se dice a sí mismo: ‘tiene piedad de su madre, ¿es eso amarla? Y reafirma: “… pondré en el centro de esta obra el admirable silencio de una madre y el esfuerzo de un hombre por encontrar una justicia o un amor que equilibren ese silencio”.

¡Cuántos de nuestros jóvenes viven la experiencia de la pobreza, y sufren el esfuerzo que ven hacer a sus padres, cuando son los dos; a su madre o a su padre separadamente, cuando es uno solo de ellos el que busca para los niños el pan!… ¿Habrá un maestro que pueda condolerse, —sentir el dolor con—, como los hubo para Camus?

Rememoro la respuesta de Camus a Sartre, cuando este le reprochó por no tener un espíritu suficientemente revolucionario: “Yo no aprendí la miseria en el comunismo; la aprendí en mi vida”.

El revés y el derecho es un conjunto de cortos ensayos en los que se inicia el autoconocimiento y un todavía precario, aunque bello adelanto de sus preocupaciones artísticas e intelectuales, y señala el derrotero que seguirá en su búsqueda… Ante esta obra se siente que él fue fiel a la llamada de mirar el mundo y devolvérnoslo traspuesto por el arte; de comprometerse con él y buscarse en él como hombre, para realizarse, hasta el fin.

Este artículo apareció en el diario El Comercio.

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